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Declaraciones de Mayra Gómez Kemp
en la tercera etapa de «Un, dos, tres...»

 

 

  

 

Sobre su elección como presentadora:

 

“Me llamó Chicho Ibáñez Serrador y me dijo que fuera a su casa urgentemente. Me presenté allí, me contó el problema y me dijo que si quería ser yo la presentadora. Le pedí que me dejara dormir esa noche para pensarlo, y de todos modos me hizo unas pruebas allí mismo, en su casa. Esa noche cenamos juntos Chicho Gordillo, su mujer, mi marido y yo, y Chicho me explicó sus razones y yo comprendí que era un gesto muy hermoso por su parte. Al día siguiente le dije a Ibáñez Serrador que si él se arriesgaba a que yo fuera la presentadora, yo me arriesgaba con él, porque tengo una fe ciega en su profesionalidad”.

 

  

 

 

 

Sobre los motivos de su elección:

 

“Chicho me eligió precisamente por ser mujer. Para romper con etapas anteriores, evitar esas inevitables comparaciones y, también porque yo conocía la mecánica del programa”.

  

 

 

 

Sobre ser la sustituta:

 

“En muchos programas que he hecho he sustituido a otras personas. Para mí, segundas partes siempre fueron buenas”.

  

 

 

 

Sobre la posible reincorporación de Kiko Ledgard:

 

“El día en que Kiko pueda reincorporarse, ese día tiene el puesto a su disposición, al igual que lo tenía mientras era Chicho Gordillo el presentador elegido. Incluso te diré que estoy dispuesta a quedar como ayudante si eso fuera conveniente”.

 

  

 

 

 

Sobre ser la sustituta de Kiko Ledgard:

 

“Quiero aclarar que yo no he pretendido en ningún momento sustituir a Kiko en el corazón de los espectadores. Él cubrió las dos primeras etapas del programa con un éxito incondicional, sin precedentes y yo únicamente he aceptado este trabajo porque alguien tenía que hacerlo, pero soy consciente de que Kiko sólo hay uno y además es insustituible”.

  

 

 

 

Sobre su disponibilidad:

 

“Por mi parte también he dejado claro en el contrato que, en cuanto Kiko reciba el alta de los médicos, yo abandono la presentación y me voy a la calle o me quedo a las órdenes de Chicho Ibáñex para lo que él quiera disponer. Yo nací en el «Un, dos, tres...» haciendo un papelito insignificante; me debo al programa”.

  

 

 

 

Sobre el cambio de presentadora:

 

“Se le está dando un bombo a la renuncia de Chicho Gordillo como si esto fuera un cambio de ministro. Es un programa de entretenimiento, y nada más. Respecto a mi papel como presentadora, yo no soy una primera figura del mundo del show; además, yo soy Mayra, no Kiko, y voy a darle mi propio aire”.

   

 

 

 

Sobre su confianza en Chicho Ibáñez Serrador:

 

“Yo me fío de Ibáñez Serrador. Él me llamó y me preguntó si me animaba, a lo que respondí que si él lo veía posible, yo también. Prefiero un “me equivoqué” a un “no lo intenté””.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

  

 

 

 

Sobre el apoyo de su marido:

 

“Alberto está entusiasmado y me ha animado desde el primer momento. Por modestia prefiero no decir lo que me dijo; es el más grande de mis fans”.

  

 

 

 

Sobre las críticas de su marido:

 

“Es mi crítico, el que me dice cuando algo sale mal y, por descontado, también me aplaude cuando sale bien. Por supuesto, sus críticas las acepto estupendamente porque me lo dice con cariño y por mi bien. Por eso, procuro hacerle caso siempre”.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

 

 

 

 

Sobre el gran cambio de papel:

 

“¡Es curioso ver las vueltas que da la vida! Siete años después de haber empezado como el último peón del programa, ahora me encargo de presentarlo...”.

 

 

 

 

Sobre la grabación del primer programa:

 

“Realmente ha sido una grabación inolvidable. Todo el mundo se ha portado fenomenalmente conmigo, dándome ánimos y mostrándome de una u otra manera su apoyo. Hasta el punto de que cuando Chicho se dirigió a la gente, diciendo que tuvieran en cuenta que yo me jugaba todo en este primer programa, no sólo el público contestó con su aplauso, sino todos los compañeros que estaban allí presentes, incluidos los de maquillaje, peluquería y cámaras. Y eso es algo, desde luego, maravilloso, ya que aquella demostración de cariño, amistad y confianza me ayudó a sentirme mejor y a relajarme totalmente”.

  

 

 

 

Sobre los nervios del primer día:

 

“Confieso que tenía todos los nervios del mundo; resulta tan difícil como esperaba. Además, sólo he podido ensayar dos días, porque he tenido que acabar el infantil. ¡Tengo más moral que el Alcoyano!”.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

  

 

 

 

Sobre la noción del tiempo en la grabación del primer programa:

 

“Cuando me dijeron que eran las diez y veinte de la noche no tenía ni ligera idea de la hora que era. Se me pasó volando el tiempo. ¡Y eso que llevábamos en el plató desde las diez de la mañana!”.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

  

 

 

 

Sobre su petición al público ante el estreno del primer programa:

 

“Simplemente que me den tiempo para poder hacer el rodaje, porque, como muy bien dice Chicho, los concursos son como los coches nuevos, que necesitan un tiempo de rodaje para que funcionen bien. Frase a la que añado que los que conducimos programas, como los automovilistas, al principio tenemos que llevar la L y no ir a más de ochenta. En fin, que, por favor, antes de hacer un juicio tajante para bien o para mal, me den tres semanitas por lo menos”.

  

 

 

 

Sobre la oportunidad que le brinda el programa:

 

“Es la gran oportunidad de mi vida. Este programa era un reto, me lo jugaba todo, no sólo la aceptación del público, sino también el estar junto  a profesional tan estupendos como son Chicho, las hermanas Hurtado, Beatriz Carvajal, Bigote, Raúl Sénder y, en fin, todos los que participan en él, de los que estoy aprendiendo mucho”.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

  

 

 

 

Sobre si consideraba haber superado la prueba:

 

“Pienso que sí, aunque no sólo por mis propios medios. La ayuda del equipo está siendo vital para mí”.

  

 

 

 

Sobre sus expectativas:

 

“Espero que el programa salga bien, que se aprecie el esfuerzo que hay detrás. Por el momento es lo único que deseo. Para mí es el reto profesional más importante que se me ha planteado en mi carrera en televisión”.

  

 

 

 

Sobre sus sensaciones una vez grabados los cuatro primeros programas:

 

“A estas alturas, después de cuatro programas grabados, ya me siento mucho más tranquila; yo mismo me noto que domino la situación y eso es importante. Además, Chicho me ayuda muchísimo”.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

  

 

 

 

Sobre lo que le reporta el programa:

 

“El «Un, dos, tres...» me ha reportado muchas cosas. Primero el realizar un trabajo a gusto con gente con la que te compenetras, la posibilidad de ampliar mi experiencia ante las cámaras y sobre todo, yo creo que el «Un, dos, tres...» me ha situado en el mejor momento de mi carrera en televisión”.

  

 

 

 

Sobre el cambio de rol:

 

“Indudablemente no es lo mismo una intervención corta como actriz que estar la hora y media que dura el programa en pantalla. Yo antes no tenía que improvisar nada, todo estaba escrito en un guión y ahora, aunque también existe ese guión, me veo obligada a improvisar con relativa frecuencia”.

  

 

 

 

Sobre el hecho de que todo el equipo sean mujeres:

 

“De la anterior etapa en la que tanto los “Cicutas” como el presentador eran hombres, a ésta en la que todos somos mujeres no he notado ninguna diferencia, excepto la de que puedo compartir con las hermanas Hurtado”.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

  

 

 

 

Sobre el tiempo que tiene para estudiar el guión:

 

“El guión me lo entrega Chicho con dos días de antelación, ya que los escribe en la misma semana que se graba. El día de la grabación nos reunimos los dos para supervisar el guión. Una vez en el plató, Chicho me da plena libertad para realizar el programa”.

  

 

 

 

Sobre sus improvisaciones:

 

“Me estudio los guiones que corresponden a los diálogos con los humoristas; el resto de mis intervenciones ya dependen de mi imaginación y de mi cultura general”.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

   

 

 

 

Sobre cómo se encontraba tras los primeros meses de emisión:

 

“En los primeros programas estaba buscando el camino a seguir. Ahora me encuentro muy a gusto, aunque todavía se puede mejorar. De todas maneras, pienso que la gente nos ha aceptado bastante bien, ya que estamos en los primeros puestos de audiencia y tenemos que cortar el programa dos veces para insertar publicidad”.

  

 

 

 

Sobre la responsabilidad a la que se enfrentó, analizada cuatro meses después:

 

“Sí, era una gran responsabilidad con la que me jugaba absolutamente todo. No había término medio. La cuestión estaba en hacerme con el programa, pero a mi aire. Y eso era todo un reto. Por un lado, era el primer programa que presentaba yo sola y, por otro, porque requiere que el responsable de su presentación esté en pantalla los noventa minutos que dura, haciendo todo tipo de cosas. Afortunadamente, todo salió bien”.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

  

 

 

 

Sobre su influencia sobre los concursantes:

 

“Yo no induzco a nadie hacia ningún premio...; eso sí, preferimos que se lleven un buen premio a la calabaza”.

  

 

 

 

Sobre lo mejor y lo peor del «Un, dos, tres...»:

 

“Lo mejor, que consigue lo que pretende: entretener. Así de sencillo. Lo peor... ¡Bueno, nunca llueve a gusto de todos! Desde luego, creo que está muy en función de los concursantes: si resultan plúmbeos, el programa comienza a decaer desde la subasta y tenemos que apoyarlo todos los que hacemos. Pero cuando los concursantes son simpáticos, queda un espectáculo realmente brillante”.

 

«Un, dos, tres...» - 1983

 

 

 

 

Sobre la pareja más simpática del programa en 1982:

 

“La de los mallorquines, que él se quedó desnudo dentro de un barril”.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

 

 

 

 

Sobre su relación con los concursantes:

 

“Siempre hay concursantes con los que estableces mejor relación que con otros, y a veces me cuesta bastante que no se me vea el plumero. No puedo ni debo ayudar a nadie, porque el programa se mantiene con éxito gracias a la imagen de credibilidad que da. En la parte de los regalos mi misión es confundir a los participantes, pero nunca puedo mentir, porque el orden de los regalos está constatado por un notario”.

  

 

 

 

Sobre la elección del vestuario:

 

“Antes de que empezara el programa, nos reunimos Chicho y yo para decidir el estilo de vestuario que se iba a utilizar en el programa. Elegimos una ropa sencilla y que se pudiera combinar entre sí, tanto las blusas, las faldas o los pantalones. Y sobretodo se pensó que yo me sintiera cómoda con esa ropa”.

  

 

 

 

Sobre el presupuesto para el vestuario:

 

“No tengo ningún presupuesto para la ropa, ya que casi todo el vestuario es mío. Sólo si se hace algo especial lo paga Televisión y entonces se quedarían con el material”.

  

 

 

 

Sobre el diseño de la ropa:

 

“Los trajes me los hace Carmen de la Casa, que es la sastra del programa. Ella me presenta varios modelos y varias telas y entre las dos decidimos”.

 

Mayra Gómez Kemp - «Un, dos, tres...» (1983)

  

 

 

 

Sobre el balance de 1982:

 

“Desde luego, ha sido un año totalmente positivo. En cuanto a trabajo, no ha podido ser mejor, y no sólo por mi labor en televisión, sino en Antena 3, donde diariamente hago tres horas de radio en directo, que te llevan a practicar una gran gimnasia mental”.

  

 

 

 

Sobre sus deseos para 1983:

 

“Para mí, sin ningún género de dudas, 1982 ha sido mi gran año. Ya era hora de que me concediesen la oportunidad de poder demostrar todo lo que puedo dar de sí. Quizás ahora tenga delante de mí la papeleta más complicada, que es durante el 83 mantenerme en el plano en el que me encuentro en la actualidad”.

 

«Un, dos, tres...» - 1982

 

 

 

 

Sobre sus problemas como presentadora:

 

“Al principio sabía que me iba a jugar el tipo; ahora no tengo ningún problema. Lo único sería un plus de varices por estar tanto tiempo de pie”.

 

Mayra Gómez Kemp - «Un, dos, tres...» (1982)

 

 

 

 

Sobre su gran carga de trabajo:

 

“Tengo un agotamiento físico total, ya que vivo a caballo entre el programa diario de la emisora y las grabaciones de televisión. Es un agotamiento, en cambio, al que nunca doy la espalda y procuraré hacerlo con la mejor voluntad posible mientras dure”.

 

 

 

 

Sobre el éxito del programa:

 

“Es un programa muy divertido, con muchas cosas y muchos concursos”.

 

«Un, dos, tres...» - 1984

 

 

 

 

Sobre la dificultad de la grabación:

 

“La grabación es una locura general, los cambios de decorado son constantes y se arma una revolución increíble que acaba con la paciencia de cualquiera”.

 

 

 

 

Sobre su remuneración económica:

 

“Si este programa se hubiera hecho en Estados Unidos, a estas alturas ya me podría retirar”.

 

 

 

 

Sobre la popularidad:

 

“No hay ningún aspecto negativo por presentar «Un, dos, tres...». Únicamente que esa extrema popularidad que te proporciona un espacio como éste te obliga, prácticamente, a no tener vida privada. El hecho de que te reconozcan hasta de noche en un coche es sólo una muestra de ello. Por anteriores trabajos en televisión estaba acostumbrada a que la gente me reconociera pero en este caso ha sido algo impresionante. De todas formas, como el público siempre lo hace con cariño, se lo agradezco de todo corazón”.

 

 

 

 

Sobre su intervención como jefa de pista en un circo:

 

“No he aceptado continuar con esta tarea con continuidad porque con el «Un, dos, tres...» y con la radio tengo más trabajo del que puedo abarcar. Una semana está bien por aquello de que es una experiencia nueva y de que me han pagado muy bien, ¿por qué no decirlo? Además, me han tratado como a una reina”.

 

 

 

 

Sobre la necesidad de descanso:

 

“De vez en cuando conviene descansar la imagen para que el público no se empache”.

 

 

 

 

Sobre la despedida de sus azafatas:

 

“A mí es lo que más pena me da; pensar que será difícil repetir una ocasión como ésta, en la que estemos todas juntas. Quieras que no, el tiempo pasa, y unas se van, otras están en otro sitio..., con sólo decir, que después de todo el tiempo de trabajo, es la primera vez que estamos juntas fuera del plató”.

 

«Un, dos, tres...» - 1984

 

 

 

 

Sobre su autocrítica:

 

“La verdad es que quejarme sería de tontos, yo siempre pienso que las cosas se pueden mejorar y, de hecho, cuando me veo en imagen, no paro de corregirme y de pensar... pero estoy contenta, pienso que es una tarea difícil, la grabación es una locura general, por parte de todos, al haber tantas actuaciones y tantos cambios de decorado se arma una revolución increíble, en la que hay que ir contrarreloj, por lo que hace falta una paciencia infinita, antes de que te traicionen los nervios”.

 

 

 

 

Sobre la posible vuelta del concurso:

 

“Se habla de volver, aunque aún no hay nada firmado. Yo aún no he hablado con Chicho de este tema, aunque supongo que en el caso de que se reponga el programa me llamará”.

 

«Un, dos, tres...» - 1984

 

 

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