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Jacob Heras

fue concursante de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!»

 

 

 

 

   

¡Hola a toda la gente de la web de este estupendo programa! Yo soy Jacob Heras  y  estuve concursando en el programa de El perro de los Baskerville de la última etapa, que se emitió el 26 de marzo de 2004.

 

Aunque en aquel entonces tenía 22 años y estudiaba Biología en Salamanca, soy de Aldeanueva de Santa Cruz, un pueblo de Ávila. Desde que era pequeño y alcanzo a recordar, toda mi familia se reunía los viernes por la noche para ver el «Un dos tres...»; era casi una costumbre y nos encantaba a todos, así que cuando el programa volvió en 2004 le propuse a mi hermana Rocío escribir para poder concursar.

 

Como pedían una carta original, nos pusimos manos a la obra y dimos rienda suelta a nuestra imaginación, así que se nos ocurrió hacer todas las mascotas que habían pasado por el programa desde el principio, en cartón y como a tamaño de un metro. Después nos hicimos fotos con ellas por nuestro pueblo y lo mandamos al programa. Esto fue la primera y segunda vez que escribimos, pero la tercera fuimos más allá: se nos ocurrió meternos en una pequeña biblioteca del pueblo con los muñecos, nos pusimos las camisetas típicas del pueblo y unas gafas al estilo de las azafatas, y nos hicimos nuevas fotos; la idea era mostrar un plató de «Un, dos, tres...» donde el decorado era la biblioteca, ya que el programa iba sobre libros esta temporada. Los muñecos eran los concursantes, nosotros las azafatas y el título del programa era el nombre del pueblo. Fue toda una odisea hacer esto y nos reímos muchísimo, os lo aseguro.

 

Así que mandamos las fotos acompañadas de una carta que explicaba lo que pasaba en las fotos y narrada por la Ruperta.

 

Tres días después nos llamaron para hacer una entrevista en Madrid; precisamente ese día era el 11 de marzo, el mismo día de los atentados, así que la sensación era muy extraña; porque por un lado estaba la alegría y emoción de estar a un paso del programa y por otro esa sensación de disgusto y dolor que todos teníamos. Pero, bueno, el caso es que fuimos a Madrid a la productora (Prointel) y un hombre muy simpático, Carlos, que por cierto era conocido porque es actor de teatro y había salido en series como «Al salir de clase» (interpretaba a Jesús, un profesor de literatura) o «Luna negra», nos hizo una serie de preguntas y pruebas como contar chistes, hacer mímica, preguntas al estilo del programa...

 

Esa tarde nos volvimos para casa y cuando íbamos en el autobús, Paloma, la secretaria de Chicho, nos llamó para decirnos que tres días después íbamos a grabar el programa. No tengo palabras para explicar la sensación: íbamos a ir al «Un, dos, tres...», el concurso entre los concursos, y además era como un sueño, porque una de esas vocaciones ocultas que todos tenemos por ahí, en mi caso era la de trabajar en televisión, así que era como ver un poquitín cumplido ese sueño.

 

Luis Roderas - «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» (2004)

En fin, que nos leímos el libro a fondo y fuimos a grabar el martes 16 de marzo. Llegamos a las doce a Prointel y allí nos recibieron Carlos y Laura, otra chica muy simpática (y con cierto parecido a Eva Sannum, jeje); después llegaron las otras parejas de concursantes: Marta y María Jesús, que llevaban tres programas y éste era el cuarto, y Marisol y Cristina, dos chicas de Madrid súper agradables. Luego llegó Paloma, nos pasó los papeles de los derechos y esas cosas y después nos fuimos en una furgoneta a los Estudios Buñuel, donde estuvimos comiendo. Durante la comida llegó Luis Roderas, y estuvimos hablando un rato con él, quedando en cómo nos iba a presentar y lo que íbamos a decir. Tan majo como en la tele, vamos...

Luis sabía ganarse el cariño del público y de los
concursantes
desde el minuto uno, gracias a su simpatía

 

 

A las cuatro de la tarde fuimos al plató, estuvimos detrás de las escaleras un rato mientras nos ponían los micrófonos y hacían las pruebas de sonido, y después bajamos las escaleras. La sensación del público aplaudiéndote es increíble, muy emocionante de verdad, y cuando te ves que estás en el plató sentado, bueno... sin palabras. Aparece Luis en el plató y el publico histérico; se presenta, les da la bienvenida y comienza la grabación. Nos hacen las preguntas, y os aseguro que, aunque desde casa parezca todo muy fácil, la situación allí cambia y es muy fácil meter la pata en algo muy simple. Pero, bueno, ahí también está la gracia del programa, ¿no?

 

En este vídeo vemos a Raquel Oliván presentar a Rocío y Jacob.

 

 

 

Por cierto, antes de las preguntas, las azafatas nos saludaban y vinieron a hablar con nosotros; yo con quien más hablé fue con Laura y Raquel, y esta última nos dejó sus gafas y todo.

 

En fin, que acabaron las preguntas (una hora de grabación aproximadamente) y quedamos los últimos. Marisol y Cristina ganaron y en ese momento se despidieron y se las llevaron del plató; nosotros y la otra pareja hicimos un descanso y luego comenzó la ronda de la eliminatoria. Eso sí que es tensión  de verdad, porque cuando en el descanso ves como llenan el tazón y todo lo que echan dentro piensas por favor, que no me toque eso, aunque ya con ir al programa da igual lo que te toque; se puede sacar el punto divertido a todo.

 

Nos sentamos en los bancos de la eliminatoria y comenzó de nuevo la grabación.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

La eliminatoria fue un momento de auténtica tensión

   

 

Luis se equivocó dos veces en la parte de Endesa y le tercera dijo mi nombre mal, así que fue detrás del plató, dio un grito de esos para descargar tensión, volvió y todo fue bien. Nos hicieron las preguntas y empatamos, así que tuvimos que hacer la prueba del  pulsador. María Jesús y yo éramos quienes teníamos que dar al pulsador, y la tensión en ese momento sí que es máxima porque te lo juegas absolutamente todo. Al final, yo di primero y contesté bien la pregunta, con lo pasamos a la subasta. La emoción de ese momento con el público aplaudiendo es espectacular.

   

Después hubo un descanso, les deseamos muchísima suerte a las otras chicas y a  nosotros nos llevaron a un lado del plató para ver la prueba del tazón; siempre acompañados por Carlos o Laura, porque en ningún momento te dejaban solo; incluso no nos permitían hablar con nuestros familiares que estaban entre el público, para que no influyeran en nuestras decisiones. Es normal.

 

Al poco tiempo comenzaba la subasta. En esos momentos sentíamos que una vez allí daba igual lo que nos lleváramos; con estar allí era suficiente. El caso es que la primera actuación fue la del ballet, ambientado en la casa de Sherlock Holmes. Cuando acabó, vino Marta vestida de policía con una caja y, seguramente, alguno recuerde el momento aquel en que me cacheó, jeje... Me cogió por sorpresa pero fue muy divertido y seguramente fui la envidia de muchos en aquel momento...

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

La caja con la lupa de Marta escondía el apartamento

   

 

Después vino otro humorista y luego Llum Barrera, así que ya teníamos tres regalos. Luis nos había repetido por activa y por pasiva que sólo leería la tarjetita una vez, y nosotros decidimos dejar la lupa que tenía la caja de Marta; mala decisión porque perdimos el apartamento, así para empezar con fuerzas...

 

Después de aquello se hizo un descanso en el que aprovechamos para cenar; esto ya era a las 8.30 de la noche y nos llevaron a una habitación de producción donde cenamos con nuestros cuidadores y con la otra pareja de la eliminatoria; y a continuación volvimos al plató y seguimos con la subasta. Aparecieron otros humoristas como Eduardo Aldán, que hizo una parodia con unos cacahueses, que, por cierto, aún conservo de recuerdo.

 

En este vídeo vemos la actuación de Eduardo Aldán.

 

 

 

 

La suerte nuevamente no nos acompañó y perdimos seguidamente la tarjeta Banesto con 60.000 euros y el coche, pero, bueno, afortunadamente nos quedaba un juego de cartas que fue con lo que nos quedamos al final.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

Gracias al juego, conseguimos ganar 6.500 euros

   

 

En este juego, y o hubiese arriesgado más pero mi hermana me convenció y nos plantamos con 6.500 euros, que no está nada mal. Así que al final nos llevamos un premio bueno y nos volvimos para casa más que contentos.

 

Como anécdota os puedo decir que en uno de los descansos, cuando ya  habíamos perdido los premios buenos, estábamos por el plató y vimos a una mujer embarazada sentada en una silla y a su marido, así que se me ocurrió decirle a Carlos que si podíamos ir a tocarle la barriga por aquello que dicen que da suerte tocar la barriga de las embarazadas, y fuimos para allá. La mujer, encantada, nos dejó y estuvieron hablando con nosotros, muy simpáticos, por cierto. Dos semanas después veo a esa pareja en un programa de televisión presentando a su hija, y cual  fue mi sorpresa cuando dijeron que era el hijo de Chicho, su mujer y  la  nieta, y nosotros sin saber nada cuando estuvimos con ellos. Fue muy curioso y me hizo mucha ilusión, la verdad.

 

En fin, que salimos del plató a las 11.30 de la noche. Antes, cuando acabó el programa, todas las azafatas nos saludaron y nos dieron la enhorabuena; un gran equipo, vamos. Después vimos a Chicho por el pasillo y también nos saludó, y finalmente nos fuimos al hotel.

Narciso Ibáñez Serrador - «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» (2004)

Chicho bajó a saludarnos al terminar el programa

 

 

Por último sólo me queda decir un par de cosas: en cierta ocasión leí una entrevista a Chicho en la que decía que el fracaso hubiese sido no conseguir que la gente leyese; pues bien, desde que empezó el programa esta temporada yo recuperé el gusto por la lectura, ya que desde que entré en la Universidad no había vuelto a leer un libro por placer, y desde que comenzó el programa habré leído unos diez libros, lo cual para mí es un record, así que supongo que como yo habrá mucha gente por ahí.

 

Narciso Ibáñez Serrador

Chicho consiguió que mucha gente
volviera a engancharse a la lectura

   

   

Y, finalmente decir, que el programa no se merecía el final que tuvo, debieron dejarlo acabar de una forma más digna, ya que era uno de los pocos programas de calidad que había en la televisión de hoy.

 

Nada más... espero que hayáis disfrutado de este relato , en el que cuento una de las más grandes experiencias de mi vida (si no la que más) y ojalá un día volvamos a ver esa adorable calabaza en nuestras pantallas. Un abrazo para todos.

 

 

Agradecemos a Jacob que haya querido compartir con nosotros aquella inolvidable experiencia

 

 

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