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Anécdotas y curiosidades de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» |
En esta sección queremos recoger algunas anécdotas y curiosidades relacionadas con las grabaciones de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!».
Una gran expectación y una magnífica promoción
Desde que se anunció la vuelta de «Un, dos, tres...» a TVE en el verano de 2003, el regreso del programa generó una gran expectación entre el público, deseoso de ver una nueva etapa del concurso más mítico y recordado, casi diez años después de su última emisión.
El estreno de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» vino precedido de una incesante promoción que fue aumentando aun más la expectación por el regreso del programa. Así, en las cortinillas de continuidad de TVE se pudieron ver animaciones de la calabaza Ruperta durante la Navidad de 2003; también en esas fechas, se emitió continuamente un anuncio en el que Chicho Ibáñez Serrador, acompañado de Luis Roderas y las seis azafatas del programa, desde un set ambientado en “Las mil y una noches”, animaba a los espectadores a comprar los libros del programa y rellenar los cupones de participación.
También, las azafatas Gloria Mezcua y Raquel Oliván, desde el set de contables y vestidas con el uniforme oficial, indicaban a los televidentes dónde enviar las cartas para participar como concursantes de la nueva etapa.
La misma semana del estreno del programa se convocó a todos los medios a una rueda de prensa desde el plató en el que se grababa «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» para explicarles las novedades de la nueva etapa; Narciso Ibáñez Serrador estuvo acompañado por Juan Menor (Director de TVE), Luis Roderas, las azafatas y por dos de los actores cómicos que aparecerían en la subasta: Antonio Ozores y Víctor Sandoval.
Además, el viernes 9 de enero de 2004, día del estreno, Chicho, Luis Roderas y dos azafatas estuvieron en el programa matinal de TVE promocionando la nueva etapa que comenzaría esa noche.
Tal ingente promoción y la natural expectación por el regreso del «Un, dos, tres...» motivaron que el primer programa fuera todo un éxito, con 6.803.000 espectadores de media (46’2% de share); fue la misma audiencia que cosechó la retransmisión de las campanadas unos días antes, lo que hizo que TVE anunciara a bombo y platillo el segundo programa diciendo que «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» había dado la campanada.
El único cauto en el equipo del programa ante tal resultado fue Narciso Ibáñez Serrador, consciente de que la audiencia del concurso iría bajando progresivamente conforme avanzaran las emisiones; no obstante, y quizás por no sospechar que el número de espectadores descendería tanto, declaró tras el primer programa que el «Un, dos, tres…» era como el Cid, ganaba batallas después de muerto.
Una telepromoción muy bien contextualizada
La marca de colchones FLEX quiso aprovechar el estreno de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» y el esperado éxito que tendría para realizar una telepromoción. Consistía en que Luis Roderas planteaba a unos ficticios concursantes de la subasta que para dejar uno de los tres regalos había que “reflexionar”; de repente, el presentador, los concursantes y todo el público se quedan dormidos y Luis comenta “todas las palabras que contienen la marca Flex producen un profundo y placentero sueño”.
El anuncio fue todo un éxito no sólo porque fuera visto por 8.313.000 espectadores (47’8% de share), sino también porque fue merecedora de un premio a la mejor telepromoción del año 2004.
Grabado con antelación
Aquel primer programa fue grabado con bastante antelación a su estreno y antes de la rueda de prensa de presentación; concretamente, el 18 de diciembre de 2003 el plató E-3 de los Estudios Buñuel volvió a imbuirse de la magia de “Las mil y una noches”, tema con el que en otras ocasiones habían comenzado otras etapas de «Un, dos, tres...».
El hecho de que el programa se grabara con antelación provocó un lapsus a Luis Roderas que invitó al concursante telefónico a gastarse los 500 euros ganados durante las fiestas de Navidad, por lo que hubo que repetir la toma y el concursante declaró que con el dinero le haría un regalo a su niña; el lapsus volvió a repetirse en la subasta, cuando se dirigió al público presente en el plató, pero esta vez supo solventarlo diciendo que tenía que advertir a los padres de los alumnos de la Facultad de Educación de Valladolid que sus hijos habían comenzado las fiestas en noviembre, y estaban en 2004 y aún llevaban los pañuelos puestos (se refiere a unos pañuelos en los que los alumnos deseaban felices fiestas).
Una nueva parte negativa
Aunque no era la primera vez en la historia de «Un, dos, tres...» que la parte negativa no era procedente de Tacañón del Todo (recordemos el personaje de “Eugenia Enchufols del Tot” en la cuarta etapa), «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» sí fue la única etapa en que no hubo personajes de Tacañón del Todo en la parte negativa; en su lugar, y por hilar con el tema de los libros, la parte negativa estaba inspirada en los bomberos de la novela “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, que se encargaban de quemar libros.
Inicialmente Chicho Ibáñez Serrador tenía pensado que esos personajes estuvieran interpretados por “Cruz y Raya”, pero el caché de Juan Muñoz y José Mota era tan alto que la colaboración se limitó a unas apariciones de Luis Roderas en «Cruz y Raya . com» en unos sketches en que los personajes de Tomás y Ramón concursaban en «Un, dos, tres...», y una aparición de Juan Muñoz junto a Pepe Carabias en el programa dedicado a “Sandokan” (23 de enero de 2004) y de los personajes de Tomás y Ramón en el programa dedicado a “Narraciones extraordinarias” (27 de febrero de 2004).
Los nervios del debut
En la grabación del primer programa, dedicado a “Las mil y una noches”, Luis Roderas estaba tan nervioso por el debut que le costaba hacerse con el programa al principio. De hecho, el diálogo inicial con el “coronel McPhantom” no estaba saliendo nada bien; hubo que repetir varias veces las tomas, y aun así el diálogo no fluía como debía. Narciso Ibáñez Serrador, temiendo que la grabación pudiera alargarse más de lo debido si durante todo el programa surgían dificultades de este tipo, decidió que no continuar intentando que saliera bien el diálogo y continuar con la presentación de las azafatas y desarrollo de la tanda de preguntas. Pero antes, y como buen director que es, bajó al plató y se llevó a una esquina a Luis. No sabemos lo que le dijo o le hizo, pero el caso es que Luis volvió a ponerse delante de las cámaras mucho más tranquilo.
El diálogo entre Luis Roderas y “McPhantom” se grabó una vez finalizada la tanda de preguntas, con los concursantes fuera de sus estrados, para lo que hubo que colocar a Luis un tanto desplazado de modo que la cámara que lo enfocaba no desvelara que los concursantes ya no estaban presentes.
Una vez tranquilo, Luis Roderas supo llevar con bastante maestría el desarrollo del programa, demostrando contar con una excelente capacidad de improvisación y una gran vis cómica, como pudo verse en la divertida anécdota de la llamada al concursante en casa que no acertaba a decir que “Las mil y una noches” era anónimo. La situación parecía haber sido guionizada de esta manera, pero es que a veces la realidad supera a la ficción.
Lo nervios por el debut también le pasaron factura a la azafata Magda Aizpurúa a la hora de grabar el juego del disfraz, en el que también participaban Esther Sánchez y Nieves Aparicio. Hubo desavenencias entre aquélla y Chicho, gritos y más gritos... Y lágrimas, lágrimas de una azafata que después de grabar esta sección fue emplazada a una reunión tras terminar la grabación. Reunión de la que resultó expulsada del programa.
Otro momento de tensión
Otro momento de tensión en este primer programa se vivió entre el público cuando el personaje de “Simbad, el marinero” (Javier Sáenz) apareció en escena arrojando sardinas y tripas de pollo al público.
Ya sabemos que en el «Un, dos, tres...» era habitual que el público fuera sometido a ciertas “torturas”, pero aquella noche, los pobladores de las gradas no estaban preparados para aquella lluvia de casquería. Se oyeron gritos de rechazo hacia Chicho: “Guarro, guarro”, y buena parte del público abandonó la grabación, obligando a ocupar los asientos vacíos a las chicas de figuración, vestidas de calle, para rellenar los huecos y disimular el desplante.
Dos amigos con un buen amigo del programa
Menos tensión provocó la actuación de Juan Tamariz, gran amigo del programa «Un, dos, tres...» y cuyas intervenciones eran habituales en todas las etapas, desde que fue el personaje de “don Estrecho” en la segunda etapa allá por 1976. Como curiosidad destacamos que en aquella actuación del inigualable prestidigitador colaboraron dos chicos del público muy seguidores del «Un, dos, tres...»: Francisco López Cámara, webmaster de una de las páginas webs dedicadas al concurso, y Cándido Martín, que además había sido concursante en el programa dedicado a la Bolsa de la séptima etapa (27 de septiembre de 1991).
La presencia de seguidores del programa en las gradas del plató fue constante durante toda la etapa; así pudimos ver a fans como Miguel Herrero, Santi, Juan Carretero, David Latorre, Manolo Devesa, Ausías, Víctor, etc.
El enconsertamiento de Luis Roderas
Si bien Luis Roderas demostró una magnífica capacidad de improvisación y un excelente sentido del humor desde el primer programa, en las primeras semanas de emisión se le notó más encorsetado y ceñido al guion y las instrucciones que le dictaba Narciso Ibáñez Serrador. Conforme avanzaban las emisiones Chicho le permitió soltarse más, sabedor de que eso beneficiaría al programa, ya que en directo con el público que acudía a las grabaciones conectaba inmediatamente y se los ganaba con su desparpajo.
Esta evolución de Luis Roderas también fue acompasada con su vestuario, que al principio era más serio, compuesto de traje, camisa y corbata oscuros, que acentuaban los rasgos angulosos de su cara; más adelante, los responsables de estilismo fueron incorporando colores más claros y alegres en sus camisas y corbatas, hasta que en los dos últimos programas utilizó un look más acorde con su edad: un traje de color más claro sin corbata.
Dos actores que se incorporaron en el segundo programa
Para finalizar con las anécdotas y curiosidades relacionadas con este primer programa podemos señalar que Víctor Sandoval no pudo participar en él porque el mismo día del rodaje (18 de diciembre de 2003) se encontraba grabando el especial de Nochevieja para Telemadrid. Chicho quiso respetar este compromiso previo contraído por Víctor y permitió que se incorporara al «Un, dos, tres...» en el segundo programa; a cambio, Víctor estuvo presente en la rueda de prensa de presentación de la nueva etapa.
Otro actor cómico que no estuvo en el primer programa (aunque también estuvo en la rueda de prensa), pero cuya actuación estaba prevista para el segundo programa, dedicado a “Drácula” (16 de enero de 2004), era Antonio Ozores. De hecho, la actuación fue grabada, pero finalmente descartada en el proceso de post-producción. En la foto vemos al veterano actor ante la mesa de Luis Roderas en la actuación que nunca vimos en televisión.
Finalmente, pudimos ver a Antonio Ozores en los dos programas siguientes, dedicados respectivamente a “Sandokan” (23 de enero de 2004) y a “El retrato de Dorian Gray” (30 de enero de 2004), sin que volviera a aparecer ya en el siguiente programa, que estuvo dedicado a “Cuento de Navidad” (6 de febrero de 2004) .
La ausencia de Chicho en “Cuento de Navidad”
En ese programa dedicado a “Cuento de Navidad” ya no estuvo Antonio Ozores, pero tampoco Chicho Ibáñez Serrador, que delegó la grabación de aquel día en Marisa Paniagua, su ayudante de realización desde 1992 y que, ya convertida en realizadora adjunta, conocía perfectamente la mecánica del «Un, dos, tres...» y sabía llevar la batuta para dirigir al equipo. El programa salió redondo y sólo notaron la ausencia de Chicho las personas que asistieron de público al plató, que no pudieron saludarlo.
Una dirección y realización compartida
Cuando Narciso Ibáñez Serrador realizó «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» tenía sesenta y ocho años y el peso de la edad se hacía notar; Chicho ya no tenía la fuerza que le caracterizaba en los años ochenta y noventa para liderar y dirigir un programa de la envergadura de «Un, dos, tres...», y aunque estuvo al pie del cañón pendiente de cada detalle, en esta última etapa también supo delegar mucho más en su compañera Marisa Paniagua.
En esta etapa, la dirección y realización del programa fue compartida entre Chicho y Marisa, encargándose ésta fundamentalmente de la realización de la eliminatoria, tiempo que Ibáñez Serrador aprovechaba para descansar.
La supresión de una escena con una chica del público
La actuación de la actuación de Ozores en el programa dedicado a “Drácula” (16 de enero de 2004) no fue la única que se suprimió en esta etapa. En el programa dedicado a “La vuelta al mundo en ochenta días” (20 de febrero de 2004) se suprimió la intervención de Pablo Sánchez y Víctor Carretero, que aparecieron vestidos de indios y propusieron cortarle la cabellera a una chica del público por unos cuantos euros. La chica tenía la pierna escayolada y posiblemente Chicho pensara que la bajada por la escalera de la valiente no había sido lo suficientemente rápida como para mantenerla en el montaje final.
La supresión de un número de hipnosis
Pero Chicho utilizó la “tijera” de post-producción es más ocasiones; Manolo Sarriá (“la viuda de Paco”) y Luis Roderas llegan a bromear en uno de los programas sobre este asunto. Por ejemplo, en el programa dedicado a “Narraciones extraordinarias” (27 de febrero de 2004) se quiso contar con la actuación del hipnotizador Ricard Bru, pero el caso es que no se consiguió que nadie del público entrara en estado de hipnosis, y después de emplear bastante tiempo en intentarlo, Narciso Ibáñez Serrador decidió suprimir el número, a pesar de que tradicionalmente en «Un, dos, tres...» las actuaciones de hipnotizadores habían funcionado muy bien y habían tenido mucho éxito.
La supresión del número de “Tati y Quieti”
La fundación ALPE elevó una queja a TVE por entender que se hacía burla de las personas afectadas de acondroplasia a través de los personajes de “Tati y Quieti”. Desde la Dirección de TVE se les indicó que no era esa la intención de los sketches protagonizados por Manolo Sarriá (“La viuda de Paco”) y Melvi Díaz Bautista y José Libardo Maldonado. Además, se invitó a varios miembros de la Fundación para que visitaran el plató del programa y asistieran a una grabación para que pudieran comprobar in situ el gran cariño que todo el equipo sentía por estos dos compañeros actores.
A pesar de que tras la visita a los Estudios Buñuel los responsables de ALPE quedaron convencidos de que no se infringía ningún trato vejatorio a estos dos actores, el equipo de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» se encontró con la desagradable sorpresa de que la fundación ALPE había presentado una queja formal ante el Defensor del Pueblo. Para evitar la polémica, Narciso Ibáñez Serrador decidió suprimir los personajes de “Tati y Quieti”.
En el programa dedicado a “Rimas y Leyendas” (5 de marzo de 2004) Luis Roderas anunció antes de la subasta que se habían visto obligados a prescindir de estos dos queridos personajes. Antes de grabar, se avisó al público presente en el plató que Luis iba a hacer este aviso y se les dio libertad para reaccionar como quisieran. La respuesta de todo el público fue unánime: se pusieron de pie y ovacionaron a “Tati y Quieti” durante un buen rato.
En este vídeo podemos ver el momento en cuestión:
“¡Que os den!”
También en el programa dedicado a “Rimas y Leyendas” se produjo una anécdota curiosa cuando Gloria Mezcua se acercó a la mesa de la subasta a traer el regalo procedente de un número musical. Al retirarse, en lugar de desear suerte a los concursantes les dijo: “que os den...”. Lógicamente hubo que cortar y repetir la toma, pero Luis Roderas no quiso desaprovechar la ocasión para bromear con el asunto.
En este vídeo vemos el número musical completo y la escena de la que estamos hablando:
Caídas y tropezones
El programa dedicado a “Rimas y Leyendas” fue también el programa de las caídas. Una de ellas la vimos en pantalla; Luis Roderas comienza a resbalar con la sustancia que simulaba la defecación de unas golondrinas hasta que al final se cae. A Narciso Ibáñez Serrador le hizo gracia la caída y la dejó en el montaje final.
La segunda caída fue más aparatosa, y no se vio en televisión; el actor Pepe Pascual, después de su actuación ante la mesa de la subasta subió la escalera pero tropezó y acabó dando de bruces en la parte de la escalera que queda oculta a las cámaras.
Caída en picado de la audiencia
Desgraciadamente, lo que también fue cayendo progresivamente semana tras semana fue la audiencia del programa. De pasar de ser líderes absolutos, y a pesar de que durante cinco programas, «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» superó en espectadores a sus rivales, y durante cinco programas más, a pesar de no ser la opción más vista, consiguió el minuto de oro del día, el concurso pasó a tener una cuota de share muy baja.
Narciso Ibáñez Serrador quiso solucionarlo aportando cambios y novedades, sobretodo en el equipo de actores cómicos, con la incorporación de Quique San Francisco, Llum Barrera o Eduardo Aldán, o introduciendo pruebas físicas en el juego de consolación de la eliminatoria, pero aun así, el «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» no dejó de perder espectadores, lo que precipitó un final adelantado.
Lo que Chicho no quiso cambiar de ninguna de las maneras, por ser una seña de identidad de «Un, dos, tres...» casi desde sus principios, pero especialmente desde 1983, fueron los números musicales. A pesar de que la curva de audiencia bajaba considerablemente con la emisión de los musicales de la subasta, Ibáñez Serrador mantuvo uno o dos por programa, ya que consideraba que aportaban valor y contenido al programa.
El desagradable anuncio del final
Durante la grabación del programa dedicado a “La Pimpinela Escarlata” el equipo de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» se enteró de que estaban haciendo el último programa. De hecho, Luis Roderas anuncia después de la tanda de preguntas que el siguiente programa estaría dedicado a “Las minas del Rey Salomón”, pero al empezar la subasta nos explica que es el último programa de la etapa. El disgusto entre el equipo al enterarse de esa forma de que estaban grabando el último programa fue mayúsculo y las lágrimas resbalaron por las mejillas de más de uno y de dos miembros tanto del equipo artístico como del técnico.
Los decorados y el vestuario de los dos siguientes programas (“Las minas del Rey Salomón” y “El prisionero de Zenda”) ya estaban preparados por lo que Chicho Ibáñez Serrador se ofreció a realizar gratuitamente para TVE ambos programas o, al menos, uno de ellos, para poder darle un final digno al «Un, dos, tres...»; pero no le dejaron. A pesar de ser el “buque insignia” de TVE, no tuvo un trato diferenciado del resto de programas que no alcanzaban la audiencia esperada de ellos: fue suprimido de la parrilla de programación, dándose la paradoja de que siendo el último «Un, dos, tres...» que dirigió Narciso Ibáñez Serrador, no tuvo la despedida a la que nos tenía acostumbrados.
El misterio de la “baronesa Ampudia”
La cancelación adelantada del programa motivó que los espectadores no nos enteráramos de los motivos por los que Luis Roderas llamaba “baronesa Ampudia” a la azafata Victoria Ampudia. El presentador había prometido que en alguna emisión revelaría el secreto pero quedó como “secreto de sumario” para siempre.
Se vendieron veintiún libros
Como los programas dedicados a “Las minas del rey Salomón” y “El prisionero de Zenda” estaban en pre-producción, Planeta DeAgostini puso en comercialización los dos libros correspondientes, de modo que a pesar de que «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» contó con diecinueve emisiones, la colección de libros del programa está compuesta de veintiún clásicos de la Literatura universal.
La venta de libros fue un éxito; por ejemplo, de “Las mil y una noches” se pusieron en circulación cincuenta mil ejemplares de los que se vendieron cuarenta y cinco mil. Si bien la audiencia no fue la más alta de la historia de «Un, dos, tres...», Chicho Ibáñez Serrador se salió con la suya, ya que antes de comenzar las emisiones del concurso declaró que no le interesaba tanto la audiencia como que la gente leyera.
Seis programas más de los contratados inicialmente
A pesar de haber sido cancelado anticipadamente, hay que señalar que «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» contó con seis emisiones adicionales a las inicialmente contratadas por TVE, que fueron trece. El Ente Público pagó por esas trece primeras emisiones casi seis millones de euros, según un reportaje publicado en la revista Interviú, en el que se revelaron algunos detalles del presupuesto del concurso, como los emolumentos de Chicho y del presentador, o el beneficio que obtenía PROINTEL por la producción, cuantificado en un 5 % sobre la contratación de artistas y en un 10 % en el resto de partidas.
A pesar del alto presupuesto del concurso por programa (más de 450.000 euros por programa), TVE defendía que «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» obtenía una rentabilidad del 30 % por encima de su coste. |
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