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Declaraciones de Narciso Ibáñez Serrador |
Sobre las razones para seguir haciendo «Un, dos, tres...»:
“Hago este programa porque me divierte, porque exige una velocidad de realización acorde con mi velocidad interior. Porque reúne tres o cuatro cosas que me gustan mucho: dirección de actores, música, baile...”.
Sobre la importancia de «Un, dos, tres...»:
“Mucha gente dice que yo podría hacer cosas mucho más importantes, pero qué es más importante que entretener a veinte millones de espectadores cada semana”.
Sobre la clave del éxito:
“Ante la evidencia de las cifras, y ya que en televisión son las cifras las que mandan, podemos afirmar que «Un, dos, tres...» es un programa que ha logrado llegar a la sensibilidad de la gente. Además, creo que en este momento que está atravesando España, con una situación muy problemática, con crisis en muchos sentidos, el que vuelve a su casa necesita de diversión, de algo que lo entretenga. La gente necesita la evasión y «Un, dos, tres...» sirve para ello. Es, además, un programa con humor y eso la gente siempre lo agradece”.
Sobre la humildad:
“Sería fácil transformarse en un energúmeno vanidoso e insoportable por conseguir que el «Un, dos, tres...» lo vean veinte millones de españoles, pero lo ideal es tomar, de vez en cuando, un baño de humildad. El programa es un éxito porque lo hace posible un equipo de ciento cincuenta profesionales. Mi humildad nace de una fuente muy segura: conozco mis limitaciones. A los veinte años ya estaba seguro de de ser un genio. A los veinticinco, empecé a dudarlo. A los treinta, casi, casi, estaba convencido de que no. Y ahora, a lo cuarenta y siete, he llegado a saber tanto de lo mío que sé que no sé nada”.
Sobre su capacidad para dirigir equipos:
“Lo que yo tengo es capacidad para organizar un equipo muy unido, al que puedo inspirarle respeto y ternura. Y ese respeto me lo gano trabajando dieciocho o diecinueve horas por día. Quienes trabajan conmigo saben perfectamente que cuando se me va le neura a la cabeza y estallo como una botella de champán, no deben hacerme ningún caso; son incidencias del trabajo que cesan cuando cesa el trabajo. Además, mis explosiones son poco frecuentes”.
Sobre la enorme carga de trabajo:
“Es cierto que cada programa me lleva por lo menos dieciocho horas diarias los siete días de la semana. No hay dinero para pagar este esfuerzo... ¡pero es tan divertido! Y sobre todo un gran reto poner en pie, semana tras semana un espectáculo tan complicado y diferente”.
Sobre la confección del guión:
“Nos reunimos todos: la decoradora, la sastra, los ayudantes y el director de producción, y entre todos vamos dándole la forma definitiva al guión, que suele tener unos sesenta folios. Éste, una vez terminado, se mete en un sobre, se lacra y se entrega a un notario para que lo registre y evitar así cualquier suspicacia”.
Sobre la necesidad de los cambios:
“En un programa que lleva tanto tiempo en televisión la renovación es necesaria, pero sin variar lo esencial. Lo que debe ir cambiando son los “adornos” para dar una mayor agilidad”.
Sobre los cambios:
“Se está hablando de un gran cambio, y no es eso. Desde hace diez años el programa evoluciona poco a poco. A veces los cambios son muy evidentes y otras no lo son tanto. En esta ocasión el programa sufrirá dos transformaciones: en primer lugar, la mascota ya no será la Ruperta; en segundo lugar, habrá una mayor participación de las azafatas en el programa”.
Sobre la desaparición de la calabaza Ruperta:
“Es cierto que me apena verla desaparecer. Han sido muchos años a mi lado, me ha dado alegrías, satisfacciones... Pero es ley de vida. Había que ofrecer algo nuevo, una nueva mascota”.
Sobre la nueva mascota:
“Es una bota, como la de Charlot, y se llama Boitlde. La principal diferencia con respecto a la calabaza es que la nueva mascota no será un ser inanimado sino un robot con vida propia, que hablará, andará, cantará y moverá los ojos y la boca. Su diseño está inspirado en las famosas botas de Charlot, que están consideradas como el símbolo universal de la mala suerte puesto que, por norma, eran el “premio” de las malos pescadores...”.
Sobre el estreno de las novedades:
“Las novedades se estrenarán cuando estén listos los dibujos animados de la nueva mascota; presumiblemente, en mayo. Pero no penséis que vamos a modificar muchas cosas; la esencia permanece. La gente está acostumbrada a una imagen y no podemos introducir cambios drásticos”.
Sobre las nuevas azafatas:
“Por ahora, sólo hay dos seguras: Kim y Silvia. Las tres restantes saldrán de una selección de catorce. Las nuevas chicas van a participar mucho más: harán parte del concurso, bailarán como solistas del ballet, etc.”.
Sobre las nuevas funciones de las secretarias:
“En un principio llevarán algunas partes del concurso entre ellas, donde no intervendrá Mayra Gómez Kemp. Aunque la mecánica del programa seguirá siendo la misma, se añadirá un nuevo juego; será otro concurso destinado a que participe en él la pareja que pierde en la eliminatoria; así se les da otra oportunidad. Esta parte en en la que intervendrán las nuevas azafatas”.
Sobre la necesidad de encontrar nuevas azafatas:
“Jamás he tenido un problema con ninguna azafata. Son chicas puntuales, profesionales y, además de guapas y simpáticas, excelentes compañeras. Pero la participación de las azafatas en el nuevo programa será a través de números musicales. Por eso es necesario que sepan bailar, rozando casi la profesionalidad, y también tendrán que cantar. Antes de buscar chicas nuevas quise ver hasta qué punto podía contar con las actuales. Se les hizo una prueba pero para bailar casi profesionalmente es necesario una preparación de años que lamentablemente no tenían, aunque tuviesen ritmo”.
Sobre la dificultad para encontrar a las chicas idóneas:
“Los coreógrafos Giorgio Aresu y Ricardo Ferrante y yo mismo llevamos bastante tiempo buscando por todas partes. En estudios de baile, en espectáculos, en cafés-teatro de Madrid y Barcelona, pero hasta ahora sólo hemos encontrado a dos. Todavía necesitamos tres más, porque la mecánica del programa requiere cinco azafatas. Hemos puesto carteles por todas partes y cualquier persona que se considere capacitada puede llamar a nuestra oficina. Hasta ahora no ha habido suerte y las pruebas continúan”.
Sobre los requisitos de las nuevas azafatas:
“Buscamos simpatía por encima del atractivo físico. Es necesario que sepan bailar y que tengan voz. El concurso busca la sonrisa y caer bien al público. Encontrar a alguien que reúna todas estas cualidades es dificilísimo. Aquí debería haber una cadema como la de «Fama», pero en nuestro país la formación profesional en el terreno artístico está empezando a nacer ahora”.
Sobre las azafatas extranjeras:
“En este nuevo equipo de azafatas probablemente haya también alguna azafata extranjera. Sería muy fácil poner a muchas extranjeras porque en el noventa y cinco por ciento de los espectáculos trabajan extranjeras y hay donde elegir. Pero no me parecería correcto; debe haber una mayoría de españolas”.
Sobre las quejas de las aspirantes a azafatas en “El debut de las secretarias”:
“Lo que yo buscaba en esta ocasión eran suplentes para las azafatas, concretamente dos, y las he encontrado; además, algunas de ellas tendrán papeles en la subasta. El «Un, dos, tres...» mueve y necesita un gran contingente humano”.
Sobre Mayra Gómez Kemp:
“Yo tenía una gran confianza en ella pero ha superado todos los cálculos previstos. Entre nosotros más que compenetración creo que existe telepatía. Ella enseguida capta y asimila mis ideas traduciéndolas a su propia y arrolladora personalidad. Su improvisación en cada momento es crucial para el programa”.
Sobre el personaje de “la Bombi”:
“Estoy muy satisfecho. Fedra Lorente ha interpretado el personaje tal y como yo esperaba de ella. La pregunta “¿Por qué será?” es popular. La ves hasta en publicidad y escrita en revistas; qué duda cabe que ha sido un acierto”.
Sobre los concursantes:
“Afortunadamente no hemos tenido inconvenientes ni mala relación con ninguna pareja de concursantes, a pesar de que el estímulo económico de los premios podría haber provocado más de un mal entendido. La mayor parte de los participantes que no han tenido suerte de recibir un premio importante nos piden, generalmente, que se lo cambiemos por el valor en dinero. En etapas anteriores del programa solíamos acceder, pero en esta tercera etapa lo hemos dejado de lado. Sin embargo, no hemos tenido ni un solo caso en que los concursantes hayan abandonado su premio, por modesto que éste fuera”.
Sobre la figura de los campeones:
“La continuidad de una pareja en varios programas es un buen estímulo para la audiencia, ya que los espectadores siguen su participación con interés”.
Sobre el premio más deseado por los concursantes:
“A la hora de las preferencias, los concursantes han tenido los ojos puestos en llevarse un coche a casa. Aunque muchas veces teníamos premios más valiosos, los concursantes prefieren aquello que pueden ver y tocar de inmediato”.
Sobre la afluencia de público:
“A lo largo de estos meses hemos recibido millones de cartas, y tenemos capacidad para que asistan apenas 250 personas por programa. Muchas veces nos hemos visto superados, y tuvimos que habilitar un plató secundario para que, desde allí, siguiesen los preparativos de la grabación a través de una pantalla de vídeo”.
Sobre las críticas:
“Las acepto, lo cual no quiere decir que las comparta todas. No soy de los que viven de espaldas a la crítica. Me interesa conocer la opinión de los demás. Lo que sucede es que hay críticas con las que disiente. Son aquellas que pretenden trascendentalizar. No he pretendido hacer un programa cultural, sino un programa-concurso. Un espacio televisivo que guste al mayor número posible de españoles. Y lo he conseguido. Hemos sobrepasado en varios programas la audiencia de diecisiete millones de espectadores”.
Sobre si se alargará mucho la etapa:
“Pues no sé cuánta cuerda la queda a «Un, dos, tres...». Pero hasta fin de año seguro”.
Sobre sus ocupaciones al terminar el programa:
“Cuando se acabe el programa, porque es necesario dejar al público descansar, y que cálculo será en diciembre, volveré a trabajar con “normalidad”. Sé que volveré a aburrirme, pero no queda otro remedio”.
Sobre la excesiva duración de esta etapa:
“A veces me pregunto si no ha sido una estupidez haber aguantado ochenta y un programas sin interrupciones”.
Sobre la necesidad de terminar el programa:
“Me retiro, no puedo más. Ya es hora de cortar, de interrumpir el «Un, dos, tres...» porque de lo contrario me voy a morir de un infarto. Pero en TVE me insisten en que eso no puede ser, que la audiencia es grande, que la publicidad entra más que en cualquier otro programa... Son razones muy poderosas; pero a cambio yo les hablo de mi agotamiento físico, de la necesidad de descansar. Al final se ha llegado a una solución salomónica: ni finalizar el primer semestre de 1984, ni en Navidades; el 30 de marzo”.
Sobre la fecha de fin:
“Ya es definitivo y ya ha sido aprobado por la Dirección de programas de TVE. El 30 de marzo finalizamos el programa-concurso. Y lo terminamos en un buen momento: con cotas máximas de audiencia”.
Sobre el final:
“«Un, dos, tres...» no muere para mí. El programa se emite con éxito en Inglaterra, Holanda, Australia, Alemania... Sigo en contacto con un concurso que es casi como un hijo mío. Por otra parte, «Un, dos, tres...» interrumpe su programación en España; no quiere decir que jamás vayamos a repetir un programa-concurso de estas características. Se impone un descanso”. |