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Anécdotas y curiosidades |
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LA GÉNESIS DEL PROGRAMA
«Un, dos, tres... responda otra vez» nació por un encargo que Salvador Pons, el por entonces director de programas de TVE, le hizo a Narciso Ibáñez Serrador. Estaban buscando un concurso para la noche de los lunes, y a Pons se le ocurrió que su amigo Chicho sería idóneo para diseñarlo, ya que tenía experiencia en ese tipo de formatos durante su estancia en Hispanoamérica.
Cómo nació la idea de «Un, dos, tres...» en la mente de Ibáñez Serrador lo conocemos todos: empezó a darle vuelta a los tipos de concurso que existían hasta el momento y llegó a la conclusión de que eran tres: preguntas y respuestas, pruebas de habilidad y pruebas psicológicas. Para hacer un concurso completo decidió mezclar las tres fórmulas (de ahí el nombre de «Un, dos, tres...») y sobre esta base añadir elementos innovadores, como la presencia de seis guapísimas chicas por un lado, que eran la parte positiva junto al presentador, y la existencia de un jurado contrario a los concursantes, que era la parte negativa.
LA ELECCIÓN DE LOS PROTAGONISTAS
El elegido para presentar el programa fue Kiko Ledgard, por varios motivos. El primero y fundamental fue que él mismo le dio la idea a Chicho de hacer en España un concurso similar al que él ya había hecho en Perú, «Haga negocio con Kiko», basado en «Let’s make a deal», que era básicamente la mecánica de la subasta del «Un, dos, tres...». Además Kiko era perfecto para el cometido de presentar un programa de corte familiar como pretendía ser el concurso, ya que era padre de familia numerosísima y conectaba perfectamente con todo tipo de público.
La elección de Valentín Tornos como “don Cicuta” fue debida a un casual encontronazo. Chicho Ibáñez Serrador ya tenía pensado que quería para su nuevo concurso un personaje negativo que fuera una caricatura del Régimen y representara lo más negro y oscuro de la sociedad, ávaro, envidioso, tacaño y moralista. Un día caminando por los pasillos de Prado del Rey se encontró con el actor Valentín Tornos, le saludó cordialmente pues habían trabajado juntos en alguna ocasión y le preguntó si tenía algún proyecto a corto plazo. Como el veterano actor le contestó que no, le propuso hacer el papel de “don Cicuta” y éste aceptó enseguida.
COMIENZOS HUMILDES
El programa comenzó de una forma muy humilde; hasta TVE lo concibió así, ya que la hora de emisión al comienzo de la etapa era bastante avanzada; es decir, no se emitía en el horario de máxima audiencia. La mecánica era sencilla: preguntas y respuestasde dificultad baja-media a cuatro parejas, pruebas físicas y una parte final en el que se ofrecían unas cuantas cajas y dos puertas a la pareja de concursantes ganadora de la prueba eliminatoria.
Pero en estas primeras emisiones no había tema específico, ni actores cómicos que acercaran los regalos a la mesa de la subasta.
DOS PROGRAMAS PILOTOS QUE TERMINARON SIENDO EMITIDOS
Para ir probando el funcionamiento de la mecánica del concurso y para que los protagonistas se habituaran al formato y a sus respectivos papeles, se grabó un primer piloto que sirvió a Narciso Ibáñez Serrador para corregir determinados defectos que se produjeron durante el desarrollo de la grabación. Una vez claro aquello que había que mejorar se grabó un segundo programa piloto cuyo resultado fue mucho mejor que el primero. A pesar de que el primero no había resultado tan bueno como deseaba Chicho, en TVE consideraron que no había quedado tan mal y finalmente se emitieron los dos pilotos, que fueron los dos primeros programas.
UN ÉXITO INESPERADO
Poca gente confió en que el programa fuera a funcionar. Narciso Ibáñez Menta, padre de Chicho, le recriminó que, después de una dilatada carrera dirigiendo dramáticos, se dedicara a hacer concursos; otros recelaban de que un personaje como “don Cicuta”, negativo y contrario a los concursantes, fuera bien recibido por el público; otros se escandalizaban de que unas señoritas aparecieran en minifalda acompañando al presentador...
Pero el programa funcionó. En las ocho primeras emisiones el nombre de Narciso Ibáñez Serrador no figuraba para nada. Se encargaba de dirigirlo, pero no aparecía en los títulos de crédito. La realización se la encomendó a su buen amigo y compañero Eugenio Pena.
Fue el crítico de televisión Enrique del Corral el que reclamó desde el periódico “ABC” que el auténtico responsable del programa diera la cara ante el éxito arrollador que estaba teniendo en sus primeras semanas de emisión. De este modo Chicho empezó a figurar en los títulos de crédito del programa con letras grandes y bajo el lema “Y si todo falla, el responsable será... Narciso Ibáñez Serrador”.
Aunque en 1972 no se registraban las audiencias en la forma en que a partir de los años noventa comenzaron a medirse con el nacimiento de las televisiones privadas, lo cierto es que de alguna manera se computaban para comprobar la aceptación por parte del público, y «Un, dos, tres... responda otra vez» fue uno de los de mayor audiencia de la historia de TVE hasta ese momento.
LAS CLAVES DEL ÉXITO
Cuando Kiko Ledgard era preguntado por las claves del éxito del programa respondía humildemente que detrás del espacio estaba el talento de Chicho Ibáñez Serrador, que había sabido orquestarlo perfectamente, logrando un balance adecuado entre las distintas partes del concurso; y, desde luego, Kiko tenía claro que el personaje de “don Cicuta” interpretado magistralmente por Valentín Tornos, era una pieza fundamental del éxito del programa; igual que las secretarias. Para este actor el éxito obedecía a diversos factores, pero claramente uno de ellos era su personaje, ya que Chicho había tenido la habilidad de crear un jurado contrario a los concursantes pero humorístico, lo cual ha conseguido que a todo el público, y especialmente a los niños, les haya encantado.
Y a Kiko y a Valentín no les faltaba razón; todos los elementos que integraba el «Un, dos, tres... responda otra vez» coadyuban al éxito del concurso; la convivencia entre una “parte negativa” formada por los señores procedentes de Tacañón del Todo, y una “parte positiva” compuesta por seis guapas y simpáticas azafatas, que aportaban frescura al programa, resultó muy original y exitoso.
Narciso Ibáñez Serrador, por su parte, lo tenía claro; en cuestión de concursos estaba todo inventado, así que el éxito de «Un, dos, tres... responda otra vez» no podía radicar sino en la forma tan original en que era presentado al público, con un jurado negativo con toques humorísticos, así como el hecho de que el presentador estuviera acompañado de seis bellas señoritas que aportaban frescura y simpatía al programa.
KIKO LEDGARD, UN EXPERTO EN CONCURSOS
Pero tampoco había que olvidar que la elección del presentador, Kiko Ledgard, fue todo un acierto y ayudó a que el concurso funcionara prefectamente, ya que contaba con gran experiencia en este tipo de formatos, por sus trabajos anteriores en la televisión peruana.
Kiko era experto en aportar frescura y naturalidad al programa; en lo que se denomina “calentar el ambiente”, hablando con los concursantes, con el público, haciendo piruetas para entretener los tiempos muertos de la grabación, etc. Por eso, cuando la cámara empezaba a grabar todo el plató se sentía como en casa.
No obstante, Kiko manifestaba que presentar en España no era igual que hacerlo en las televisiones americanas, en las que el presentador no adoptaba un papel tan serio y grave; allí presentaban con más informalidad, en el buen sentido de la palabra de no guardar tanto las formas.
LAS GAFAS DE LAS SECRETARIAS
Uno de los elementos más característicos de las secretarias del programa fueron sus enormes gafas de concha sin cristales. Se rumorea que preparando el programa Kiko Ledgard le confesó a Chicho Ibáñez Serrador que a él le parecían muy atractivas las chicas con gafas, porque les aportaba un aire intelectual muy interesante; Chicho, con su característico sentido de la hipérbole para magnificarlo todo, no dudó un momento en aportar a las azafatas unas gafas enormes.
Todas ellas coincidían en señalar que con ellas se veían feas, que se sentían ridículas o que no les favorecían; además, reconocían que con algunos de los vestuarios que utilizaron, como el de valencianas, estaban para matarlas con esas gafas tan grandes.
EL PAPEL DE LAS AZAFATAS
En un primer momento la idea era que cada una de las azafatas tuviera un papel y personalidad particular que la diferenciara del resto; así, por ejemplo, estaba previsto que Britt fuera la chica-tropiezos”; finalmente, esta idea no se llevó a cabo y la única diferencia entre las secretarias era las funciones que realizaba en el programa.
LOS NOMBRES ARTÍSTICOS DE ALGUNAS AZAFATAS
Entre estas azafatas había chicas que, o bien ya habían hecho trabajos como artistas, o bien tenían esperanza en que el programa supusiera para ellas una oportunidad única para comenzar su carrera artística. No es de extrañar que muchas de ellas no utilizaran su propio nombre, sino uno artístico.
Es el caso, por ejemplo, de Marisa Hernández, que antes de ser azafata de «Un, dos, tres... responda otra vez» ya era conocida como “Maxia”, nombre artístico con el que había comenzado su carrera como cantante.
Otra de las azafatas que se presentaba ante el público con un apodo artístico era Ágata Lys, cuya verdadera identidad era Margarita García San Segundo.
El apellido de Yolanda en realidad no era Ríos, sino Ciscar Mateu, pero ya utilizó su nombre artístico cuando debutó en el cine en 1970 en la película «Pierna creciente, falda menguante».
Todas las chicas anteriores utilizaban nombre artístico antes de comenzar como azafatas del «Un, dos, tres...»; en cambio, a Britt fue Chicho Ibáñez Serrador quien le cambió el nombre, ya que siendo la sueca del programa quedaba raro que su nombre de pila fuera María. Sus trabajos anteriores, uno de los cuales fue con Chicho en la película «La residencia», los hizo con su nombre y apellido reales: María Gustafsson.
Britt estaba casada con el realizador de TVE Miguel Lluch que años más tarde trabajaría en «Un, dos, tres...» rodando los reportajes de exteriores en las Islas Canarias para el programa emitido el 27 de marzo de 1992.
La sustituta de Pilar Pérez fue Blanca Estrada, aunque su verdadero primer apellido era Llano, pero decidió utilizar artísticamente el primer apellido de su madre. En algunos medios fue presentada como Blanca Bastarrica, por estar casada con el empresario de ocio nocturno Luis Bastarrica.
LA CENSURA
Como señalábamos al comienzo, uno de los elementos innovadores de «Un, dos, tres... responda otra vez» fue la incorporación de seis chicas que ejercían de azafatas o secretarias, y que vestían de forma muy sexy, con minifaldas; minifaldas que eran rigurosamente medidas por el censor de TVE, don Francisco Ortiz Muñoz, a cuya presencia acudía cada semana Narciso Ibáñez Serrador acompañado de las chicas para mostrarles el vestuario que iban a lucir.
Normalmente se producían acaloradas discusiones entre Chicho y el censor, aunque se solía llegar a un acuerdo. Una anécdota curiosa relacionada con el vestuario de las chicas se produjo en el programa dedicado al fútbol (23 de octubre de 1972), en el que estaba pensado que cada una de las azafatas luciera la equipación de un club de la liga española. Aun no yendo escotadas, el censor consideró que los shorts de los futbolistas no eran una prenda adecuada para unas señoritas por lo que las obligó a aparecer en pantalla vestidas de chándal.
A pesar de la censura, lo que no se podía ocultar ni disimular era la belleza y sensualidad propias de las azafatas, algo que ponía muy nerviosas a las esposas de algunos ministros, que no veían con buenos ojos a aquellas chicas (o quizás, lo que no toleraban es que sus maridos si las vieran con buenos ojos...). El caso es que Narciso Ibáñez Serrador recibió orden directa de que Ágata Lys no volviera a aparecer en el programa.
Chicho la invitó para el último programa de la etapa, dedicado al circo (30 de abril de 1973), junto a otras chicas que también habían sido azafatas y que estaban triunfando en el mundo de la música, del cine o del teatro. De hecho, la vimos en los reportajes de prensa, vestida incluso para la ocasión, pero lo cierto es que no apareció después en televisión, siendo utilizado su traje por otra azafata, Silvana. ¿Qué ocurrió realmente? ¿Tuvo que marcharse del plató debido a lo que se estaba alargando la grabación del programa para atender otros compromisos laborales, tal y como se dijo? ¿Continuaba el veto impuesto a Ágata Lys?
EL AMARILLO, A PESAR DE LA SUPERSTICIÓN DE CHICHO
Además del vestuario que de acuerdo con el tema del programa llevaban las chicas en ocasiones, también tenían un uniforme oficial que utilizaban en aquellos programas en los que no procedía un traje temático. El más utilizado y recordado fue el de la falda roja, con la camisa a cuadros verdes y blancos, aunque también hubo otros, como un traje de chaqueta amarillo, que a pesar de que Chicho Ibáñez Serrador es bastante supersticioso y no soportaba el color amarillo en la ropa, las azafatas lo utilizaron en alguna ocasión.
GENTE JOVEN Y ESTUDIANTES ENTRE EL EQUIPO
Además de las azafatas, que eran unas chicas jóvenes, en el equipo artístico había más jóvenes, como los dos chicos que daban vida a los “Cicutillas”. Ignacio Pérez estudiaba cuarto de Económicas, y Javier Pajares, tercero de Arquitectura.
El casting para el papel de los ayudantes de “don Cicuta” congregó a unos cuatrocientos jóvenes; los dos elegidos se hicieron amigos desde un primer momento y coincidían en que fueron elegidos por su desparpajo, a pesar de que no tenían experiencia previa como actores.
LOS “SÚPER CICUTAS”
Los “súper Cicutas” eran tres jóvenes titulados universitarios que ayudaban a Chicho Ibáñez Serrador a redactar las preguntas que se formulaban a los concursantes. Uno de ellos, Adalberto Aguilar, era Licenciado en Filosofía y Letras; otro, Manuel Serrano, en Ciencias; el tercero, Juan Rueda, era Ingeniero de Caminos. Adalberto Aguilar siguió vinculado al Un, dos, tres... a lo largo de toda su historia, siendo la voz de los “súper Tacañones” en todas sus etapas.
Para redactar las preguntas previamente se pensaban una serie de temas y, posteriormente, se formulaban las cuestiones y se clasificaban en tres niveles de dificultad. Era fundamental para que las preguntas pudieran ser utilizadas en el programa que las respuestas fueran fácilmente comprobables; por eso, “súper Cicutas” preparaban un completísimo listado de posibles respuestas; en este sentido, preguntas como nombres de insectos o de especies de árboles no se utilizaban, ya que el listado de respuestas correctas podía ascender a diez mil. Además de esas listas de comprobación, los “súper Cicutas” disponían de diccionarios temáticos y enciclopedias para verificar las posibles respuestas que dieran los concursantes.
LOS NERVIOS DE LOS CONCURSANTES
A pesar de que se procuraba que el nivel de dificultad de las preguntas no fuera muy elevado, sobretodo el de la primera ronda, los nervios causaban auténticas malas pasadas a los sufridos concursantes, no acostumbrados a los focos y a las cámaras.
Por ejemplo, en una ocasión se le preguntó a una pareja por palabras esdrújulas y el varón contestó “ayuntamiento”; cuando paró la grabación el concursante señaló que había cometido un error garrafal por los nervios y que su intención inicial era contestar “cocodrilo”; y eso a pesar de que era un estudiante de Filosofía y Letras.
Estos errores que cometían algunos concursantes condujeron a que desde múltiples medios se criticara que el «Un, dos, tres...» dejaba entrever la “incultura nacional”; Narciso Ibáñez Serrador replicaba que un programa-concurso no podía ser utilizado para medir el nivel cultural de los españoles.
EL JUGADOR JUAN CRUZ SOL
En uno de los últimos programas de la etapa, el bombo de la suerte determinó que concursaría en las próximas semanas Juan Cruz Sol Oria, identidad que coincidía con la de un jugador del Valencia C.F.
Durante las dos semanas siguientes la persona seleccionada no acudió al programa para concursar por lo que los responsables del concurso especulaban con tres posibilidades: o bien el jugador no se atrevió a presentarse, o bien no le dejó su club, o se trataba de una broma. El propio jugador interesado declaró que el primer sorprendido había sido él, pero que no había escrito ninguna carta para solicitar concursar en «Un, dos, tres... responda otra vez».
LA ESTÉTICA DE CHICHO
Todos tenemos en la cabeza la imagen de Narciso Ibáñez Serrador con gafas, barba, bufanda y puro, pero no era ésta la estética que lucía en 1972 cuando se grababa la primera etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez»; en aquellos entonces, Chicho no usaba todavía barba y en vez de puros fumaba en pipa.
LA EVOLUCIÓN DEL PROGRAMA
Una vez al mando total del concurso, Chicho empezó a verle muchas posibilidades. En un primer momento, ni había tema específico, ni decorado, ni actores... Tan sólo tres puertas o cortinas de las que iban apareciendo los regalos que descartaban los concursantes durante la subasta; por cierto, que la cortina del programa era de color verde, aunque en televisión nunca supimos su color a emitirse el programa en blanco y negro.
A partir del programa número dieciséis Chicho consideró que podría ser muy interesante dedicar cada emisión a un tema diferente, de modo que se diseñara un decorado acorde con el tema, del que fueran apareciendo los regalos así como personajes que dejaran en la mesa de la subasta objetos que escondían premios. Esta idea multiplicó las posibilidades de un concurso que había nacido muy humilde pero que empezaba a evolucionar en aras de convertirse cada semana en un show más espectacular. Además, esta idea posibilitaba que el concurso, siendo siempre igual, ofreciera contenidos nuevos y sorprendentes a los espectadores, que esperaban ansiosos cada noche de lunes para ver las sorpresas que les deparaba su concurso favorito.
Muy humilde y esporádicamente en el programa se fueron incorporando actuaciones y números musicales, como ocurrió en el programa dedicado a la comedia musical (12 de febrero de 1973), en el que los integrantes de un ballet se vistieron de “don Cicuta”.
ROBERTO MOSCA
Entre los cómicos habituales de la subasta, destaca la presencia de Roberto Mosca, actor argentino, gran amigo de Chicho, y que siguió vinculado muchos años al «Un, dos, tres...», como coordinador artístico en los años noventa, y como “Dimitri Moskarov” en 2004.
SOLICITUDES DE
PARTICIPACIÓN Y
El programa desde un primer momento se hizo muy popular entre los espectadores, que escribían muchísimas cartas solicitando participar en el concurso con el sueño de ganar el anhelado coche.
Muchos espectadores también remitían sus cartas al programa para solicitar artículos de merchandising (como muñecos de “don Cicuta”, puzzles, juegos, llaveros, etc.), autógrafos del presentador, los actores o las azafatas, o incluso las camisetas que en una ocasión lucieron las chicas con la leyenda “¡¡¡Abajo los Cicutas!!!”.
EL FIGURINISTA
Una vez que el programa comenzó a incorporar temas monográficos para cada emisión, era habitual que las azafatas utilizaron un vestuario específico acorde con la temática de cada ocasión. Los modelos eran diseñados por el figurinista José Manuel Ponce, que siguió muy vinculado al programa en las etapas posteriores hasta los años noventa, y eran confeccionados y arreglados en los talleres de sastrería de los hermanos Peris.
EL PRESUPUESTO DEL PROGRAMA
Por la cantidad de premios que se presentaban en la subasta y por los billetes que Kiko Ledgard llevaba en su chaqueta para ofrecer a los concursantes y al público podría parecer que el presupuesto de «Un, dos, tres... responda otra vez» era muy elevado; no obstante, y aunque no se escatimaba en medios, el presupuesto del concurso no alcanzaba las cantidades destinadas a los programas dramáticos, y además, desde PROINTEL se intentaba no agotar al máximo el presupuesto asignado, ahorrando a TVE una media de doscientas mil pesetas por programa.
Al finalizar la etapa se hizo un balance de los gastos y se llegó a la conclusión de que el gasto medio por emisión fue de cuatrocientas cincuenta mil pesetas y que el presupuesto destinado a premios y ascendió a un total de ocho millones cien mil pesetas; el mayor regalo ofrecido en cada programa no podía superar el medio millón de pesetas, como el que se ofrecía en el último programa escondido en la vara de una “majorette”; el viaje más caro que se ofreció fue el de Chicago, que ascendía a doscientas mil pesetas.
Acerca de si se había forrado con el programa, Ibáñez Serrador contestaba rotundamente que con «Un, dos, tres... responda otra vez» cobraba tres veces menos de lo que cobraba por «Historias para no dormir», generándole el tripe de trabajo.
LOS PREMIOS MÁS CODICIADOS
Entre los premios más deseados por los concursantes, el primer lugar lo ocupaba el coche; el dinero también era muy deseado por los participantes; muchos de ellos, incluso, intentaban cambiar el regalo obtenido por su valor económico, cosa que no estaba permitida por las normas del programa.
En cambio, el viaje era uno de los premios que menos ilusión provocaba en los concursantes, muchos de los cuales manifestaban preferir un frigorífico para la casa que un viaje a Japón, por ejemplo.
LA SALIDA DEL COCHE
A veces se acusaba al concurso de hacer trampa con los concursantes ya que casi nunca ganaban el ansiado coche; Chicho Ibáñez Serrador siempre desmentía esos rumores indicando que el guión se depositaba ante notario y, por tanto, no se podía cambiar el sitio donde estaban escondidos los regalos. Es más, en una ocasión en que se acumularon varias semanas sin entregar un coche, Chicho le dijo a Kiko Ledgard que, sin hacer trampa, tratara de favorecer que los concursantes se quedaran con el regalo que escondía el automóvil; pues cuanto más se intentaba facilitar a los participantes que ganaran el coche, más desconfiaban. De hecho, en uno de los primeros programas, a Kiko Ledgard se le enganchó uno de los relojes en la cortina del set donde estaba escondido el coche dejando al descubierto parte del vehículo; pues a pesar de la evidencia, los concursantes no se fiaron y descartaron esa cortina creyendo que al coche lo iban a mover de sitio. En otra ocasión, detrás de la cortina se escondía un regalo consistente en seis cerditos con su madre; el ruido generado por los animales era tan grande que era imposible no saber lo que había detrás de la cortina; en cambio, los desconfiados concursantes creyeron que los responsables del programa habían colocado una cinta magnetofónica para despistarles y estaban convencidos que el regalo sería el SEAT. Y es que, como decía Chicho, en «Un, dos, tres...» intentaban sorprender pero no engañar.
Tras muchas semanas sin que los concursantes de la subasta se llevaran un coche, precisamente en el programa dedicado al automovilismo (5 de febrero de 1973) éste fue el regalo que ganaron Marta y Francisco; por suerte para el programa y para desgracia de “don Cicuta”, el siguiente coche no tardó mucho en salir; fue en el programa dedicado a la Historia (12 de marzo de 1973), en el que María del Carmen y Florencio ganaron un flamante SEAT.
Para la productora del programa era muy interesante que el premio final fuera el coche puesto que el resto de regalos los compraba TVE y el coche era un obsequio de la SEAT por la incalculable publicidad que se hacía a la marca.
PROPUESTA DE SOBORNO
En una ocasión una pareja intentó sobornar a Narciso Ibáñez Serrador sugiriéndole que si le indicaban dónde estaban los buenos regalos (y así poder esquivar a la temida calabaza) al final habría un arreglo entre ellos y él; lógicamente, Chicho fue incorruptible y no aceptó la propuesta inmoral e ilícita de la pareja.
CALABAZAS LLEGADAS DE TODA ESPAÑA
En esta primera etapa del programa, si bien cada noche de lunes uno de los premios era una calabaza, ésta no tenía todavía ni nombre ni rostro, Ruperta nacería en 1976 con la segunda etapa del concurso. En esta primera etapa las calabazas que aparecían en la subasta eran auténticos ejemplares de cucurbitáceas que mandaban desde todos los rincones de España a Prado del Rey para que fueran utilizadas en el programa.
UN FORMATO MUY PREMIADO
La popularidad del programa también se puso de manifiesto en la gran cantidad de premios que recibió en el tiempo en que estuvo de emisión, destacando el Premio Ondas, tres premios TP (al mejor programa, al mejor presentador y al personaje más popular) y el premio del periódico “Pueblo” al programa más popular, entre otros muchos.
Por su parte, la revista “La actualidad española” consideró que entre las personas más populares de TVE en 1972 estaban Valentín Tornos y Kiko Ledgard; además, las seis secretarias del programa fueron merecedoras de un premio especial.
LA POPULARIDAD DE VALENTÍN TORNOS
Pero la popularidad del programa no sólo se puso de manifiesto en los premios que le otorgaron, sino que los propios protagonistas la vivieron en primera persona; Kiko Ledgard contó en una ocasión la anécdota de que iba paseando con Valentín Tornos y tenían que cruzar una calle; Valentín, en lugar de esperar a que cesara un poco el tráfico puso el pie en la calzada con la consiguiente reprimenda de Kiko, que le advirtió de que el tráfico era muy intenso, pero Valentín le insistió: “Avanza y ya verás”. Los coches que circulaban pararon en seco y sus conductores saludaban sacando la cabeza por la ventanilla, al ver que eran los dos personajes más populares de la televisión del momento.
A Valentín Tornos le reconocían y le paraban por la calle, sobretodo los niños, para pedirle autógrafos, a pesar de que en el programa aparecía totalmente caracterizado e irreconocible; al igual que sus compañeros “los Cicutillas”, quienes, no obstante, gracias a los reportajes de prensa en los que salían sin la vestimenta de sus personajes, empezaron a ser muy conocidos y populares, sobretodo entre las chicas de su edad.
LA COMPLICADA CARACTERIZACIÓN DE VALENTÍN TORNOS
A Narciso Ibáñez Serrador no le costó ningún trabajo convencer a Valentín Tornos para que aceptara el papel de “don Cicuta” en «Un, dos, tres... responda otra vez»; de hecho, cuando Valentín preguntó los detalles, Chicho le indicó que sería un papel sencillo consistente en ejercer de jurado contrario a los concursantes y que lo único que tendría que hacer es improvisar las reacciones ante los errores de los participantes.
Lo que no podía imaginar el bueno de Valentín es que el papel de “don Cicuta” le iba a obligar a pasar por la sala de maquillaje para caracterizarse durante más de una hora.
EL CUMPLEAÑOS DE VALENTÍN TORNOS
El programa dedicado a los sellos se grabó el 4 de enero de 1973, día en que Valentín Tornos cumplió setenta y dos años Tras apagarse los focos del plató cesaron las rivalidades entre las azafatas y “don Cicuta” y todo el equipo brindó con unas copas de cava que había comprado el cumpleañero.
Ese día Valentín andaba algo cabizbajo y menos dicharachero de lo habitual; la razón es que había encargado una tarta para compartir con todos sus compañeros y la repostería se retrasaba en la entrega; finalmente la tarta llegó y pudo ser degustada por todos.
LOS DISCOS DEL PROGRAMA
La popularidad de don Cicuta fue tal que la discográfica Emi Odeón le ofreció grabar dos singles bajo la dirección artística de Ramón Arcusa, uno de los integrantes de “El dúo dinámico”. En la cara A Valentín Tornos grabó “Si yo fuera Kiko”, basada en la melodía de “Si yo fuera rico” de la película «El violinista en el tejado»; en la cara B grabó “El tango de don Cicuta”.
No fue el único disco del programa ya que también se editó otro single con las azafatas en la portada del disco, con el tema de entrada del programa (“No sea usted Cicuta”) y otro titulado “Un, dos, tres... responda otra vez”, con letra de Narciso Ibáñez Serrador y música de Manolo de la Calva y Ramón Arcusa.
LOS NIÑOS Y SUS REACCIONES IMPREVISIBLES
EL PERRO DE PRADO DEL REY
En esta etapa había un espectador fiel que cada semana acudía al plató de «Un, dos, tres... responda otra vez»; entraba, miraba a su alrededor y se iba. Se trataba nada más y nada menos que de un perro perdido, sin collar ni nada, que seguramente viviera cerca de Prado del Rey y se colaba en los platós al escuchar movimiento.
LA TECNOLOGÍA DE PRADO DEL REY
La tecnología de los estudios de Prado del Rey en 1972, en los que se utilizaban unas cámaras de la marca Thomson, no permitía la emisión en color de los programas, por eso la primera etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez» (1972-1973) se emitió en blanco y negro.
Las únicas imágenes que pudimos ver en color de los protagonistas del programa fueron las fotografías que se publicaban en las revistas de corazón y en las especializadas en televisión, además de un reportaje del programa «¿Cómo es, cómo se hace...?» en la emisión que estuvo dedicado a la televisión; imaginamos que en su día se vio en blanco y negro por los televisores de los españoles, pero la grabación se hizo en color y se ha podido ver así años más tarde en el archivo de TVE. En el mencionado programa se vieron imágenes de la grabación de un programa en el que el decorado eran unas enormes pantallas de televisión con títulos de programas de TVE, como «Sesión de noche», «Tarde para todos» y «Crónicas de un pueblo» y en el forillo había dibujados edificios con antenas de televisión en sus tejados; también se conservan fotografías de ese programa.
Es de imaginar que el programa de «Un, dos, tres...» al que corresponde ese decorado estaría dedicado a los programas de TVE; en cambio, en los listados de programas que siempre se han publicado ese tema no estaba incluido. Por la fecha en que fue emitido el «¿Cómo es, cómo se hace...?» dedicado a la televisión, que fue el 16 de octubre de 1972 (precisamente, lunes; este programa se emitía en la sobremesa a partir de las 15.35 horas), es de intuir que la emisión de «Un, dos, tres... responda otra vez» del 2 de octubre de 1972, que siempre se ha dicho que estuvo dedicado al turismo, pero de la cual no se han visto fotografías ni imágenes, correspondiera a este programa dedicado a la programación de TVE.
Tampoco existían micrófonos inalámbricos (esa tecnología no sé usó en «Un, dos, tres...» hasta la cuarta etapa), así que de los micrófonos que usaban los protagonistas del programa colgaba un largo cable que, en ocasiones, dificultaba sus movimientos por el plató. Además, no se disponía todavia de micrófonos de solapa propiamente dichos, por lo que Kiko Ledgard debía llevar colgado un aparato de considerables dimensiones que captaba el sonido de su voz.
Valentín Tornos, por su parte, tenía delante de sí un pie de micrófono, de modo que no utilizaba el mismo modelo de micro que el presentador; como los “Cicutillas” no tenían texto no necesitaban micrófono.
Ese mismo pie de micrófono se utilizaba posteriormente en la subasta para captar las decisiones de los concursantes acerca de los regalos que les iba ofreciendo Kiko Ledgard.
Cuando en la subasta aparecía algún actor o actriz cómicos su diálogo con Kiko Ledgard se captaba a través de un micrófono de jirafa.
Aunque para los técnicos de TVE era más fácil que sólo hubiera un micrófono de pie para los concursantes, el sonido no llegaba a los hogares de los televidentes con la misma claridad que cuando se utilizaban micrófonos individuales para cada uno de ellos; por eso, empezó a generalizarse la utilización de micrófonos para cada uno de los miembros de la pareja, con la advertencia de que no podían moverse mucho del sitio asignado al lado de la mesa de la subasta para que no tropezaran con el cable.
LA DISTRIBUCIÓN DE LOS SETS EN EL PLATÓ
En las primeras emisiones de esta primera etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez» los sets que se utilizaban durante la tanda de preguntas se situaban en el lado derecho del plató (según se miraba desde la grada del público), dejando el frontal (con las puertas de los regalos) para ser utilizado durante la subasta.
A la derecha del set de los Cicutas se encontraba el set en el que se sentaban las parejas de concursantes para someterse a las preguntas que les formulaba Kiko Ledgard.
Finalmente, a la derecha del set de los concursantes (visto desde el tiro de cámaras) se situaba el set de las azafatas con el panel del dinero acumulado por cada una de las parejas; este set quedaba muy cerca de las gradas del público.
Más avanzada la etapa, los tres sets se colocaron enfrente de la grada del público, justo delante del decorado temático, en la misma disposición original; es decir, a la izquierda la parte negativa; en el centro, los concursantes; y a la derecha, las azafatas.
UN PLATÓ CONVERTIDO EN
PLAZA DE
En ocasiones el Estudio 1 de Prado del Rey se transformó tanto para ambientar el tema que era imposible reconocer que el plató era el mismo utilizado para grabar los programas en semanas anteriores; así, por ejemplo, el 26 de marzo de 1973 el plató se transformó en una auténtica plaza de toros, con el público distribuido en las gradas en torno al ruedo central.
En ese programa, “don Cicuta” intervino no sólo en la tanda de preguntas, sino posteriormente también en el paseíllo antes de comenzar la eliminatoria y durante la subasta, y lo hizo vestido de matador de toros.
Otro decorado espectacular por la transformación del estudio y su distribución totalmente diferente a la habitual fue la del último programa, emitido el 30 de abril de 1973, en la que el plató se convirtió en la carpa de un circo.
GIRA POR LAS PLAZAS DE TOROS
EXPORTACIÓN DEL FORMATO A ALEMANIA
El éxito del formato fue tal que a los seis meses de su estreno ya se anunció que el concurso iba a exportarse a Alemania y que allí se emitiría en color. Narciso Ibáñez Serrador comunicaba orgulloso que un formato de TVE iba a dar el salto transfronterizo a Alemania, donde un equipo propio de allí emitiría desde Munich el concurso con guiones escritos por él mismo.
Lo cierto es que, finalmente, la versión alemana del «Un, dos, tres...» no se estrenaría hasta 1984, doce años después.
PILAR EN ALEMANIA
La idea inicial era que los alemanes contaran con su propio Kiko Ledgard, su propio “don Cicuta” y sus propias azafatas. La única chica española que iba a participar en la versión alemana era Pilar Pérez, ya que hablaba alemán.
De hecho, Pilar estuvo en Alemania y en un primer momento se anunció a la prensa que se había ido para preparar los programas de la versión alemana del concurso; pero lo cierto, y después se conoció la verdad, es que había ido a tratarse una enfermedad (arterioesclerosis) que padecía. Durante su ingreso en el sanatorio de Berlín, Chicho estuvo muy pendiente de ella y le enviaba cartas de ánimo escritas en alemán.
NENÉ MORALES
Para sustituir a Pilar se llegó a pensar, e incluso Chicho le hizo las pruebas oportunas, en Nené Morales, conocida por el público del programa porque ya había participado como actriz en la subasta en alguna ocasión; finalmente, Chicho consideró que era más conveniente que siguiera ejerciendo de actriz y que la vacante dejada por Pilar fuera ocupada por Blanca Estrada.
Nené estaba casada con Ricardo Ferrante, quien fuera el coréografo de «Un, dos, tres...» cuando a partir de la tercera etapa comenzaron a generalizarse los números musicales en la subasta.
DIANA NAUTA
Diana Nauta, con quien acabaría casándose Chicho Ibáñez Serrador en 1974, participó como actriz de la subasta en algunos de los programas de esta etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez»; fue precisamente en el concurso cuando se conocieron y donde surgió la chispa del amor entre ellos.
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