Un premio muy apropiado, aunque poco deseado

El día que se despidió Ruperta de los espectadores para dar paso a una nueva mascota, la bota Botilde (13 de mayo de 1983), los concursantes de la subasta tuvieron que asumir un premio que desde luego para ellos no era el más deseado, pero que fue muy apropiado para aquella noche: treinta y siete calabazas (en clara referencia al número de programas que hasta la fecha se habían emitido en aquella tercera etapa de «Un, dos, tres...»).

No era la primera vez que los concursantes se llevaban la Ruperta a casa en esta etapa, pero sí fue significativo que la calabaza fuera el premio en su último programa.

Kiko Ledgard vio nacer televisivamente a la calabaza Ruperta

La calabaza había sido un símbolo, ya utilizado en la primera etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez», que suponía que los concursantes de la subasta se iban a casa con las manos vacías. Ya en la segunda etapa, al ingenioso Narciso Ibáñez Serrador se le ocurrió dotar de vida a la calabaza, bautizándola como Ruperta, y asignándole un rostro amable y entrañable, que generaba la ternura de todos los espectadores, a pesar de lo que significaba para los concursantes.

Kiko Ledgard, que fue el presentador que fue testigo del debut televisivo de la Ruperta, la sostiene en sus brazos en esta simpática instantánea tomada en 1976.

Alejandra, la azafata “especial”

Cuando la presentó a los medios de comunicación, Chicho Ibáñez Serrador dijo de Alejandra Cano que era una azafata que no la necesitaba para nada en el programa, pero que la había contratado porque estaba convencido de que sería una excepcional actriz.

Las circunstancias personales de Alejandra impidieron que pudiera continuar su carrera en el mundo del espectáculo tras acabar «Un, dos, tres...», pero lo cierto es que Chicho la trató como una azafata “especial”, asignándole un papel de seria y estirada, muy dispar de su verdadera forma de ser.

En el último programa de la novena etapa (8 de abril de 1994), y para destacar que era la azafata “especial”, utilizó la chaqueta blanca que en la séptima etapa utilizaba Miriam Díaz-Aroca, mientras que sus compañeras utilizaron las rosas.

En la fotografía Alejandra sostiene a la calabaza Ruperta entre sus manos.

Un proyecto de colaboración que no prosperó

La idea original de Narciso Ibáñez Serrador para la tercera etapa de «Un, dos, tres...» (1982-1984) era que el trío humorístico “Martes y 13” asumieran el papel de “Tacañones”. Chicho se dio cuenta enseguida de que los compromisos de galas y espectáculos de Millán Salcedo, Josema Yuste y Fernando Conde les impedirían trabajar con continuidad en el concurso, por lo que decidió confiar esta tarea a las hermanas Hurtado.

A “Martes y 13” les hizo un contrato de colaboración en la subasta para los trece primeros programas, aunque en realidad sólo aparecieron en el dedicado a “Las mil y una noches” (20 de agosto de 1982) y a Las Vegas (24 de septiembre de 1982).