Con templanza de nervios se podía

conseguir una buena cantidad de dinero

Los presentadores del «Un, dos, tres...» siempre advertían que los nervios juegan malas pasadas a la hora de responder las preguntas. Por eso, las parejas que llegaban serenas al programa podían dar un buen número de respuestas y, por tanto, ganar una suculenta cantidad de dinero.

Fue el caso de una pareja de concursantes durante la segunda etapa. Kiko Ledgard les preguntó nombres de reyes y faraones de Egipto, y le propuso como ejemplo Ramses. Pero uno de los concursantes era experto en la materia y contestó “Ramses I”, siguiéndole su compañero diciendo “Ramses II”. Fue entonces cuando el experto le dio un importante capotazo y contestó “Ramses VIII”, asegurándose así de que su pareja aportaría un buen número de respuestas.

Lydia Bosch nos presenta a la pareja de sufridores

Una de las innovaciones introducidas por «Un, dos, tres...» en el mundo de los concursos fue la figura de “los sufridores”, que eran unos concursantes a los que se encerraba en una jaula y a los que se les informaba de dónde estaban escondidos los mejores premios de la subasta. De esta forma, sufrían por no poder comunicarles a los concursantes del plató los regalos que debían ir descartando.

Los sufridores recibían al final del programa el mismo regalo que la pareja concursante de la subasta.

Tomando la Bastilla en una eliminatoria

En esta fotografía vemos la ejecución de la eliminatoria del programa dedicado a la Revolución Francesa (18 de febrero de 1983).

La prueba representa la toma de la Bastilla. Los miembros masculinos de cada pareja tienen que intentar ascender por la rampa, pero la chica de la pareja contraria tratará de impedírselo arrojándole toda clase de líquidos para hacerle la subida más resbaladiza.

Concursando desde casa

Una de las formas de concursar en «Un, dos, tres...» era hacerlo tranquilamente desde casa por teléfono. Desde “los sufridores en casa” de la época de Mayra, en «Un, dos, tres...» siempre hubo la oportunidad de ganar dineros o premios sin necesidad de concursar en el plató.

En «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» Luis Roderas realizaba una llamada a aquella persona cuyo cupón había salido seleccionado. Si acertaba la pregunta que el presentador le hacía sobre el libro podía ganar 500 euros.