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Álbum de fotos del «Un, dos, tres...»

Página 438

 

 

  

«Un, dos, tres...» - 1982
  

Pepa al comienzo de la tercera etapa

  

La primera vez que Pepa Ibáñez Nauta, la hija de Chicho Ibáñez Serrador y Diana Nauta, salió en televisión fue en el último programa de la segunda etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez» (27 de enero de 1978); era un bebé de meses y salió junto con el resto de hijos del equipo del programa que habían nacido durante los casi dos años que duró la temporada.

 

Ya con cuatro años Pepa volvió a aparecer en los brazos de su padre en el primer programa de la tercera etapa de «Un, dos, tres...» (20 de agosto de 1982); era una manera de unir aquel final con este principio.

 

  

 

  

Narciso Ibáñez Serrador - «Un, dos, tres...» (1983)
  

El control de realización se ubicaba en un camión

  

Las cabinas de realización de los Estudios Roma, en los que se grabaron algunas de las etapas de «Un, dos, tres...»(segunda a quinta) se situaba en un camión-unidad móvil que se aparcaba cercano al plató. Desde allí, Chicho Ibáñez Serrador controlaba a través de unos monitores todas las imágenes que le llegaban de las cámaras que había en el estudio, y podía dar las órdenes oportunas a través de la megafonía, si no era necesario que se trasladara personalmente al plató.

 

  

 

  

Narciso Ibáñez Serrador - «Un, dos, tres...» (1991)
  

Los silencios y miradas de Chicho

  

Los que han trabajado con Narciso Ibáñez Serrador reconocen que a su lado se aprendía hasta con sus silencios, que a veces podía fulminarte con una mirada, otras dejarte absolutamente descolocado y sin palabras, y otras podía producirte una enorme ternura. Así era Chicho; un maestro con mayúsculas.

  

  

 

  

«Un, dos, tres...» - 1992

  

Las charlas con “don Mariano”

  

Los diálogos que Narciso Ibáñez Serrador mantenía con el perro “don Mariano” al comienzo de cada uno de los programas de la séptima etapa de «Un, dos, tres...» (1991-1992) y de algunos de los de la octava, eran una auténtica lección magistral de televisión. A través de ellos, con una exquisita ironía y un finísimo sentido del humor, Chicho bromeaba sobre sí mismo, arrogándose todos los tópicos que se decía sobre su personalidad, y además hacía una dura autocrítica a su programa y a la televisión en general.

 

 

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