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Álbum de fotos del «Un, dos, tres...» Página 251 |
Nieves llora despidiéndose de la Ruperta
Era típico en los últimos programas de cada etapa que las azafatas se emocionaran y soltaran alguna lágrima. Por ejemplo, Nieves Aparicio llora abrazada a la calabaza Ruperta en el último programa de la novena etapa (8 de abril de 1994). |
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El debut de las azafatas y de Botilde
El 20 de mayo de 1983 debutaron seis nuevas azafatas y una nueva mascota.
Las azafatas fueron seis chicas que, a diferencia de sus antecesoras, bailaban; algunas de ellas estuvieron muchos años vinculadas al programa, como Kim Manning, Gloria Fernández y Silvia Marsó; las otras tres fueron Maite de Castro, Pat Ondiviela e Ivanka Marfil.
Junto a ellas debutó, para sustituir a la calabaza Ruperta, un nuevo personaje mascota, la bota Botilde, que aparece en la foto junto a Gloria, Pat. Maite e Ivanka. |
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Los hijos de Chicho entre los más fans del programa
Cuando se calculaban los índices de audiencia de «Un, dos, tres...» y se llegaba a la conclusión de que el concurso lo seguían una media de veinte millones de espectadores, la cifra se refería a la población con edad superior a dieciocho años, sin tener en cuenta a los menores de edad, entre los que se encontraba un nutrido (quizás el más fiel) número de espectadores.
Entre los niños que semana tras semana seguían fielmente el programa se encontraban Pepa y Alejandro Ibáñez Nauta, los dos hijos de Narciso Ibáñez Serrador. La propia Pepa, por ser la mayor, salió en varias ocasiones en pantalla, y Chicho dijo de ella que era su más férrea crítica, ya que observaba siempre con mucha atención el desarrollo de cada programa y hacía comentarios sobre todo lo que pasaba. Célebre es la frase que ella pronunció para sí misma, pero en voz alta, viendo uno de los programas: “ay que ver la de cosas que se inventa papá”. |
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A mayor tamaño, mayor alegría (si la perdían)
Sea cual fuera el tamaño de la Ruperta que aparecía en la subasta, la alegría de los concursantes al conseguir esquivarla era mayúsculo; ahora bien, si ése era el premio con el que se quedaban la decepción era enorme. Y si, además, lo que aparecía era una calabaza enorme como la de la fotografía, al disgusto de no ganar nada se podía sumar la burla de los familiares y amigos por haber sido premiados con semejante cucurbitácea gigante. |
Agradecemos a Juan, del CLUB OFICIAL «UN, DOS, TRES...», las fotos que nos envió |
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