Una etapa agridulce

La novena etapa de «Un, dos, tres...» (1993-1994) fue algo agridulce. Fue dulce porque Chicho pudo hacer el programa como quiso, dando un giro hacia guiones más blancos y familiares, alejados de una cierta vulgaridad en la que quizás había incurrido la etapa anterior. En cambio, fue agria porque la audiencia fue descendiendo paulatinamente y porque no se pudo contar desde el inicio con la actriz Paloma Hurtado, que, tras su alta médica, en cambio, no se encontraba al cien por cien, como estaban acostumbrados los del equipo del programa.

No es de extrañar, por tanto, que en la foto de despedida, Chicho se apoyara cariñosamente en ella.

Grandes cambios, voluntarios

El cambio de presentadora en 1982 vino motivado por el accidente de Kiko Ledgard, que se encontraba indispuesto para volver a presentar «Un, dos, tres...». Sin embargo, todos los cambios que se produjeron en la séptima etapa (1991-1992) fueron totalmente voluntarios; es más, se había publicado que Mayra Gómez Kemp volvería a presentar el programa e, incluso, Chicho se había puesto en contacto con ella para comentárselo, aunque finalmente decidiera revolucionar el concurso y ponerlo en manos, por primera y única vez en su historia, de una pareja de presentadores: Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca.

Un merecido y obligado descanso

Tras dos etapas de veintiséis programas en los que Narciso Ibáñez Serrador y todo su equipo habían trabajado concienzudamente para hacer un «Un, dos, tres...» cada vez mayor y mejor, a finales de 1986 Chicho decidió quera el momento de hacer un parón de mayor duración para dejar reposar el concurso y poder regresar, en su caso, con más fuerza.

Por eso, en el último programa de la quinta etapa (28 de marzo de 1986) apareció al final de la emisión guardando en un cajón de decorados todos los elementos entrañables y símbolos del concurso, “enterrándolo” de esta forma dejando en el espectador la incertidumbre de si volvería o no a televisión.

Los primeros causantes del éxito

En esta foto podemos ver a los tres principales causantes del éxito de la primera etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez».

Narciso Ibáñez Serrador era la cabeza pensante, el que tenía las ideas y sabía cómo ponerlas en marcha, el que tuvo el talento suficiente de hacer de un pequeño concurso de poco más de una hora de duración un incipiente gran show televisivo.

Kiko Ledgard aportó su experiencia como presentador de concursos, concretamente del «Haga negocio con Kiko», un concurso que condujo en Perú cuya mecánica era muy similar a la de la subasta del «Un, dos, tres...».

Valentín Tornos fue el que le puso cuerpo y voz a un personaje inédito y totalmente novedoso en televisión: un jurado contrario a los concursantes, pero salpicado con notas de humor. “Don Cicuta” consiguió un éxito sin precedentes y sin él el «Un, dos, tres...» de 1972 y los posteriores no hubieran sido igual.