Inicio > El público en «Un, dos, tres...» > En la grabación del programa dedicado a la Lotería

 

 

En la grabación del programa
dedicado a la Lotería

13 de diciembre de 1991

 

 

Un reportero de prensa televisiva fue testigo de la
grabación del programa dedicado a la Lotería de la
séptima etapa de «Un, dos, tres...»

 

 

 

  

   

Es martes 10 de diciembre de 1991, a las tres de la tarde, y los Estudios Buñuel reciben la visita de casi seiscientas personas dispuestas a poblar las gradas del plató E1 en el que se graba, una semana más, «Un, dos, tres...». El tema del día de hoy es la Lotería Nacional; se acercan las fechas de Navidad y el sorteo del Gordo da el pistoletazo de salida a las fiestas navideñas (y más si te toca); así que el tema elegido es muy apropiado.

 

Los presentadores, Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca; “las Derrochonas”, las simpáticas hermanas Hurtado; las azafatas y los humoristas se preparan para dar el salto al mundo de la magia y de la ilusión creado por Narciso Ibáñez Serrador, maestro de ceremonias del concurso más querido y rentable de la televisión.

 

Conforme el público entra en el plató es el mismo Chicho Ibáñez Serrador quien los recibe en persona y los va sentando según necesita gente joven para los planos que las cámaras toman durante todo el programa. A la vez que va dando las instrucciones precisas para que se vayan acomodando, dirige también al equipo; no delega casi nada; está pendiente de cada detalle.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

Chicho se dirige al público: “Doy la bienvenida a todos ustedes. Nuestro deseo es que se diviertan lo máximo posible, para lo cual está permitido que, si ustedes quieren, se desmelenen”.

 

Los concursantes son recibidos también por Chicho, por Jordi y por Miriam, los dos últimos aún sin maquillar mientras ejercen de relaciones públicas.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

Se sientan cada uno en su banqueta y esperan, nerviosos, que les coloquen los micrófonos y las pegatinas con sus nombres. Les impone ver todo el despliegue técnico, las cámaras enfocándoles, los focos encendidos, toda la grada llena de público...  Sudan por los nervios, y las maquilladoras intentan quitarle los brillos para que salgan guapos en pantalla.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

Una de las concursantes le pregunta con desparpajo a Jordi si él no tendrá enchufe para colocarla en la tele. Las dos azafatas que escuchan la conversación se ríen por la ocurrencia.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

Una vez que todo el público está sentado y se han ultimado los detalles técnicos, Chicho Ibáñez Serrador se relaja y le ofrece un puro a Miriam Díaz-Aroca. “¿Quieres?”. Miriam lo rechaza con cara de asco. Chicho se lo enciende; será el primero de muchos que fumará en una trepidante tarde de grabación que se alargará hasta la madrugada. Último repaso a todo en el estudio y Chicho lo abandona para subir al control de realización desde donde controlará hasta el último detalle gracias a trece monitores y un sistema de intercomunicadores que le mantiene en permanente contacto con cámaras y regidores.

 

Fuera del estudio, en una sala comunicada con la escalera central del plató por la que bajan los cómicos, esperan los actores y los figurantes el momento de salir a escena. Para ellos también hay nervios; se saben perfectamente su guión pero por un momento se quedan en blanco y tienen que repasar el papel.

 

Antes de grabar las hermanas Hurtado caldean el ambiente con un show que realizan de cara al público para que Chicho pueda tomar planos de gente riéndose que le servirán para intercalarlos en el montaje final. Paloma, Teresa y Fernanda cuentan chistes, cantan, bailan... son unas artistas todoterreno y lo demuestran en estos momentos previos. Ensayan con el público el “Ohhh” para cuando los concursantes dejen un premio importante, y el “Vamos que nos vamos” para cuando acaben los cuarenta y cinco segundos que los concursantes tienen para responder.

 

Una vez que todo el mundo está vestido, maquillado y peinado, y en sus posiciones, Ibáñez Serrador anuncia a través de la megafonía que comienza la grabación. Su voz se escucha perfectamente a través de los altavoces. Lo primero que se graba es el desfile de botones de todas las edades, con uniformes del siglo XIX, portando regalos delante de las “Derrochonas”. Las hermanas Hurtado realizan su actuación con normalidad, sin cortes, y se desplazan hasta su set.

 

Las hermanas Hurtado - «Un, dos, tres...» (1991)

 

En este momento es cuando comienzan las pausas. “Jordi, tranquilízate, sé que lo puedes hacer mejor”. Chicho anima a Jordi Estadella, que para relajarse hace unas muecas a la cámara y retoma el guión desde “¡Pero, por favor, señoras, ¿qué les ocurre?!”. Esta vez sí le sale bien. “Muy bien, señor Estadella”. “Gracias, maestro”.

 

En el turno de Miriam suena de nuevo la voz de Chicho. “¡Corten! Nena, te has hecho un lío. Vuelve a empezar”. Miriam reacciona poniendo cara de circunstancias, aunque la cambia enseguida y en el segundo intento borda su frase.

 

Miriam Díaz-Aroca - «Un, dos, tres...» (1991)

 

 

Narciso Ibáñez Serrador es un director exigente; está continuamente encima de todos los que tienen alguna responsabilidad dentro del programa, que son muchos. No le gusta que nadie se salga demasiado del guión o que se equivoque en exceso. Cuando esto ocurre, la voz de Chicho interrumpe la marcha de la grabación y reprende a quien comete el fallo. Todo está perfectamente calculado. Si alguien se equivoca demasiadas veces, Chicho hace sonar el teléfono que cada presentador tiene camuflado en el decorado para que sólo se entere de las directrices que tiene que seguir.

 

Quienes más “sufren” las interrupciones del realizador suelen ser las azafatas y Miriam Díaz-Aroca. Se ha dado ya el caso de que alguna de las chicas se equivocase repetidamente y que Chicho le haya cortado las frases como “castigo”. “¿Puedo repetir?”, preguntan siempre las azafatas al equivocarse. “No, no puedes repetir. Mejor sólo haces la primera presentación; lo demás no es necesario que lo digas”. “De acuerdo”, responden resignadas. Pero el caso de Miriam es distinto; no se equivoca a menudo, pero a juicio del director, o se pasa o se queda corta; o es demasiado simpática y efusiva o peca de seriedad. Con ella es con quien más habla Chicho en los descansos.

 

Toca empezar a grabar la tanda de preguntas. “¡Suerte a todos!” desea Chicho desde su control. “Por 369 pesetas, nombres de cosas destinadas a servir o llevar comida, como por ejemplo, una bandeja”; “una bandeja, un tenedor, un plato, una cuchara, un cuchillo, una sopera, una cucharilla de postre, una jarra, un tenedor de postre...”; Chicho interrumpe para explicar que “es una regla histórica del «Un, dos, tres...» que una vez que se ha dicho una palabra, no valgan derivaciones de la misma. Jordi, sería conveniente que lo aclarases para que no haya dudas”. Y poco a poco se va desarrollando la tanda de preguntas, amenizada con los pareados de “las Hurtado” y su “Vamos que nos vamos”. A las 20.45 horas se termina la grabación del juego del Zodíaco.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

Y una vez terminada esta primera parte del programa llega el momento del descanso para el bocadillo, momento de relax para todos y sobretodo para los concursantes, después de la tensión sufrida en las preguntas.

 

Miriam Díaz-Aroca - «Un, dos, tres...» (1991)

 

 

Los presentadores y las azafatas aprovechan para descansar y repasar sus guiones. Miriam se toma un café para continuar activa toda la tarde y atiende a la prensa y posa muy sexy subida a un piano con el uniforme del programa. Le interrumpe Ángel Garó, todavía sin vestir de negro, que provoca las risas de todos queriendo, de broma, ser el protagonista de los objetivos de las cámaras.

 

Jordi Estadella, por su parte, se retoca el maquillaje, ya que suda bastante. “El calor es mi principal enemigo. Es un suplicio permanecer tanto tiempo bajo los focos”. Siempre que hay una pausa, las maquilladoras y peluqueras aparecen con sus maletines para retocar el maquillaje y cepillar un poco el cabello. Las encargadas de vestuario también hacen lo propio cuando es requerido: un broche brillante en el vestido, un hilito en el traje que se ve demasiado, el escote un poco más bajo...

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

La eliminatoria se graba con rapidez, sin apenas dificultades. En esta ocasión, a iniciativa de uno de los concursantes, a la subasta pasarán mezcladas las dos parejas. Chicho acepta la propuesta y les felicita por el fair play.

 

Ya en la subasta, Jesús y Celia, los representantes de cada pareja elegidos para participar en la tercera parte del programa, se miran y se dicen “Hay que conseguir el Libretón”. Chicho desde el control interviene y dice “Suerte y a por ello”. Y los premios perdidos, junto con los números creados para presentarlos empiezan a desfilar ante los ojos asombrados, con desazón unas veces y con alegría otras, de los siempre afortunados concursantes.

 

Entre tanto desfile de belleza y de réplicas gigantes de productos de consumo, una chica del público gana quinientas mil pesetas a la cara más alegre. Miriam Díaz-Aroca es la encargada de hacer que el público se esfuerce en olvidarse de su sentido del ridículo durante más de ¡quince minutos! Porque aunque luego en casa sólo veamos un minuto, en grabar este espacio se emplea mucho más tiempo; Chicho y su equipo de cámaras van haciendo un barrido por toda la grada hasta elegir la “faz más hododosa”. Después se emplean unos veinte minutos para dilucidar quién es la persona agraciada con el premio. Chicho interviene pues en el plató no saben por qué se ha producido un parón tan largo: “Les pido a ustedes disculpas, pero es el tiempo imprescindible para que se haga correctamente”. A Miriam se le anuncia dónde está la ganadora a través del teléfono escondido debajo de la mesa de la subasta de Jordi Estadella; de este modo, cuando se revele su identidad en el monitor, ella pueda localizarla enseguida.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

La chica en cuestión no se lo creía; una vez recogido el dinero y tras regresar a su sitio, se pone a llorar, mientras su novio intenta convencerla de que no llore, porque quinientas mil pesetas es un premio para estar más que feliz.

 

La grabación sigue alargándose y el cansancio va haciendo mella; y continúa el calor. Jordi Estadella se abanica con una de las tarjetitas y bosteza de vez en cuando fruto de las largas horas que lleva al pie del cañón.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

Las azafatas matan el tiempo charlando o tomándose un café; se han despojado ya de sus uniformes rosas para ponerse la ropa que utilizan en un número musical grabado el día anterior, en el que aparecen de prostitutas. Los concursantes y los espectadores en las gradas ven el número y el resto de actuaciones del decorado en unos monitores grandísimos.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

A las doce de la noche aparece en el lado oscuro del plató Ángel Garó, ya vestido de negro y generando una gran expectación. Queda poco tiempo para que haga su intervención y se prepara improvisando un número de sevillanas e interpretando a alguno de sus personajes, para deleite de las hermanas Hurtado, que se quedan en el plató nada más que para verle actuar. “Me suelo preparar la actuación el fin de semana en casa. El domingo tengo comida con Chicho para definir lo que va a ser y el martes por la mañana lo ensayamos, para grabarlo por la tarde”. El número de Ángel Garó causa verdadera sensación; su improvisación no tiene límites y utiliza todo lo que se le ocurre mientras actúa a su favor. Todo el mundo, técnicos, azafatas, público está pendiente de su actuación frente a la cámara provocando la carcajada de todos los presentes. A diferencia del resto de humoristas, Ángel Garó no necesita repetir ninguna toma. Como tampoco tuvo que repetir ninguna toma Juan Tamariz, artista invitado en esta ocasión.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

Una vez terminada su actuación, escondido tras su biombo agradece la cariñosa y calurosa ovación que le brinda el público. Después firma autógrafos a todos sus seguidores que se acercan a él para saludarle y felicitarle, y se despide de todos los compañeros, en especial, las hermanas Hurtado, con quienes ha trabado una perfecta amistad basada en la admiración mutua.

 

A la 1.30 de la madrugada llega el momento de la decisión final para los concursantes. Tienen dos regalos sobre la mesa y han de decidir con cuál de los dos se quedan. Los seguidores, también cansados ya, esperan anhelosos desde la lavandería china la elección de los concursantes, ya que su suerte está en manos de ellos.

 

«Un, dos, tres...» - 1991

 

 

El premio final, millonario, provoca la revolución en el plató; el cansancio se torna en alegría y alboroto. Saltos, abrazos, besos, la locura... Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca participan de la alegría de las parejas, mientras Chicho, desde las alturas, es testigo mudo y emocionado de la situación. Reconoce que cuando el programa acaba con un buen final, se va a casa más contento y satisfecho.

 

 

Basado en un reportaje de Guillermo Pascual publicado en CLAN TV

 

 

volver atrás

 

www.lawebdelundostres.es

undostres@lawebdelundostres.es