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Alejandra Cano Fue azafata en las etapas octava y novena de «Un, dos, tres...» |
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Alejandra Cano no se llama realmente así. La verdadera identidad de esta gaditana es Inmaculada Valhermoso Ruiz-Mateos, pero Chicho Ibáñez Serrador, cuando la contrató para «Un, dos, tres...» dijo que su cara no correspondía con una persona que se llamara Inma, y que el apellido Ruiz-Mateos no le beneficiaría para su carrera, así que la rebautizó como Alejandra Cano.
A Lydia Bosch le puso este apellido por la prestigiosa marca de electrónica, cuyas cámaras de televisión estaban dando muy buen resultado a mediados de los ochenta. Desconocemos si el apellido Cano que le puso a Alejandra viene de la marca Canon, ya que las cámaras de TVE a principios de los noventa eran de esta marca.
Alguna revista de la época llegó a publicar que Alejandra era sobrina del famoso y polémico empresario jerezano José María Ruiz-Mateos, aunque, a pesar de compartir apellidos, no era así.
Alejandra, antes de ser elegida como azafata de «Un, dos, tres...», trabajaba como modelo, principalmente en Andalucía. De hecho, Chicho la conoció a través de la agencia de modelos que la ex-Miss España Rocío Martín, buena amiga del veterano director, tenía en Sevilla.
Narciso Ibáñez Serrador solía acudir a las agencias de modelos, además de a los castings, para seleccionar chicas para el «Un, dos, tres...»; y Rocío Martín le enseñó el book de Alejandra en 1991, pero a Chicho no terminó de convencerle al verla únicamente en fotos.
En cambio, cuando convocó el casting para elegir a nuevas azafatas para la octava etapa de «Un, dos, tres...» (1992-1993), Alejandra se presentó en persona, y Chicho al verla al natural y a través de la pantalla, no dudó ni un momento en contratarla. No obstante, aunque la decisión la tenía clara en su cabeza, Ibáñez Serrador hizo que Alejandra pasara por una y mil pruebas, lo que provocaba el desánimo en la aspirante, que veía cada vez más lejos su sueño de convertirse en azafata del programa. De hecho, se volvió a Cádiz, una vez superadas todas las pruebas, convencida de que no había sido seleccionada.
Sin embargo, un par de días más tarde recibe una llamada de teléfono en su casa; era Chicho que le decía: “¿Tienes pasaporte? Te vienes a Tailandia. Por cierto, estás contratada”. La sorpresa para Alejandra fue enorme; y por la forma en que le comunicó la noticia, Alejandra comenzó a intuir que trabajar para Narciso Ibáñez Serrador iba a ser apasionante, pero nada fácil.
Su primera labor como azafata del «Un, dos, tres...» no se desarrolló en el plató, sino en Tailandia, donde estuvieron un mes rodando imágenes de exteriores para unos programas especiales que se emitieron el 19 y 26 de febrero de 1993. Como azafatas acudieron ella, Carolina Rodríguez y Mayte Navarrete, otra andaluza debutante.
La experiencia fue muy gratificante, pero también muy dura, ya que conocieron la meticulosa y siempre perfeccionista forma de trabajar de Chicho. A pesar de todo, las chicas guardan un inolvidable recuerdo de aquel viaje lleno de divertidas anécdotas.
Alejandra compartió el papel de azafata con tres chicas procedentes de la etapa anterior: Carolina Rodríguez, María Abradelo y Marta de Pablo. Con ella debutaron dos chicas: Lucy Lovick y Mayte Navarrete.
Cuando Narciso Ibáñez Serrador hizo la presentación oficial a la prensa de las nuevas azafatas de «Un, dos, tres...» reconoció que había contratado a una que no le servía para nada en el programa, pero que lo había hecho porque estaba convencido de que tendría un futuro prometedor en el cine. No reveló el nombre de la chica, pero intuimos que se refería a Alejandra, que no tenía una función específica en el programa, y a quien potenció su faceta de actriz otorgándole el papel de la más seria y centrada del sexteto. Una imagen que chocaba frontalmente con su verdadero carácter, alegre, simpático y divertido, propio de una gaditana.
Alejandra confiesa que en muy pocos números musicales cantó con su propia voz, siendo lo normal que la doblaran, aunque fue protagonista en solitario de varios.
En este vídeo la vemos en uno de los números musicales del programa dedicado a los enigmas (11 de diciembre de 1992).
Alejandra continuó siendo azafata de «Un, dos, tres...» en la novena etapa (1993-1994), compartiendo funciones con Carolina Rodríguez, Nieves Aparicio, Lucy Lovick, Mayte Navarrete, Diana Lázaro y Paula Vázquez.
En esta etapa, Alejandra se encargó de darle a la palanca de la máquina de cilindros para saber la cantidad por la que se multiplicaría cada respuesta en la tanda de preguntas. Además, ayudaba durante todo el desarrollo del programa, fundamentalmente en el juego de consolación de la eliminatoria y acercando regalos a la mesa de la subasta, y participaba en los números musicales cuando así lo indicaban Chicho o los coreógrafos.
Acabada esta etapa de «Un, dos, tres...», Alejandra se marchó a Cádiz, terminando así su carrera artística. Su padre había enfermado y ella quiso estar en su casa para cuidarle y ayudar en todo lo posible.
Actualmente, Alejandra —o, mejor dicho, Inma— trabaja en un hospital en Cádiz y es una estupenda madre de familia; pero nunca ha olvidado que durante dos temporadas fue azafata del programa más emblemático de la televisión española, y guarda en su memoria con cariño todas las anécdotas vividas en aquella época. Por todo ello no quiso faltar a la quedada que con motivo del cuarenta cumpleaños de «Un, dos, tres...» organizaron los fans del programa en Madrid.
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Dedicado con todo cariño a Alejandra por su simpatía |