Narciso Ibáñez Serrador,

el director y realizador de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!»

Seguramente, cuando Narciso Ibáñez Serrador “dinamitó” el plató del «Un, dos, tres...» en el último programa de la novena etapa (1993-1994), su intención era no volver a abrir el cajón del «Un, dos, tres...» nunca más. Y, de hecho, pasaron casi diez años hasta que volvió a poner en marcha el concurso.

Lo que hizo cambiar de idea a Chicho fue la posibilidad de poner el «Un, dos, tres...» al servicio de la promoción de la lectura. “No hubiera hecho el «Un, dos, tres...» normal, pero éste sí porque me permite hablar de los libros”, declaró al respecto.

La apuesta era arriesgada; se trataba de hacer un programa cultural sin que resultara aburrido, de forma que pudiera llegar al mayor número de público posible. “Para mí los programas de literatura han sido y son muy aburridos; no llegan al público a que deben llegar, que son los que no leen”.

Por eso consideró que el «Un, dos, tres...» sería perfecto para fomentar la lectura: un programa divertido, familiar, blanco y ameno, recordado y querido por todos los espectadores. Cada emisión estaría dedicada a una novela de la literatura clásica, sobre la que girarían los sketchs, el decorado, los trajes, los números musicales, las preguntas... Ésa sería la única novedad: la temática; por lo demás, el concurso conservaría su estructura y mecánica, y sus símbolos míticos, como la sintonía, las músicas de fondo y fanfarrias, y, sobretodo, la calabaza Ruperta.

La vuelta de «Un, dos, tres...» fue ya anunciada en la prensa en el verano de 2003, y en septiembre de ese año se dio a conocer la identidad del que iba a ser el nuevo presentador del programa y Chicho comenzó el proceso de selección de azafatas; ese casting fue emitido en diciembre por La 2.

El equipo de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» era totalmente renovado, con un presentador desconocido para el público nacional, Luis Roderas, y seis nuevas azafatas, aunque las dos “secretarias del presentador” eran procedentes de etapas anteriores, Nieves Aparicio, que era azafata, y Esther Sánchez, que era bailarina.

Los humoristas también eran nuevos; no obstante, Chicho quiso contar en el programa, aunque fuera esporádicamente, con actores cómicos que habían trabajado con él en muchas ocasiones previamente en el programa, como Arévalo o Antonio Ozores. El único actor fijo procedente de etapas anteriores fue Manolo Sarriá (“Sacapuntas”), con quien Chicho quiso contar para que se recuperara de la muerte de su compañero Juan Rosa.

Aunque Chicho tenía ya sesenta y nueve años cuando dirigió «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!», demostró estar en plena forma y estuvo al frente de la dirección y realización como en etapas anteriores.

Tan sólo faltó a la grabación del quinto programa, dedicado a “Cuento de Navidad” (6 de febrero de 2004), en el que le sustituyó Marisa Paniagua, su ayudante de realización desde 1992, y con quien compartió en esta décima etapa las labores de dirección y realización del concurso.

A diferencia de otras etapas, en las que Chicho Ibáñez Serrador apareció con más frecuencia en pantalla, en ésta sus intervenciones fueron sólo tres: en los dos primeros programas charlando con el perro “don Mariano” y en el dedicado a “Frankenstein”, protagonizando un sketch al comienzo junto a Javier Sáenz y Luis Roderas. Además, en el programa dedicado a “Rimas y Leyendas”, después del resbalón del presentador, que se quedó en el montaje final, se le escucha en off pidiéndole que repitiera la caída.

En los dos primeros programas de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!», Chicho apareció al comienzo del programa charlando con el perro don Mariano acerca del programa.

En este vídeo vemos aquella primera conversación:

En el programa dedicado a “Frankenstein”, Chicho protagonizó junto a Javier Sáenz y Luis Roderas un sketch al comienzo del programa:

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