Inicio > Las etapas del «Un, dos, tres...» > La novena etapa (1993-1994) > Curiosidades y anécdotas |
Curiosidades y anécdotas de la novena etapa de «Un, dos, tres...» |
|
SUPRESIÓN DE LA FIGURA DE
LOS “CAMPEONES”
En esta novena etapa de «Un, dos, tres...» se suprimió la figura de los “campeones”. La pareja que más dinero conseguía en la tanda de preguntas tenía dos posibilidades: quedarse satisfecha con el dinero obtenido o comprar con esa cantidad su paso a la subasta.
Todas las parejas ganadoras compraron el pase a la subasta porque la oportunidad de optar a importantes premios es una tentación a tener en cuenta, pero a más de una pareja le hubiera salido a cuenta haberse quedado con la cantidad de pesetas ganadas con las preguntas.
No en vano, la novena fue la etapa en que otorgaron premios más bajos de los años noventa. Es cierto que la cuantía de los premios disminuyó con relación a las dos etapas anteriores, pero los concursantes de la subasta tampoco anduvieron muy inspirados eligiendo regalos y tan sólo en una ocasión ganaron el coche y el apartamento.
En algunos programas se entregaron premios horrorosos como que la tuna les tocara en una velada, una morcilla de burgos o una máquina de coser.
En la mayoría de los programas la subasta terminó con un juego en el que los concursantes podían ganar dinero, siendo cero pesetas la cantidad más baja y siete millones la más alta.
REDUCCIÓN DE UNA PREGUNTA Y AUMENTO DE
Como en las etapas anteriores, también en ésta se planteaban tres preguntas a cada pareja. Las dos primeras eran de cultura general, al más puro “estilo «Un, dos, tres...»”. En la tercera, Josep María Bachs formulaba a cada pareja una pregunta relacionada con el tema que ellos hubieran elegido, y en el que se mostraban expertos.
Pero con la idea de recortar la duración del programa, Chicho decidió reducir a dos las preguntas a cada pareja, por lo que se aumentó la cantidad de pesetas de la máquina de los cilindros.
Antes de suprimir la tercera pregunta, la cantidad máxima que podía arrojar la máquina de los cilindros era 999 pesetas, pero había una cuarta casilla en la que podían aparecer calabazas Rupertas o estrellas. Si lo que salía era una estrella, la cantidad se doblaba; pero si aparecía una Ruperta, la cantidad permanecía invariable.
CONCURSANTES PRESENTADOS POR UNA VOZ EN OFF
Otra importante novedad de la novena etapa en la tanda de preguntas fue que a las parejas no las presentaban las azafatas, sino una voz en off. Esta forma de introducir a los concursantes fue inspirada en la versión británica del concurso: «Three, two, one».
Tan sólo en el programa dedicado a la fiesta nacional (21 de enero de 1994), tras una ficticia discusión entre las “Tacañonas” y una pareja de concursantes, hubo que cambiarlos y fue Paula Vázquez quien presentó a los nuevos y auténticos concursantes.
PAULA VÁZQUEZ
Una de las dos azafatas debutantes en esta etapa fue Paula Vázquez, aunque los espectadores la conocimos como “Paula Bachs”, ya que se suponía que era una de las sobrinas que el presentador había enchufado en el programa.
El hecho de que “Paula Bachs” fuera la enchufada del presentador, y que Carolina Rodríguez fuera la más veterana, creó una rivalidad entre ellas que iba creciendo según avanzaba la etapa, lanzándose mutuamente comentarios envenenados la una a la otra. Esa situación quedó resuelta finalmente en el último programa, en el que la tristeza por la despedida unió a las dos azafatas convirtiéndolas en amigas. Lógicamente esta rivalidad no era real, sino una ficción creada por Ibáñez Serrador para introducir más dosis de humor en el programa, dotando de mayor protagonismo a las secretarias.
EX-AZAFATAS QUE VOLVIERON A SER CHICAS DE FIGURACIÓN
En esta etapa, tres jóvenes que habían sido azafatas en las etapas anteriores procedentes del grupo de chicas de figuración, volvieron a este grupo. Nos referimos a Margarita Hervás (azafata durante los últimos programas de la séptima etapa), Laura Yamaguchi (que había sido una azafata especial durante la octava etapa) y Patricia Rivas (que fue azafata suplente en la octava etapa).
En cambio, Margarita sí fue azafata durante un día, ya que acompañó a Diana Lázaro a Filipinas para rodar imágenes de exteriores, y en el programa dedicado a aquel país, emitido el 18 de marzo de 1994, figuró como secretaria y narró durante la subasta, junto a Diana, su viaje.
Por lo demás, esta etapa, por lo escaso de su duración, fue de las que menos fluctuaciones tuvo en el equipo de azafatas, manteniéndose prácticamente invariable durante las dieciocho emisiones.
UNA EX-AZAFATA COMO ARTISTA INVITADA
Otra ex-azafata volvió también al programa pero como artista invitada; nos referimos a Nina, que actuó en el programa dedicado al viejo Mississippi (4 de febrero de 1994). A Chicho le dio gran alegría poder volver contar con esta joven catalana en la que él había confiado porque sabría que terminaría triunfando en el mundo de la canción.
LAS SUSTITUTAS DE PALOMA HURTADO Y SU REGRESO
Poco antes de comenzar las grabaciones de esta etapa, Paloma Hurtado, la mayor de las “Tacañonas” sufrió un desgraciado accidente que pudo haberle costado la vida; la bala del arma de un policía nacional le alcanzó la cara tras disparársele fortuitamente. Obviamente, tuvo que ser operada de urgencia y pasar unos meses en reposo para recuperarse totalmente. Narciso Ibáñez Serrador se preocupaba semanalmente por su estado de salud y acudía frecuentemente a verla; retrasó lo máximo que pudo el estreno de la novena etapa, pero al ver que Paloma tardaría en recuperarse, decidió comenzar las grabaciones.
Para sustituir a Paloma, Chicho contrató con carácter de urgencia a dos actrices de “La Cubana”, Mercé Comes y Vicky Plana, que representaron a las tías de “las Tacañonas”, y que acompañaban a Teresa y Fernanda Hurtado, quienes sí regresaron al programa deseando estar acompañadas por Paloma lo antes posible.
Cuando Paloma pudo volver al «Un, dos, tres...», Ibáñez Serrador recolocó a estas dos actrices y les dio el papel de las señoras protestonas del público, que interrumpían en varias ocasiones el desarrollo del programa para criticar sus contenidos. Al final, terminaban con la paciencia de Bachs, quien acababa llamando a los encargados de seguridad para que se llevaran a las dos impertinentes señoras. En ocasiones, las dos señoras usaban trajes utilizados por Mayra Gómez Kemp en la tercera etapa de «Un, dos, tres...».
El segundo programa de Paloma Hurtado tras su reincorporación fue el dedicado a la Revolución Francesa (14 de enero de 1994). El programa comenzaba con unos revolucionarios pegando trabucazos por el plató del «Un, dos, tres...». Al escuchar los tiros, Paloma se asustó mucho y recordó la fatídica tarde que sufrió el disparo, y se puso a llorar. Hubo que parar la grabación hasta que Paloma consiguió tranquilizarse.
Paloma Hurtado acudía a los Estudios Buñuel a grabar el «Un, dos, tres...» acompañado por dos psicólogos que la estaban tratando para superar las secuelas psíquicas del accidente; ambos le ayudaban a que estuviera anímicamente bien para conseguir lo que siempre había hecho: hacer reír al público.
CAMBIO EN EL PLANTEL DE CÓMICOS
Salvo las hermanas Hurtado, que repitieron en el papel de “Tacañonas”, todo el plantel de cómicos fue renovado en esta etapa. Narciso Ibáñez Serrador quiso hacer un programa más blanco y familiar, con unos guiones y contenidos más suaves que en la etapa anterior, y pensó que ayudaría al cambio cambiar a todos los actores.
Como la mayoría de ellos eran debutantes en la televisión nacional o poco conocidos, Chicho fue presentándolos uno a uno a la prensa convocada antes de grabar el primer programa.
Como curiosidad podemos destacar que esta etapa ha sido la única, desde la tercera, en la que no ha intervenido Arévalo.
LA MÁS JOVEN
La más benjamina del equipo de «Un, dos, tres...» era Silvia Abascal, que interpretaba el papel de “Mari Luz”, sobrina de Josep María Bachs, y poseída por el espíritu de un antepasado de la familia.
En realidad, Silvia se presentó al casting para bailarina del programa, pero Chicho decidió hacerle una prueba como actriz porque vio en ella posibilidades, y no se equivocó.
Para hacerle los tirabuzones, Silvia tenía que pasar dos horas en peluquería.
EL MÁS VETERANO
El más veterano del equipo era Lázaro Escarceller, que con setenta y nueve años trabajaba como el que más. Lo que más admiraba Chicho de él era su extraordinaria memoria para aprenderse el guión de sus intervenciones.
En «Un, dos, tres...» Lázaro se reencontró con Bachs, con quien ya había trabajado en TV3 en el programa «Filiprim». Entre ellos había muy buena relación y eso facilitaba los sketches que protagonizaban cada vez que había que dar paso a la publicidad.
En muchas ocasiones compartían el avión para volver de Madrid a Barcelona, una vez grabado cada programa; y en Madrid vivían en sendos apartamentos contiguos que Prointel posee en el centro de Madrid.
Lázaro que no se casó con su primera novia por culpa de la Guerra Civil, reconoce que no ha vuelto a conocer a una mujer lo suficientemente buena para casarse, pero no por ello ha perdido la picardía y siempre que podía galanteaba con las azafatas y chicas de figuración del programa, y si podía y se dejaban, les pellizcaba el culo.
Lázaro congenió perfectamente con Narciso Ibáñez Serrador, con quien compartía la afición de fumar puros habanos.
LOS COREÓGRAFOS Y EL CUERPO DE BAILE
A diferencia de las etapas anteriores, en las que la coreógrafa había sido Sally Oʼneill, en esta novena etapa se encargaron de esas funciones uno de los bailarines del cuerpo de baile y una de las azafatas: Juan Carlos Manrique y Carolina Rodríguez.
Entre las bailarinas del programa se encontraba una chica que llevaba en el ballet desde el comienzo de la séptima etapa y que acabó siendo azafata del programa diez años después de acabar esta etapa. Nos referimos a Esther Sánchez, que fue una de las secretarias del presentador en «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!». Esther también fue bailarina de otro de los programas de Chicho: «El semáforo».
Uno de los bailarines que se incorporó a esta novena etapa de «Un, dos, tres...», sin haber participado en las dos anteriores, fue Salvador Melgares, que además de en los números musicales, acompañó a Pepe Viyuela en uno de sus sketches. Salvador Melgares concursaría años más tarde en «El semáforo», reencontrándose con muchos compañeros de «Un, dos, tres...», y triunfaría en el programa «Esta noche cruzamos el Mississippi», presentado por Pepe Navarro, en el que hacía de mimo.
Otra de las bailarinas de «Un, dos, tres...» fue Alicia Sánchez, que también lo fue en «El semáforo» y en «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!». En la foto la vemos junto a Alejandra, Diana y Nieves, sujetando a la calabaza Ruperta.
UN NÚMERO MUSICAL REPETIDO
Uno de los números musicales que más gustó al equipo de «Un, dos, tres...» en la etapa anterior fue el que protagonizó Miriam Díaz-Aroca en el programa dedicado a la moda (15 de enero de 1993), en el que se repasaba la historia de la moda vinculada a la historia de Rusia.
Ese número fue repetido en el programa dedicado a la historia de Rusia (11 de febrero de 1994); la parte en la que intervenía Miriam fue grabada nuevamente poniendo en su lugar a Paula Vázquez, pero las imágenes de los desfiles de moda (en los que aparecía Alejandra Cano) se reutilizaron.
UN ENFADO DE CHICHO
Durante la grabación de uno de los números musicales del programa dedicado a Julio Verne (3 de diciembre de 1993), Narciso Ibáñez Serrador llegó a enfadarse bastante porque había un pase de baile que a las azafatas que no eran auténticas bailarinas no les estaba saliendo bien, y el director comenzó a perder la paciencia. Después de la enésima vez que se repetía la toma, Chicho, desde el control y a través de la megafonía del plató, empezó a nombrar a las chicas que no lo estaban haciendo bien: “Alejandra, ¡fuera! Paula, ¡fuera!”... y así hasta que dejó prácticamente el decorado con las chicas del ballet.
Las expulsadas se habían escondido detrás de una piedra de cartón que había en el escenario, pero llegó un momento en que eran tantas que estaban totalmente encogidas para que no se les viera detrás de la piedra.
Una revista del corazón aprovechó la grabación de este programa para fotografiar a las azafatas y al presentador en el que nos deseaban ¡Feliz 1994!.
EL ESPECIAL DE NAVIDAD
El programa de Navidad con público y concursantes infantiles, emitido el 24 de diciembre de 1993, tuvo un horario de emisión especial. En lugar de comenzar a las 21.30 horas, como era habitual, empezó a las 20.00 h.
Durante la subasta, Bachs dio paso al tradicional mensaje de Nochebuena de S.M. el Rey, pidiendo un aplauso al que se unieron todos los asistentes en el plató. En un curioso plano tomado desde la cabeza caliente, se vio como no sólo los niños que poblaban las gradas se ponían en pie para aplaudir a don Juan Carlos, sino también todos los miembros del equipo mostraron su respeto al Rey desde detrás de las cámaras.
PROGRAMA ESPECIAL CON FAMOSOS
En esta novena etapa se recuperó la tradición, después de dos temporadas sin hacerlo, de realizar un programa especial con concursantes famosos y donar el dinero recaudado a una organización benéfica.
Las parejas de concursantes elegidas fueron Raquel Rodríguez (la entonces Miss España) y el cantante José Manuel Soto; Norma Duval y Pepe Sancho; y Lara Dibildos (de actualidad en 1994 por su romance con Rafa Camino) y Jesús Vázquez.
Raquel y Soto tuvieron mala suerte durante la tanda de preguntas ya que les traicionaron los nervios, pero en la eliminatoria, que consistía en adivinar personajes famosos mediante mímica, estuvieron más acertados.
Lara Dibildos y Jesús Vázquez fueron quienes consiguieron mayor cantidad durante las preguntas y ganaron el pase a la subasta obteniendo la cantidad de cuatro millones de pesetas en un juego sobre portadas de revistas del corazón.
La cantidad total obtenida por las tres parejas de concursantes, cerca de siete millones de pesetas, fue donada a “Médicos sin fronteras”, cuyo presidente, Josep Vargas, acudió al programa para recoger el premio y agradecer la iniciativa.
EL HIJO DE CHICHO
Alejandro, el hijo de Narciso Ibáñez Serrador, solía acudir cada martes a los Estudios Buñuel a presenciar las grabaciones de «Un, dos, tres...» y colaboraba en lo que podía ayudando a los encargados de atrezzo a poner cada cosa en su sitio.
LA PREOCUPANTE BAJADA DE AUDIENCIA
En esta etapa, «Un, dos, tres...» vio reducida notablemente su audiencia con relación a las dos temporadas anteriores en las que fue líder indiscutible. Narciso Ibáñez Serrador era consciente de que los cambios introducidos en el programa podían conducir a ello, pero no se arrepentía porque consideraba que el cambio era necesario ya que el programa se había vuelto demasiado chabacano y vulgar, y era obligado darle un giro para que volviera a ser un programa blanco y familiar.
Chicho declaró que la bajada de la audiencia no motivó la retirada anticipada del «Un, dos, tres...» porque se grabaron todos los programas que estaban previstos, pero quizás sí influyó en el hecho de que el concurso no volviera a las pantallas hasta transcurridos diez años.
UNA INTERVENCIÓN INÉDITA DE CHICHO
Gracias a las fotos del #ArchivoPROINTEL hemos podido conocer que Chicho Ibáñez Serrador grabó una intervención durante el penúltimo programa de la etapa. Desconocemos qué palabras dirigió a cámara porque nunca fueron emitidas, aunque suponemos que sería una despedida con motivo de que sólo quedaba un programa; lo que desconocemos es si estaba pensada para ser emitida en el propio «Un, dos, tres...» o fueron grabadas para otro programa.
EL ÚLTIMO PROGRAMA
El último programa de la etapa estaba pensado para ser emitido el 1 de abril de 1994; de hecho, uno de los premios de la subasta fue un cheque de once millones de pesetas, y la fecha que aparecía en el mismo era el 1 de abril de 1994. Pero ese día era Viernes Santo y TVE decidió emitir una programación especial y posponer el final de la etapa para el viernes siguiente.
Para darle un final rotundo y casi lapidario a la novena etapa de «Un, dos, tres...», este último programa se tituló “El gran boom”, y Chicho hizo “dinamitar” el plató de los Estudios Buñuel.
Cuando desde el control de realización Chicho accionó el mando que producía la explosión final, en el plató se produjo una lluvia de vigas y ladrillos que lógicamente no produjeron ningún daño físico al público ya que eran de poliuretano.
Eso sí, tuvieron que sufrir una buena nube de polvo que les ensució la ropa y el pelo. Para compensarles se les ofreció unas botellas de cava para que brindaran con todo el equipo poniendo así punto final a la novena etapa de «Un, dos, tres...». |
|
|
|
www.lawebdelundostres.es |
undostres@lawebdelundostres.es |