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Declaraciones de Narciso Ibáñez Serrador |
Sobre su sentido de la responsabilidad:
“En estos momentos estoy encargando los rótulos del «Un, dos, tres...» que va a volver dentro de poco. Y pongo en los rótulos: “Y si falla algo, el responsable es... Narciso Ibáñez Serrador”. Y te doy mi palabra de honor de que ahora mismo me doy cuenta de lo que significa eso que llevo veinte años poniendo. Por eso te digo que tengo un exceso de sentido de la responsabilidad, pero estoy dispuesto a cargar con todos los fallos que se produzcan”.
Sobre los cambios:
“En esta etapa no va a haber grandes cambios porque si se hacen muchas innovaciones se corre el riesgo de matar al mito. La televisión es un hábito y el público se ha acostumbrado a este formato”.
Sobre el reto de conseguir audiencia:
“Esta nueva etapa es todo un reto porque nos enfrentamos por primera vez a la competencia, pero quiero convertir el «Un, dos, tres...» en el espacio más visto de la tele. Vencerá en audiencia a «La dama de rosa»”.
Sobre las ideas de cada programa:
“En cada «Un, dos, tres...» hay veinte o treinta ideas brillantes y diferentes. La prueba es que casi todos los concursos han salido de allí. Ya hasta rechazo el apelativo de concurso porque es más bien un show de televisión. En esta nueva etapa, ha enganchado a la juventud, a un público de entre quince y veinticinco años, que antes nunca tuvo. En el programa hay teatro, humor, musicales muy avanzados y lo más vanguardista que se ha hecho hasta ahora. Es que «Un, dos, tres...» no existe. Consta de una serie de elementos que, unidos, forman un programa de televisión”.
Sobre su motivación para recuperar «Un, dos, tres...»:
“Si algo me motivó para volver a hacer «Un, dos, tres...» fue el demostrar también que se podía hacer un programa popular sin necesidad de decir ni una sola grosería ni perder la estética. Este es el camino de la televisión”.
Sobre el respeto al público:
“Otros programas confunden lo soez y lo deforman con lo ingenioso. No es necesario que la gente se desnude, ni se rompa la crisma para hacernos reír. Es una lástima”.
Sobre la elección de presentador:
“He estado sondeando y los telespectadores han sido concluyentes: “Queremos a Mayra”. Aunque se ha rumoreado que Emilio Aragón podría presentarlo, te cuento que Emilio pasó una prueba para suceder a Kiko, pero entonces estaba muy verde, y ahora tiene la agenda sobrecargada”.
Sobre su inseguridad:
“Soy muy inseguro, aunque dé imagen de seguridad. Pero es precisamente por eso, por pensarlo mucho, por analizar tanto lo que voy a hacer, y porque cuando tomo una decisión lo hago consciente, lo cual no implica que luego acierte. Mi inseguridad me hizo, por ejemplo, ver a trescientas personas antes de decidirme por Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca como presentadores de «Un, dos, tres...»”.
Sobre la pareja de presentadores:
“Tuvimos un hombre, tuvimos una mujer, ¿por qué no la pareja para poner broche de oro definitivo al «Un, dos, tres...»?”.
Sobre los presentadores:
“Los he elegido precisamente porque son muy opuestos. Jordi es un hombre serio, culto y hosco, cuya imagen real dista mucho de lo que ofrecía en el programa «No te rías que es peor» y Miriam es todo lo contrario, burbujeante y simpática; su misión es romper la seriedad de Jordi”.
Sobre la función de los presentadores:
“Su trabajo se desarrollará según su personalidad. Estarán juntos en determinadas ocasiones, pero no siempre. Hay cosas, como por ejemplo las preguntas serias, que le van mucho más a Jordi, y otras, como la eliminatoria, resbalarse, tirarse tartas... que le van que ni pintado a Miriam. Mi propósito es formar una pareja que marchará estupendamente por ser ambos tan diferentes: que toda la alegría y la chispa del programa la lleve Miriam y toda la parte seria esté conducida por Jordi”.
Sobre la elección de las azafatas:
“Las azafatas han sido elegidas, como siempre, por su talento y no por su belleza”.
Sobre la ilusión de las azafatas:
“¡No saben la paliza que les espera...!”.
Sobre la comparativa con otros programas:
“No vamos a competir con otros concursos en grandes premios, ni en más erotismo, ni en un humor que siempre he rechazado y que puede resultar chocante o procaz”.
Sobre sus motivaciones para evolucionar:
“A mí me espoleó el hecho de que se comentara que el «Un, dos, tres...» era un concurso caduco, cuando todos los concursos que hay ahora en la televisión están sacados por el patrón de «Un, dos, tres...». El hecho de que tengan azafatas, o que cada semana escojan un tema o ambientación diferentes. Eso espoleó que volviéramos a darle un tratamiento notificante”.
Sobre la filosofía de los contenidos:
“Quiero un programa blanco, sin palabras soeces, y erotismo con cuentagotas; el viernes mandan los niños en casa, ellos eligen la cadena y es importante que los padres no se sientan incómodos viendo el concurso junto a sus hijos”.
Sobre los regalos y los premios:
“La cuantía de los premios se incrementará de acuerdo con el I.P.C., pero en ningún caso se asemejará a la de «El precio justo»; sería una barbaridad”.
Sobre su productora:
“Una productora independiente como la que tengo es una empresa necesaria, porque también te hace independiente a ti. Pero, como empresa, es absurda, porque no lleva a cabo más que aquellas cosas que yo puedo realizar. Hago con mi empresa lo mismo que con mi vida, tenerla en reserva, con un mínimo de personas imprescindibles, hasta que opto por realizar un trabajo. Ahora con «Un, dos, tres...» están trabajando doscientas personas contratadas, pero después volverán a ser cinco”.
Sobre la posible vuelta del programa:
“No sé si este «Un, dos, tres...» será el último; cuando está cumplido el objetivo, ya no me interesa tanto la guerra. Si no hubiera sido un éxito en esta etapa, me interesaría mucho; estaría pensando qué hay que agregar o quitar. Ya está ganada la batalla. Ahora, ¿qué?, ¿mantenerse? No. En abril se acabó”.
Sobre la historia del «Un, dos, tres...»:
“Hoy no se valora, pero «Un, dos, tres...» fue un programa muy atrevido para su época”.
Sobre don Mariano:
“Lo del perro me ha parecido muy buena idea. Es un basset hound propiedad de André Astor, un ventrílocuo que trabaja en el Scala Meliá de Madrid. Es una travesura. Don Mariano hace la autocrítica del programa. En poco tiempo se ha convertido en una estrella explicando en tono de sorna y con su humor inglés el tema del programa”.
Sobre Jordi Estadella:
“El mismo Jordi Estadella, cuya historia en el «Un, dos, tres...» es reciente, ha llorado con una congoja terrible cuando celebrábamos la despedida de esta etapa. Sinceramente pienso que el programa posee una magia que ni yo mismo me había propuesto darle”.
Su conclusión:
“Sinceramente, creo que este último «Un, dos, tres...» es el mejor que se ha hecho nunca”.
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