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Narciso Ibáñez Serrador, |
Aunque Narciso Ibáñez Serrador tenía en mente recuperar su «Un, dos, tres...» a principios de la década de los noventa, su intención no era hacerlo tan pronto, ya que tenía un proyecto preparado consistente en un concurso sobre la prensa del corazón, que se iba a titular «A todo flash». Aquel proyecto se malogró y TVE le pidió a Chicho volver a resucitar el «Un, dos, tres...».
La idea inicial que tenía Ibáñez Serrador desde 1987 era hacer un “súper «Un, dos, tres...»” con motivo del 500 aniversario del descubrimiento de América, y emitirlo para todos los países americanos de habla hispana. Aquel ambicioso proyecto tampoco pudo llevarse a cabo, así que Chicho tuvo que conformarse con hacer el programa sólo para España.
Eso sí, consiguió que el «Un, dos, tres...» creciera en espectacularidad. El presupuesto aumentó considerablemente, se grabó en el plató E-3 de los Estudios Buñuel (el segundo más grande de Europa), la cuantía de los premios se hizo mayor, etc.
En esta etapa Chicho aparecía al comienzo de cada programa manteniendo un diálogo con el perro “don Mariano”, un catedrático de una Universidad británica. A través de estos diálogos, Chicho, en clave de humor, ponía de relieve algunos aspectos negativos de la televisión en general y del «Un, dos, tres...» en particular.
Con esta etapa, aunque mantuvo muchas cosas del «Un, dos, tres...» de siempre, como la mecánica, las Hurtado, Arévalo o Manolo Royo, introdujo revolucionarias novedades, como una pareja de presentadores (Miriam Díaz-Aroca y Jordi Estadella) y la recuperación de la calabaza Ruperta como mascota.
Gracias a seleccionar a Jordi Estadella como presentador de esta etapa, entre ellos surgió una sincera y entrañable amistad que perduró a través de los años gracias a compartir algunas aficiones, como la buena gastronomía; además, Chicho y Jordi compartían diseñador de corbatas.
Con la elección de Miriam Díaz-Aroca quiso ponerle un contrapunto alocado y chisposo a Jordi, y de ella supo sacar muchísimo potencial, no sólo como presentadora, sino también como actriz y cantante.
El equipo artístico era prácticamente renovado, pero entre los colaboradores detrás de la cámara había personas muy vinculadas a Chicho y al «Un, dos, tres...» desde hacía muchos años, como Ana Ángeles García, la contable de la primera etapa, que anunciaba con la voz en off los premios de la subasta, Patricia Solís, la contable de la tercera etapa, que realizó tareas de producción, o Gloria Fernández, que ayudaba a Ibáñez Serrador desde el punto de vista artístico.
La vuelta de «Un, dos, tres...» a televisión generó una gran expectación por saber cómo funcionaría en su primer enfrentamiento con las televisiones privadas, ya que en la etapa anterior había cosechado unas cifras de audiencia astronómicas, pero debido a que la única competencia era la del segundo canal de TVE.
Chicho quiso ser prudente y no lanzar las campanas al vuelo, y declaró que le gustaría que el programa ganara en audiencia a los culebrones que proliferaban en otras cadenas y que estaban obteniendo un aceptable índice de seguimiento, aunque era consciente de que el viejo «Un, dos, tres...» no superaría la audiencia de «El precio justo», que era el concurso estrella desde 1988.
El resultado final fue mejor de lo que Chicho esperaba y «Un, dos, tres...» se colocó entre las emisiones más vistas de la temporada 1991-1992, sólo superado por los especiales de “Martes y 13” y algunas películas de Paco Martínez Soria.
El último programa de esta etapa sirvió para celebrar el vigésimo cumpleaños de «Un, dos, tres...» y Chicho aprovechó para reunir en el programa a azafatas y cómicos de anteriores etapas.
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En este vídeo vemos el sorprendente primer diálogo que Narciso Ibáñez Serrador mantuvo con “don Mariano”.
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