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Crónica de la quedada de fans
y artistas del «Un, dos, tres...»

 

 

 

 

 

Sábado 18 de septiembre de 2010. Siete de la tarde. Restaurante Alcalá UNODOSCINCO, de Madrid. Comienzan a llegar los fans del «Un, dos, tres...» y nos vamos saludando, mientras que intercambiamos opiniones sobre el programa y comentamos, sobretodo, el rumor que había circulado durante toda la semana acerca de una posible vuelta del concurso a las pantallas. Todos lo deseamos, pero también somos conscientes de que es dificilísimo.

 

Mientras seguimos charlando y tomando un refresquito llega Miguel, gran artífice y motor del encuentro de fans y artistas, y al que desde aquí reiteramos una vez más nuestro agradecimiento por su esfuerzo y dedicación en prepararlo todo para que saliera como salió: perfecto.

 

Mientras nos estamos saludando, Miguel ve que una tímida cara asoma por la puerta del restaurante. ¡Es Mayte Navarrete! Salimos por ella y entra en el local. Todos comentamos lo mismo: está igual de guapa que cuando era azafata del «Un, dos, tres...» y apenas se nota el paso de los años por ella (y eso que ya hace 16 años desde la última vez que se puso las gafas de secretaria).

 

Todos coincidimos en destacar que Mayte está
igual de guapa que cuando ejercía de azafata

Mayte Navarrete - «Un, dos, tres...» (1993)

  

 

Le acompaña su hermana; siempre es bueno venir acompañada a estos encuentros con los fans por si la cosa no sale como se espera y hay que salir corriendo. Nada más lejos de la realidad. Las dos hicieron el esfuerzo de venir desde Marbella y se encontraron un ambiente magnífico y entraron en calor inmediatamente.

 

Mientras Miguel y Antonio bajan al salón que teníamos reservado para nuestro encuentro para ir preparando todas las cuestiones técnicas e ir enchufando el proyector con el ordenador portátil y con el amplificador de audio, se oye que arriba gritan: ¡Acaba de llegar Alejandra Cano! La sorpresa fue mayúscula; finalmente se había animado a subir desde Cádiz con una amiga. Igual que su compañera Mayte, Alejandra está igual de guapa que estaba en el «Un, dos, tres...».

 

Mayte Navarrete - «Un, dos, tres...» (1993)

  

  

Las dos comparten confidencias y recuerdos en la planta de arriba del restaurante mientras se termina de organizar todo el “tinglao” que se estaba montando.

 

Una vez que todo estuvo listo, todos bajamos a la planta de abajo, donde teníamos reservada una sala para nosotros. Nos sentamos en torno a Mayte y Alejandra y comenzaron a contarnos qué ha sido de su vida después de «Un, dos, tres...».

 

 

 

Mayte nos contó que tras alguna aparición televisiva esporádica en revistas de José Luis Moreno, se retiró del mundo del espectáculo y se casó con un señor suizo, con el que tiene tres hijos y viven en Marbella.

 

Y justo cuando termina de contarnos todas estas cosas, aparece por la escalera, por sorpresa (muy al estilo «Un, dos, tres...») otra de las azafatas míticas del programa: Silvia Marsó. Todos le aplaudimos con mucho entusiasmo y agradecimiento por haber querido acompañarnos en esa tarde tan especial.

 

Las tres sentadas juntas siguieron contándonos cosas de su vida. Por ejemplo, Alejandra recordaba que una vez terminada la novena etapa de «Un, dos, tres...» ella sabía que había concluido un ciclo en su vida y que volvía para su Cádiz natal, ya que su padre estaba enfermo y quería estar a su lado. Actualmente, sigue viviendo con su marido, con el que se casó antes de debutar como azafata, tiene un hijo y trabaja en un hospital.

 

 

 

Como la trayectoria de Silvia Marsó después del «Un, dos, tres...» es más conocida por todos, estuvimos preguntándoles anécdotas de su paso por el programa.

 

Con relación a cómo fueron elegidas como azafatas, Silvia recordaba en aquel entonces estaba en Barcelona y acudió a un local llamado Muntaner 4, donde vio bailar a una jovencísima chica estadounidense, cuyo nombre no se anunciaba, ya que no era la primera bailarina. Pero Silvia se quedó absolutamente maravillada por su forma de bailar y se declaró su primera fan española. Tiempo más tarde, cuando fue elegida por Narciso Ibáñez Serrador como azafata del «Un, dos, tres...» y se trasladó a Madrid coincidió con esta chica americana, que no era otra sino Kim Manning, a la que le declaró que ella la había visto bailar en Barcelona y que desde entonces la admiraba, por lo que iba a ser un lujo ser su compañera en «Un, dos, tres...».

 

«Un, dos, tres...» - 1983

Kim y Silvia fueron compañeras

en «Un, dos, tres...» muchos años

 

  

Por cierto, que ya habiendo sido seleccionada como azafata, pero antes de la emisión del programa dedicado al debut de las secretarias, Silvia Marsó fue invitada por Chicho a asistir a una grabación para que viera cómo se hacía el programa. Por eso podemos verla sentada en la primera fila de las gradas del público en el programa dedicado a la Feria de abril.

 

La elección de Mayte y Alejandra fue algo más surrealista porque pasaron un buen número de pruebas y cuando ya pensaban que no iban a ser elegidas, Chicho las llamó y les preguntó a cada una: “¿Tienes pasaporte? Pues mandádmelo a la oficina, porque te vienes a Thailandia”. Y así es como debutaron como azafatas de «Un, dos, tres...»: rodando exteriores para los programas especiales dedicados a Thailandia.

 

«Un, dos, tres...» - 1992

Alejandra, Mayte y Carolina pasaron un mes junto a Chicho y parte del equipo de
«Un, dos, tres...» en Thailandia rodando imágenes para dos programas especiales

 

   

Alejandra y Mayte nos contaron su viaje a Thailandia durante un mes en el verano de 1992, antes de comenzar la octava etapa. Junto con Carolina, fueron las azafatas elegidas por Chicho para rodar las imágenes de exteriores que posteriormente se emitirían en dos programas dedicados a ese país. En aquel mes Mayte y Alejandra conocieron la forma de trabajar del prestigioso director repitiendo una y otra vez las tomas, enfadándose cuando las cosas no quedaban bien, etc.

 

«Un, dos, tres...» - 1992

          «Un, dos, tres...» - 1992

 

    

No faltaron anécdotas con animalitos, como la del enorme tigre que tuvieron que acariciar, asegurándoles que estaba drogado para que no les hiciera nada, pero que ellas intuían que se estaba despertando de su adormecimiento, porque movía las orejillas y el rabo con fuerza. Las chicas se acercaban a la enorme fiera con miedo y respeto y lo acariciaban sin mucho entusiasmo, con una cara de susto que a Chicho no le gustaba nada; les decía: “venga, nenas, sonreíd; más sonrisa; acariciad al animal sin miedo”... Y el tigre no hacía más que mover las orejas y el rabo cada vez con mayor insistencia. Al final la escena se grabó sin problemas y las chicas conservaron íntegras todas las partes de su cuerpo.

 

Siguiendo con el anecdotario animal, Silvia también nos recordó la famosa anécdota del elefantito que se puso a llorar en el plató durante un ensayo, y su madre, que se encontraba en el exterior irrumpió en él rompiendo todo elemento que se encontraba a su paso, con el consiguiente susto de todos los presentes, que salieron corriendo despavoridos por donde pudieron.

 

La anécdota del elefantito es todo un clásico

 

    

Mayte y Alejandra también nos contaron una historia de elefantes. En uno de los programas llevaron un elefante al plató y una de las azafatas tenía que subirse en él. Las chicas vieron que el animal estaba muy nervioso y ninguna se ofrecía como voluntaria; pero Mayte estaba en el cuarto de baño, y al volver le dijo Alejandra: “ahora cuando el jefe pregunte quién lo hace, dile que lo haces tú”. “Pero ¿el qué?”, quiso saber Mayte. “Nada, tú dile que sí, que acabemos pronto”.

 

En esto que llega Chicho y dice: “Mayte, tú te subirás al elefante”, y Mayte muy decidida dijo que sí. La reacción sorprendió a Chicho y le dijo “mejor tú no; Alejandra, tú”. Alejandra por dentro pensaba “vaya por Dios”, pero también se mostró dispuesta a subirse al elefante, así que Chicho eligió finalmente a Diana.  A la pobre le dio un ataque de pánico y se puso a llorar, por lo que al final fue Mayte la que tuvo que subirse en el elefante, aunque la tuvieron que bajar inmediatamente porque el elefante estaba muy nervioso.

 

Silvia también nos contó otra anécdota relacionada con elefantes: en el programa dedicado a los safaris (20 de enero de 1984), Bárbara Rey acudió como artista invitada con unos elefantes para realizar el número de que pasaran por encima de las azafatas tumbadas en el suelo sin pisarlas. Una de las elegidas fue Silvia, que nos contaba que pasó un miedo horroroso.

 

En este vídeo podemos ver los momentos de tensión que se vivieron pensando en que el elefante podía aplastar a las chicas.

 

 

   

Otra historia de animales con final “cuasi-trágico” fue la del programa dedicado a la fiesta nacional (21 de enero de 1994), para el que se montó una plaza de toros y se trajo una vaquilla para el desarrollo de la eliminatoria. Durante la grabación, el animal saltó a la zona de tendidos y todos los figurantes y azafatas que allí estaban pasaron corriendo al ruedo; cuando el animal volvió al ruedo, todo el equipo pasó a la zona de los tendidos. Afortunadamente no hubo que lamentar heridos.

 

Otro “trance” por el que tuvieron que pasar nuestras invitadas fue el de someterse a que le lanzaran cuchillos. Todos recordamos que en el último programa de la tercera etapa Silvia fue elegida como “voluntaria” para que Eva Miller ejecutara su espectacular y sobrecogedor número de lanzamiento de cuchillos.

 

En este vídeo recordamos aquel momento.

 

 

  

También tuvieron que pasar por eso Mayte y Alejandra en el programa dedicado al Oeste, en el que Chicho invitó a un lanzador de cuchillos que venía con su ayudante. Ibáñez Serrador le dijo que en lugar de la chica, se pondría delante del lanzador de cuchillos una de las azafatas, con el consiguiente disgusto para éstas. El artista trató de persuadir a Chicho y convencerle de que él trabajaría más tranquilo con su ayudante, pero al “jefe” se le había antojado que una de las azafatas fuera “acuchillada” y nada ni nadie iba a hacerle cambiar de opinión.

 

En este vídeo vemos a Mayte pasar por el mismo “mal trago” que Silvia Marsó.

 

  

 

Una experiencia que no vivió Silvia, pero que sí nos relataron Mayte y Alejandra fue la de la grabación de los apartamentos que luego se regalaban durante la subasta. Las ex-azafatas nos contaron que había algunos realmente feos y pequeños, y que rodando estas escenas pasaban un calor horroroso con los trajes de chaqueta rosa que utilizaban, y que les entraban muchísimas ganas de darse un chapuzón en la piscina del apartamento, pero no les dejaban para que no se les estropeara el peinado.

 

Una anécdota curiosa en relación con estas grabaciones fue el día que fueron a rodar y se encontraron que la urbanización era nudista; cuando salieron al balcón del apartamento y vieron el panorama a Alejandra y Mayte se les cambió la cara y se sintieron muy incómodas al verse rodeadas de familias enteras totalmente desnudas.

 

Los fans escuchábamos entusiasmados
las anécdotas de Silvia, Alejandra y Mayte

 

 

También hubo un recuerdo para las compañeras que no pudieron asistir a la quedada. Silvia recordó con cariño a sus cinco primeras compañeras, de las que destacó a Gloria Fernández, de quien dijo que era una artista espectacular; y también a sus compañeras de la sexta etapa.

 

«Un, dos, tres...» - 1983

Silvia con Chicho y sus compañeras de la tercera etapa

 

   

Mayte y Alejandra también recordaron a sus compañeras, con las que se llevaban muy bien ya que existía una excelente compenetración entre todas. Hubo un especial recuerdo para Nieves Aparicio, de la que dijeron que se alegraron cuando la vieron nuevamente en el «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!».

 

«Un, dos, tres...» - 1994

Alejandra, Mayte, Nieves, Lucy, Paula y Carolina; sólo falta Diana

 

   

Silvia Marsó nos contó que durante un tiempo ella renegó de su etapa como azafata del «Un, dos, tres...» porque se la recordaban constantemente, como si no hubiera otros trabajos en su dilatada carrera profesional. Nos explicó que de un tiempo a esta parte ella ha querido centrarse en su carrera de actriz y por eso en su página web no hace referencia a sus trabajos como presentadora de televisión, pero que no por eso olvida su paso por el programa, del que se siente muy orgullosa, y en el que aprendió muchísimo porque reconoce que no ha vuelto a trabajar con un director de televisión que supiera tanto como Chicho, al que le otorga el título de Maestro indiscutible.

 

Silvia volvió al «Un, dos, tres...» en 1987 porque
disfrutaba y aprendía mucho en el programa

«Un, dos, tres...» - 1987

 

   

Alejandra y Mayte confirmaron esa apreciación y reconocieron que a pesar de los gritos y las broncas, todas guardan un gratísimo recuerdo de Narciso Ibáñez Serrador por lo mucho que aprendieron de televisión a su lado. Alejandra nos contó con mucha gracia que después de haber convivido con él durante un mes en Thailandia y haber escuchado sus gritos, cuando pisó por primera vez el plató de los Estudios Buñuel pensó: “si al aire libre los gritos de Chicho se escuchaban perfectamente, aquí bajo techo deben retumbar que da gusto”.

 

«Un, dos, tres...» - 1994

Chicho siempre advertía a las chicas que durante las
grabaciones podía enfadarse y dar muchas voces,
pero que no se lo tomaran como algo personal,
sino como un medio para imponer disciplina en el plató

 

   

Alejandra también nos contó que a los pocos programas de ser azafata se presentó en las oficinas de la productora de Chicho para quejarse del vestuario.  “Pensaba que estábamos en la Primera Cadena y que iríamos un poco más recataditas. Llevamos menos ropa que las Mama Chicho”. Ibáñez Serrador le tomó la palabra y durante varios programas la vistió con un traje que le tapaba desde el cuello hasta los tobillos, con el consiguiente calor que le provocaba, mientras que el resto de las chicas aparecían más ligeritas de ropa. Chicho, irónicamente, le preguntaba: “¿Mejor, Alejandra?”, y ella para no dar su brazo a torcer asentía sudando por todos los poros de su cuerpo.

 

En este vídeo del programa dedicado al erotismo (6 de noviembre de 1992) vemos como ella lleva un traje largo mientras que sus compañeras van más descocadas.

 

 

 

En el programa dedicado al fuego (13 de noviembre de 1992) continuaron con la broma del vestuario de Alejandra:

 

 

 

Y para acabar con las anécdotas relacionadas con los trajes Alejandra nos narraba el día del programa especial de Navidad de la novena etapa, en el que las chicas aparecían con unos trajes de “Mamá Noel”, de falda corta y acampanados. Para lograr ese efecto, los trajes llevaban un alambre que les mantenía el vuelo de la falda. Pues estaba Alejandra paseando por el plató cuando uno de los niños le puso la zancadilla yendo a dar con toda la cara en el suelo y dejando al aire todo el trasero, ya que el alambre mantenía tiesa la falda.

 

 

Una vez terminada esta divertida ronda de anécdotas, Silvia tuvo que marcharse porque tenía otros compromisos. Le dimos un fuerte aplauso en señal de agradecimiento por habernos acompañado. Pero antes de dejarla marchar, quisimos hacernos una foto con ella como recuerdo.

 

  

 

Y nos quedamos con Mayte y Alejandra a las que le propusimos jugar al «Un, dos, tres...».

 

 

  

Alejandra hizo pareja con Antonio; y Mayte tuvo como compañera a Rafa. Miguel Herrero hizo de presentador, Sara y Jasmine de azafatas, y Miguel Muñoz estuvo al mando del “control central”.

 

 

   

La primera pregunta para Alejandra y Antonio no fue del todo fácil; por 25 pesetas tenían que decir monedas de todos los tiempos, exceptuando las españolas. Aunque no anduvieron muy inspirados, dieron un buen número de respuestas (algunas inventadas, pero pasaron inadvertidas para “los súper-Tacañones”).

 

Mayte y Rafa tuvieron que decir nombres de fieras, entre los que se coló un hipopótamo y Chicho Ibáñez Serrador. Ambas respuestas se dieron por válidas.

 

La segunda pregunta para Alejandra y Antonio fue más sencilla, ya que se trataba de decir elementos que podemos encontrar en una autopista, y entre prohibición de superar la velocidad de 120 km/h., de 100 km/h., y demás señales dieron un buen número de respuestas.

 

 

  

Peor fortuna tuvieron Mayte y Rafa, a los que se les preguntó monumentos españoles que no fueran catedrales. Los nervios les traicionaron y dieron un menor número de respuestas.

 

No obstante, y emulando el último programa de la décima etapa, a la subasta pasaron un representante de cada pareja. No podían ser otras que ellas: Mayte y Alejandra.

 

 

  

El primer objeto de la subasta fue una gorra de chulapo madrileño, ya que la quedada se estaba desarrollando en Madrid. La tarjetita decía así:

 

Uno de los chotis más populares es el “Pichi” de “Las Leandras”. Y hasta ahí puedo leer...

 

 

El segundo objeto fue un avión, ya que uno de los números musicales más espectaculares de la historia del «Un, dos, tres...» fue el del programa dedicado al aeropuerto (30 de noviembre de 1984). La tarjetita decía así:

 

En los primeros años de la aviación, volar era toda una aventura, y una aventura peligrosa. Si a ustedes les gusta la aventura no deben rechazar este regalo. Y hasta ahí puedo leer...

 

 

El tercer regalo vino precedido de un vídeo en el que vimos un mix de las distintas cabeceras y mascotas del «Un, dos, tres...»:

 

 

 

Al ver a Jordi Estadella en el vídeo Alejandra no pudo reprimir las lágrimas de la emoción. Ambas ex-azafatas reconocieron que Jordi era un ser excepcional y maravilloso y que trabajar con él fue todo un placer.

 

El objeto que vino con el vídeo de las cabeceras fue una partitura, cuya tarjetita decía:

 

En esta partitura están todas las músicas y letras de las cabeceras del «Un, dos, tres...». Y hasta ahí puedo leer...

 

 

Se hacía necesario dejar un regalo y Mayte y Alejandra rechazaron la gorra de chulapo madrileño:

 

Uno de los chotis más populares es el “Pichi” de “Las Leandras”. Recordemos su letra; en el “Pichi” se canta aquello de “Pichi, es el chulo que castiga...”. Y en el «Un, dos, tres...» se castiga a los concursantes haciéndoles ganar lo que acaban de perder: ¡nuestro Crack!

 

 

El cuarto objeto fue algo clásico del «Un, dos, tres...»: una chistera; con ella debutaron Silvia Marsó, Kim Manning, Gloria Fernández, Pat Ondiviela, Maite de Castro e Ivanka Marfil en el famoso “A chorus line”. Precisamente quisimos recordar ese mítico número musical proyectándolo en vídeo.

 

La tarjeta de la chistera decía:

 

Una chistera puede ser símbolo de muchas cosas: de un lujoso número de comedia musical o de un acto de magia. Y hasta ahí puedo leer...

 

Silvia Marsó - «Un, dos, tres...» (1983)

 

Nuevamente había que dejar un regalo, y nuestras especiales concursantes dejaron el avión, que escondía el clásico premio de tirar el dardo sobre un panel tapado y descubrirlo posteriormente para ver en qué lugar del mapa mundi había caído. Allí se habrían ido de viaje durante 15 días con todos los gastos pagados.

 

 

 

El quinto objeto también vino precedido de un vídeo: aquel en que las azafatas de la primera etapa entregan sus gafas a las nuevas azafatas en el primer programa de la segunda etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez».

 

«Un, dos, tres... responda otra vez» - 1976

 

  

Las gafas traían una tarjetita, cuyo texto fue tomado prestado del programa dedicado a la Lotería, en el que actuó el grupo “Los Metálicos”.

 

Los chicos de “Metálicos” nos hablan en su canción de la fortuna, la suerte y el dinero. “Metálicos” son unos muchachos que están en la onda. Y hasta ahí puedo leer...

 

 

Aunque Mayte y Alejandra quisieron rechazar las gafas, todos les aconsejamos que no lo hicieran, ya que era el símbolo que caracterizaba a las azafatas del «Un, dos, tres...» (lógicamente, todos sabíamos que en las gafas había un buen premio); medio convencidas, las concursantes rechazaron la partitura:

 

En esta partitura están todas las músicas y letras de las cabeceras del «Un, dos, tres...». Es decir, todo; y eso es exactamente lo que acaban de perder: la posibilidad de haber elegido el regalo que quisieran entre todos los que hayan salido en el programa.

 

 

El siguiente y último objeto fue un móvil, cuya tarjetita decía:

 

De todos nosotros es conocido que en España se han puesto de moda, y no vamos a entrar en consideraciones de valor, rentabilísimas llamadas telefónicas (rentables para los propietarios del negocio, claro), a las que se han bautizado como teléfonos eróticos. Y hasta ahí puedo leer...

 

 

Pues éstos eran los tres últimos regalos de la noche. Mayte y Alejandra dejaron en primer lugar el teléfono, cuya tarjetita terminaba así:

 

De todos nosotros es conocido que en España se han puesto de moda, y no vamos a entrar en consideraciones de valor, rentabilísimas llamadas telefónicas (rentables para los propietarios del negocio, claro), a las que se han bautizado como teléfonos eróticos. Si de moda se han puesto los teléfonos eróticos, también de moda se han puestos, sobretodo para los ejecutivos,  teléfonos en los coches; en coches como los que acaban de perder.

 

 

Luego rechazaron la chistera, que escondía el siguiente premio:

 

Una chistera puede ser símbolo de muchas cosas: de un lujoso número de comedia musical o de un acto de magia. Tanta magia como lujo hay en un nombre que vamos a pronunciar: PORCELANOSA, que esta noche les ofrecía su súper-azulejo con 14 millones de pesetas.

 

 

El regalo con el que se quedaron Mayte y Alejandra fueron las gafas, y su tarjetita decía... Mejor que nos la lea Jordi Estadella:

 

 

 

Terminada la subasta, Mayte se tuvo que marchar con su hermana, porque las esperaba otro hermano suyo que vive en Madrid, y ya que ambas habían hecho el viaje hasta la capital querían verse. Pero antes de irse se hizo fotos con la mayoría de nosotros y se llevó el cariño y el agradecimiento de todos por habernos acompañado en una velada que estaba resultando un éxito.

 

         

 

    

Ya solos con Alejandra, siguió contándonos anécdotas y curiosidades de su paso por «Un, dos, tres...». Por ejemplo, nos contó el día en que a su marido se le ocurrió llevarse a sus alumnos del instituto a la grabación de un programa. Él les había advertido que se portaran bien, y ya en el plató Chicho les señaló que estaban enfocados continuamente por varias cámaras, así que les pidió que no hicieran ninguna tontería que pudiera quedar mal en pantalla. Pues todas las advertencias fueron pocas... Nada más aparecer las cheers leaders empezaron a pellizcarles el culo ante el asombro y el susto de las chicas.

 

Alejandra también recordó el día en que el programa estaba dedicado a las discotecas y la música de hoy (28 de enero de 1994). Chicho les pidió que fueran al programa vestidas de calle, como ellas irían normalmente a una discoteca. Alejandra eligió una falda negra y un top del mismo color con unos collares de perlas. Al verla, Ibáñez Serrador le dijo: “vienes horrorosa”. Alejandra pensó que mal habían empezado el día, pero no le echó muchas cuentas.

 

Una de las artistas invitadas era Wighfield, que con su “Saturday night” y su archirrepetida coreografía triunfaba por todo el mundo. La toma se grabó cuatro veces, y Alejandra ya harta de tanto bailecito, se fue al cuarto de baño. Cuando volvió se estaba grabando una nueva toma y se puso al lado del regidor. Por los altavoces se oyó a Chicho decir: “es válida. Hemos terminado”. En ese momento, el regidor se gira y ve a Alejandra a su derecha. Mira al escenario, no la ve; mira a su derecha: allí está. “¿Tú qué haces aquí?”. Alejandra le respondió: “Calla, no ves que no se ha dado cuenta. ¿Qué más da?”. Y Alejandra no apareció en algunas de las tomas finales del vídeo que se proyectó de esa actuación.

 

Observad en este vídeo como Alejandra no aparece en algunos planos.

 

  

  

También recordó que en uno de los musicales del programa dedicado a Julio Verne (3 de diciembre de 1993) casi se masca la tragedia y se queda vacío el plató. El número tenía un paso de baile complicado y las azafatas que no eran bailarinas no lo estaban ejecutando bien.

 

«Un, dos, tres...» - 1993

 

 

Chicho empezó a cabrearse y harto de tanto repetir la toma, fue echando una a una a las chicas del número. Las que eran expulsadas se fueron escondiendo detrás de una piedra de atrezzo que había en el decorado, hasta que llegó un punto en que estaban apelotonadas y muy quietecitas porque no cabían detrás de la piedra y corrían el riesgo de que se las viera en pantalla.

 

Otro número musical con anécdota fue el de “Horchatera valenciana” en el programa dedicado a las Fallas (19 de marzo de 1993). Los trajes de falleras fueron prestados por Concha Velasco, y venían con una peluca que incorporaba ya el peinado. Al empezar a grabar el número, a Miriam Díaz-Aroca no le gustaba como quedaba en cámara porque parecían la princesa Leia de «La guerra de las galaxias», e hizo que a todas les quitaran las pelucas y le hicieran el recogido con su propio pelo.

 

«Un, dos, tres...» - 1993

 

  

Y con éstas y muchas anécdotas más dimos por cerrado un maravilloso encuentro de fans y artistas del «Un, dos, tres...», en el que se pusieron las bases para montar un club de fans del programa y concluimos en que era necesario reunirnos con periodicidad para que el espíritu de «Un, dos, tres...» no muera nunca.

 

 

 

Desde www.lawebdelundostres.es queremos agradecer a Mayte Navarrete, a Alejandra Cano y a Silvia Marsó
que nos acompañaran en nuestra quedada de fans. Fue un lujo poder conocerlas en persona.
 
También queremos dar las gracias a Cristóbal y todo el personal del Restaurante ALCALÁ UNODOSCINCO,
que nos pusieron todo tipo de facilidades para que nuestro encuentro se desarrollara de la mejor forma posible.
 
No nos podemos olvidar tampoco en nuestros agradecimientos a Miguel Muñoz, que con mucho cariño,
pero también con gran esfuerzo, organizó la quedada perfectamente.
 
Extendemos el agradecimiento a Sara y Jasmine por prestarse a ser azafatas del «Un, dos, tres...» por una tarde.
 
Y, por supuesto, queremos agradecer también la asistencia de todos los fans que acudieron a la cita,
algunos desde muy lejos, y que hacen posible que el «Un, dos, tres...» siga vivo. ¡Gracias a  todos!

 

 

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