“A
mí me vino un señor, muy amigo mío y conocedor de televisión que
se llama Salvador Pons,
director de programas, y me dijo: “Chichet [él es valenciano],
hazme el favor, por qué no te piensas un concurso”, porque yo
hacía concursos en América cuando empezaba. “Piénsate algo, que
lo necesito”. Y, bueno, como una especie de juego, de
pasatiempo, empecé a darle vueltas a la cabeza sobre lo que se
podía o no hacer. Los concursos solamente se apoyan en una de
estas tres fórmulas: o son preguntas, o son pruebas de
habilidad, o son juegos psicológicos. Entonces para que no
fallara, le puse los tres, por eso se llama «Un, dos, tres...».
Tres mecánicas diferentes. Las uní y luego le
empecé a agregar otras cosas. Entre ellas a “Don Cicuta”. que
era una perfecta caricatura de los poderes fácticos de aquella
época: de la censura, de la hipocresía. Nunca se había hecho que
se metiesen con los concursantes y nos metimos con los
concursantes; nunca se había hecho que hubiese chicas en
minifalda sueltas por el plató, nosotros las pusimos”.
Narciso Ibáñez Serrador, 1999
|