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Lo que dijeron o se dijo de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» |
En este apartado queremos recoger las declaraciones que en torno a «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» vertieron Narciso Ibáñez Serrador, Luis Roderas, las azafatas, los cómicos, etc.
Además, recogeremos algunas de las críticas que se publicaron en la prensa acerca del programa.
Narciso Ibáñez Serrador
Preguntado por cómo se le ocurrió poner en marcha esta nueva etapa del concurso, basándose en la lectura, Chicho Ibáñez Serrador contestó que “el «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» surgió de un reto. Siempre me preguntaban si no es posible hacer un programa que divierta y a la vez enseñe. Le fui dando vueltas y creo que ésta es la primera vez que se hace un programa que pretende ser rociado con unas gotitas divulgativas y de cultura”.
Y es que la principal motivación de Ibáñez Serrador a través de esta renovada versión de su programa más famoso era fomentar la lectura, sobretodo, entre los más jóvenes; por eso le oímos decir “si la gente lee me compensará más que las audiencias”.
Además, Chicho estaba muy orgulloso del espacio porque “éste va a ser, probablemente, el único programa auténticamente blanco de la televisión”.
Cuando Narciso Ibáñez Serrador dirigió el primer «Un, dos, tres... responda otra vez» tenía 37 años; al enfrentarse a este nuevo «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» tenía 68: “me encuentro cansado porque este programa es mucho programa para una sola persona. Después de tanto tiempo he perdido la práctica, pero en cuanto llevemos dos o tres programas grabados, moriré o volveré a coger la forma rápidamente”.
De entre las múltiples mascotas del programa, la elegida para esta etapa del programa fue nuevamente la calabaza Ruperta. “He decidido rescatar a la Ruperta —declaró Chicho— porque es un emblema del «Un, dos, tres...» y todo el mundo se acuerda de ella. La Ruperta nunca morirá”.
A pesar de ser un programa con un alto coste de producción era totalmente rentable, ya que generaba un beneficio de un 30 % por encima de su coste, de ahí que José Antonio Sánchez, Director General de RTVE, y Juan Menor, director de TVE, estuvieran encantados con el proyecto. Además, se contaba con el apoyo del Ministerio de Cultura.
Juan Menor declaró “es una vuelta a una televisión artesanal, hecha con mimo y cariño, que esperamos que sea moderna, una muestra de la televisión del siglo XXI”.
Sobre la elección de Luis Roderas como presentador Narciso Ibáñez Serrador explicó que “siempre he tenido la manía de lanzar gente nueva y joven porque los jóvenes le ponen una enorme ilusión a lo que hacen”. Además dijo de él que “es un auténtico hallazgo, tiene unas cualidades increíbles, domina mentalmente el programa, tiene capacidad de improvisación y compenetración con el público”.
Sobre las azafatas dijo que “quiero que no parezcan chicas lámpara. No enseñarán mucha pierna ni excesivos escotes, no por censura, sino por elegancia”.
Luis Roderas
Luis Roderas vivió un sueño cuando Chicho lo eligió como presentador de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!»: “Para mí presentar el «Un, dos, tres...» lo es todo. Ha sido un regalo de Dios”. Pero era consciente del enorme reto que suponía presentar el concurso: “Estoy muy ilusionado porque estoy viendo cumplirse el gran sueño de mi vida, pero a la vez muy agobiado por la responsabilidad que se me viene encima”.
Sobre el director del programa declaró que “la experiencia de trabajar con Chicho es increíble. Todo el mundo habla de él como un jefe duro y estricto; yo, en cambio, he visto un jefe divertidísimo y que tiene muy claro lo que quiere. Chicho es una persona de la que aprendo hasta cuando está callado”.
Como muchísimos españoles, Luis Roderas creció viendo el «Un, dos, tres...» en familia: “He visto programas de todas las temporadas y de todos los presentadores, pero Mayra Gómez Kemp es mi referencia directa”. Eso sí, Luis tenía claro que “en ningún momento voy a tratar de imitar a ninguno de los anteriores presentadores del «Un, dos, tres...»; sería un suicidio porque está claro que yo no les llego a ninguno de ellos ni a la suela de los zapatos”. En cambio, todos los seguidores del programa estamos de acuerdo en que Luis presentó el concurso con muchísima dignidad y supo estar a la altura de las circunstancias.
En «Un, dos, tres...» Luis pudo utilizar todas esas frases y muletillas que ya son míticas de los presentadores del concurso y otras que él mismo incorporó; “este espacio tiene un vocabulario propio que yo quiero volver a utilizar, porque forma parte de la historia del «Un, dos, tres...»”.
Luis fue un poco adivino al comienzo de la etapa porque declaró: “Espero que el programa tenga por lo menos 19 ediciones, porque la etapa que presentó Bachs se quedó en 18; no me gustaría pasar a la historia como el presentador que menos emisiones estuvo al frente de «Un, dos, tres...»”. Y, al final, fueron 19 los programas que compusieron la décima etapa del concurso.
Las azafatas
Salvo para Esther Sánchez y Nieves Aparicio, que ya habían trabajado en «Un, dos, tres...» anteriormente, para el resto de las azafatas trabajar en «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» era una nueva experiencia de la que querían disfrutar al máximo.
Raquel Oliván, la rubia de las azafatas, declaró que “sé que voy a aprender mucho de todas mis compañeras y sobretodo de Chicho, que va a ser un gran maestro y me ayudará a crecer profesional y personalmente”.
En términos parecidos se expresaba Marta García, quien dijo que “Chicho es una fuente de información y de experiencia que se nota con su presencia”. Además, destacó que su labor como azafata era muy importante: “No me siento ningún florero en el programa, por mucho que diga la gente”.
Una de las benjaminas del grupo, Gloria Mezcua, vivía ilusionada el momento: “Es una experiencia nueva; si me sirve para trabajar en el futuro en programas tan enriquecedores como éste, pues mucho mejor”.
Laura de la Calle no daba crédito a lo que estaba viviendo: “Me llevé una sorpresa al ser elegida; no me lo esperaba, sobretodo cuando vi las chicas tan bien preparadas que había en los castings. Espero aprender muchísimo”. Y de Chicho destacó que “en el programa es muy serio, pero fuera es un cachondo”.
Los cómicos
Miky McPhantom, el primero que ocupó el puesto de la “brigada Fahrenheit 451”, declaró que “Chicho es un profesional de primera, que respeta a todo el mundo por igual, y a mí no deja de sorprenderme nunca”.
Para Víctor Sandoval la experiencia fue un lujo: “Ha sido una sorpresa maravillosa. Cuando me llamó Chicho para proponerme trabajar como actor en el nuevo «Un, dos, tres...» casi no me lo podía creer. Estoy como si me hubiera tocado la lotería”. Eso sí, no podía ocultar que estaba nervioso “porque Chicho Ibáñez Serrador es un nombre escrito con letras de oro en la televisión, y me preocupa no estar a la altura de lo que espera de mí”.
Manolo Sarriá se mostró feliz por el éxito obtenido nuevamente en «Un, dos, tres...»: “es la segunda vez que trabajo en el programa y en las dos ocasiones ha funcionado bien. Creo que el cariño de la gente es la razón”.
Llum Barrera reconocía que “claro que veía el «Un, dos, tres...» cuando era pequeña. Toda una generación estaba esperando a que llegara el viernes para verlo. Era el gran espectáculo de la semana”. Además bromeaba señalando que “de pequeña soñaba con ser azafata pero luego me di cuenta de que tenía mejores chistes que piernas, así que cambié mi sueño por ser Beatriz Carvajal. Cuando la conocí se lo dije”.
Quique San Francisco, que fue una de las últimas incorporaciones declaraba que “me hizo mucha gracia que Chicho me llamara. Recuerdo cuando el programa era en blanco y negro, pero no le hacía mucho caso; tenía 13 ó 14 años y prefería salir con chicas”.
Como todos recordamos, hubo que suprimir los personajes de “Tati y Quieti” por las quejas que manifestaron los miembros de la Fundación ALPE. Melvi Díaz Bautista, uno de los actores afectados por la medida, arremetía contra la Fundación diciendo “en el programa no hay ningún tipo de vejaciones y nos aprecian mucho. Nos quieren quitar el pan de la boca porque dependemos de esto para vivir”.
Chicho Ibáñez Serrador se vio obligado a suprimir estos dos personajes, aunque mantuvo en nómina a los dos actores. “Hemos suprimido el gag de Tati y Quieti, pero seguiremos contando con los dos actores, porque forman parte del equipo y ellos no han tenido la culpa; intentaremos buscarles un nuevo papel en el programa”.
Manolo Sarriá, compañero de Melvi y José en el programa, se mostró indignado con la Fundación ALPE: “han conseguido que estos dos señores no trabajen más y se queden en el paro. No había maltrato ninguno, ya que ellos representaban el papel de niñas traviesas y yo de madre que se enfadaba con ellas”.
La crítica
En general, «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» cosechó muy buenas críticas entre los expertos en televisión, aunque no dejaron de destacarse también aspectos negativos.
Por ejemplo, Manuel Martín Ferrand escribía que “si bien se mira, el «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» no es más que un gigantesco spot publicitario de más de tres horas de duración. Algo, en principio, impropio de una televisión de Estado. Y, sin embargo, el programa constituye un gran éxito de audiencia y redime a la más deficitaria de las televisiones públicas de muchas de las miserias que anidan en la parrilla de su programación. El secreto está, sin duda, en Narciso Ibáñez Serrador, que, avanzado sesentón, sigue siendo capaz de demostrar que el talento y la profesionalidad son la madre del cordero audiovisual”.
Chapete destacó el papel de las nuevas azafatas y escribía en La Razón que “lo mejor de este recomendable «Un, dos, tres...» del siglo XXI es que permanece fiel al clásico. Sigue apareciendo esa orgía de esculturales azafatas guapas y sonrientes. Llevan todavía las gafas redondas (qué nostalgia), las minifaldas, los escotes de siempre. Pero la gran diferencia, intelectualidad aparte, es que en aquellos primeros setenta, las carnes jóvenes de las chicas eran osadas y revolucionarias, eran una pica en Flandes; hoy son el decorado modosito del programa blanco por excelencia. Este «Un, dos, tres...» es la antítesis de los grandes hermanos, del morbo, del cotilleo...”.
Chapete también criticó positivamente la elección de Luis Roderas como presentador. “Como pasa con los buenos reservas que después de abrirlos hay que dejar un rato para que se oxigenen, el nuevo «Un, dos, tres...» ha ido cogiendo oxígeno con el paso de los programas. El viernes asistimos a la tercera entrega, y ya todo funcionaba a la perfección. Luis Roderas está demostrando con creces que se merecía la confianza que Chicho ha puesto en él”.
Desde el diario ABC se calificó de "atrevimiento plausible y atrayente” el hecho de que el nuevo «Un, dos, tres...» girara en torno al universo de los libros.
Lo que se dijo el día después de la “patada” a Chicho
Como todos recordaremos, «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» fue suprimido de la parrilla de programación de TVE por Carmen Caffarell de una manera injusta y vejatoria. Al día siguiente de aquella desafortunada decisión se produjeron declaraciones de personalidades importantes del mundo de la televisión.
José Luis Uribarri, por ejemplo, declaró que “me sorprende esta noticia y me parece deplorable. Para mí ha sido un maestro del que he podido beber de su inteligencia. Es un hombre de talento demostrado, eso está fuera de toda duda. Me ha dolido muchísimo. No entiendo que Chicho se haya ofrecido a terminar dignamente su programa y no se lo hayan permitido”.
La que fuera presentadora del «Un, dos, tres...» en los años 80, Mayra Gómez Kemp, manifestó que “lo siento mucho por Chicho que lleva toda una vida en TVE. La audiencia manda, pero hay formas y formas. No es forma ésta de echar a un profesional. Estoy segura de que Chicho está muy dolido, pero aún tiene recorrido y carrete para largo”.
Otro grande de la televisión como Manuel Martín Ferrand defendió a Ibáñez Serrador de esta manera: “Chicho no es una estrella de la frivolidad, sino un intelectual de la televisión. Es el único profesional de TVE que ha sido rotundamente fiel a la cadena. Cuando surgieron las privadas, le ofrecieron puestos en Antena 3 que cualquier otro profesional hubiera soñado y los rechazó. Más de la mitad de os premios de las vitrinas de TVE son suyos. Que sea despedido de una manera tan frívola demuestra una gran ignorancia y resulta ofensivo para el trabajo profesional”.
Un periodista de raza como Tico Medina declaró que “conociendo a Chicho sé que estará muy dolido. Es muy fuerte lo que le han hecho. A Chicho, que es un sabio de la televisión, no sólo hay que tratarlo con respeto por lo que tiene de leyenda, sino porque él inventó las audiencias millonarias. Por dignidad y por todo lo que ha dado por el medio, le tenían que haber dejado terminar con brillantez sus emisiones”.
Y, finalmente, Fernando Colomo dijo que “«Un, dos, tres...» era y es un programa emblemático y Chicho un profesional de reconocido prestigio. Cuando el programa regresó me pareció algo maravilloso, además con el aliciente de que en esta nueva etapa se quería fomentar la lectura. Me parece lamentable que se trate de esta manera a los profesionales que han dado lo mejor de ellos a un medio”. |
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