EL PRESENTADOR IDEAL
El presentador escogido para conducir el nuevo
concurso no pudo ser más acertado;
Kiko Legdard
ya era conocido en España porque había participado en el programa «Hoy
también es fiesta», pero en su país natal, Perú, había alcanzado
gran éxito con un concurso titulado
«Haga negocio con Kiko».
La mecánica de este programa era muy similar a la que se utilizaba en la
subasta de «Un, dos, tres...»; de hecho, fue el propio Kiko
el que se acercó a
Chicho Ibáñez Serrador
para ofrecerle la posibilidad de hacer este programa en España. Por eso
no es de extrañar que el elegido para presentar el concurso fuera él, ya
que dominaba con maestría el formato.
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Tras la emisión del primer programa el lunes
24 de abril de 1972, los especialistas en crítica televisiva destacaron
la labor importantísima de Kiko al frente del concurso, destacando que
conjugaba la seriedad con la gracia sin caer en el ridículo, guiando
desde su posición privilegiada al concursante hacia una u otra decisión
consiguiendo, con independencia de lo que hicieran los participantes, el
lucimiento del concurso.
LA PARTE POSITIVA... Y LA PARTE NEGATIVA
Una de las originalidades de
«Un, dos, tres... responda otra vez»
con relación al resto de concursos que ya habían sido emitidos
por TVE y en el resto del mundo, es que contaba con un jurado
negativo, que se declaraba abiertamente contrario a los
intereses de los concursantes. Hasta entonces, los jurados se
mostraban totalmente imparciales, pero
“don Cicuta”
y sus
“Cicutillas”
eran distintos: trataban por todos los medios de que los
concursantes no alcanzaran el éxito. Su propia caracterización
ya denotaba su hostilidad hacia los concursantes, el propio
presentador y las azafatas.
En cambio, no fue original de «Un, dos, tres... responda otra
vez» que el presentador estuviera acompañado y asistido por
azafatas; lo propiamente genuino del concurso fue que una de sus
señas de identidad eran unas enormes gafas de concha (sin
cristales) y que se hacían denominar
“secretarias”.
Las seis chicas elegidas para este
cometido fueron
Silvana Sandoval,
Marta
Monterrey,
Marisa
Hernández (Maxia),
Ana Ángeles
García,
Pilar Pérez
y Britt.
En aquel primer programa emitido el 24 de abril de 1972 las
azafatas aparecieron vestidas con una minifalda blanca, una
chaqueta azul con ribetes blancos y unas corbatas rojas a juego
con el pañuelo del bolsillo lateral de la chaqueta.
Este uniforme fue utilizado por las azafatas en más de una
ocasión y les permitió, semanas después del estreno del
concurso, ingresar en el
“Club de las Corbatas”,
junto con Chicho Ibáñez Serrador, Kiko Ledgard y Valentín
Tornos.
ORÍGENES HUMILDES
El concurso nació muy humildemente y sin grandes pretensiones.
Ni siquiera el mismo Chicho Ibáñez Serrador quiso firmar las
primeras emisiones; aceptó el encargo que le hizo TVE pero su
idea era dirigir las primeras emisiones y una vez que estuviera
lo suficientemente engrasada la mecánica, dejarlo en manos de
otro director y realizador. De hecho, en
1972 Chicho estuvo
grabando programas pilotos de un experimental espacio de
entrevistas que se llamaría
«La gente quiere saber».
Chicho sentado en el sillón del invitado
del plató de «La gente quiere saber»
Tan humildes fueron los comienzos del concurso que la primera
emisión fue programada a las 22.40 horas, después de la serie «Plinio». La duración de la
primera emisión no llegó a la hora (cincuenta y cinco minutos), y el decorado era muy
sencillo con motivos automovilísticos.
ECOS EN LA PRENSA
El crítico de televisión
Carlos Miramón,
tras la emisión del primer programa supo anticipar que «Un,
dos, tres... responda otra vez» sería un éxito, si bien la
primera parte del programa no le convenció: “«Uno,
dos, tres, responda otra vez», ha creado cierto desconcierto
entre el público. En su primera mitad defraudó un tanto, pues no
se veía en el simple juego de enumerar flores, felinos, ríos o
mares el motivo por el cual el espacio ocupaba una hora punta en
la programación”.
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Sin embargo, la segunda parte del espacio le cautivó más: “Luego,
con el juego de la segunda parte, la opinión varió un tanto y él
programa llegó a centrar la atención, la curiosidad del
espectador”. En cuanto al posible éxito futuro del
espacio, Carlos Miramón afirmó con rotundidad que “No
es temprano para asegurarle una buena aceptación. Tiene esta
garra y esta tremenda sencillez que son los puntos base pa a un
programa de masas. Un concuso en el que pueden participar casi
todos los espectadores y no uno de los consabidos reservados a
memoriones. Al espectador le intriga más saber qué contenía
aquel cofre y las tres puertas junto al dinero que se llevará la
pareja, qua comprobar que un señor de Albacete sabe como se
llamaba el primo hermano de la cuñada del testigo que firmó en
segundo lugar en la boda de Pastora Imperio”.
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El crítico concluía su comentario diciendo que “Creo
que el concurso, por su intrascendencia, por su total frivolidad
y por el dinero a ganar, será uno de los que merezcan más
audiencia de ahora en adelante”.
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