Inicio > Un recorrido por la historia de «Un, dos, tres...» > Índice > El «Un, dos, tres...» a la europea: la supresión y reaparición de “las Tacañonas”; el Chollo... y el Antichollo |
El «Un, dos, tres...» a la
europea: |
Nuevamente el circo |
El comienzo de la cuarta etapa no tardó mucho en llegar, aunque sí un poco más de lo que estaba previsto inicialmente. Obviamente, no hubo que esperar cuatro años y medio, como entre la segunda y la tercera etapa, pero sí unos meses más de los razonablemente planteados. La razón no fue otra que Mayra Gómez Kemp había participado en una campaña publicitaria emitida en TVE y los Estatutos de la televisión pública imponían que transcurrieran una serie de meses desde la emisión de los anuncios hasta que el protagonista en cuestión pudiera aparecer en un programa.
Narciso Ibáñez Serrador tenía claro que Mayra era imprescindible y quería seguir contando con ella como presentadora; y era imprescindible porque había demostrado suficientemente su solvencia como conductora del concurso en la etapa anterior, se había ganado el cariño y la simpatía de los espectadores, que ya no añoraban al malogrado Kiko Ledgard, y además porque el programa iba a experimentar importantes cambios, de forma que era positivo que la figura de la presentadora le diera continuidad.
Con retrasos incluidos, la carpa del circo del «Un, dos, tres...» volvió a ponerse en pie el 9 de noviembre de 1984; Chicho, gran amante del simbolismo circense, quiso enlazar una etapa con otra repitiendo el tema con el que había clausurado la temporada anterior, repitiendo incluso algún número musical.
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Una evidente influencia extranjera |
Como adelantábamos anteriormente, «Un, dos, tres...» experimentó en esta etapa importantes cambios y novedades, muchos de ellos motivados por la influencia de las versiones del concurso que se estaban realizando en otros países europeos, fundamentalmente Alemania y Holanda.
Una primera influencia la observamos en la decoración de las gradas y las escaleras centrales. A diferencia de la etapa anterior, en el que las gradas se inspiraban en las de la versión británica, en esta se copiaron las de la versión alemana, con los paneles amarillos separando las gradas inferiores de las superiores.
El plató en el que ahora se iba a grabar el «Un, dos, tres...» era sensiblemente más grande, lo que permitía construir decorados espectaculares, a los que Chicho quiso sacar más partido aun, también por influencia de las versiones holandesa y alemana. De esta forma, en esta etapa la tanda de preguntas también se desarrollaba en el decorado, y el programa solía iniciarse con un número musical como en las versiones extranjeras; estuvo previsto que Mayra participara en ellos, como hacían sus homólogos alemán (Rudy Carrell) y holandés (Ted de Braak), pero, finalmente, ella sólo cantó en el especial de Navidad y en el último programa.
Otra idea que Chicho aplicó a su «Un, dos, tres...», importada de las versiones extranjeras, fue la de que cada etapa no durara más de seis meses, con un descanso entre cada una de ellas de igual duración. A él le hubiera gustado también producir el programa cada dos semanas o un mes, como se hacía en otros países, lo que le hubiera permitido preparar concienzudamente cada emisión, pero TVE nunca consintió que el «Un, dos, tres...» no tuviera continuidad semanal, así que tuvo que contentarse con etapas compuestas por veintiséis programas, y descanso de seis meses entre cada una. |
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Sólo cinco azafatas |
En esta etapa Chicho rompió la tendencia de que el concurso contara con seis azafatas; en esta ocasión el programa tendría que apañarse únicamente con cinco secretarias. Se desconocen las razones de esta decisión, que pueden ser variadas; quizás, una sexta chica falló en el último momento y no se pudo cerrar el contrato con ella (en prensa se había anunciado que la modelo y Miss España 1983 Garbiñe Abasolo sería azafata del programa; también se había publicado que la actriz Amparo Moreno sería azafata porque Chicho quería una chica metida en kilos en su sexteto de secretarias para la nueva etapa); quizás fuera que la sexta “azafata” iba a ser el personaje que sustituiría a “las Tacañonas” y de la que hablaremos en el siguiente apartado (quién sabe si la anunciada azafata metida en kilos no iba a ser la nueva “parte negativa”, finalmente descartada por el personaje de “Eugenia Enchufols”); o quizás simplemente ocurrió que Ibáñez Serrador no logró encontrar seis chicas que supieran cantar, bailar e interpretar; en España no había tradición de comedia musical y Chicho siempre se había quejado de que era difícil encontrar jóvenes que aunarán el talento suficiente para comunicar ante la cámara, caer simpáticas al público y, además, cantar y bailar (algo que ya era fundamental para ser azafata de «Un, dos, tres...» desde los cambios que se habían introducido con Botilde).
Sea como fuere, la cuarta etapa de «Un, dos, tres...» iba a contar con cinco azafatas. Dos de ellas ya eran conocidas de los espectadores porque procedían de la temporada anterior y eran muy queridas; nos referimos a la valenciana Gloria Fernández y a la californiana Kim Manning, que comenzó la etapa con una pierna vendada a causa de una lesión sufrida en un ensayo.
Las otras tres chicas eran totalmente nuevas y desconocidas en televisión. Lydia Bosch fue elegida en el casting que Chicho hizo en Barcelona; fue acompañando a una amiga a las pruebas y, sin intención de someterse a ellas, pero tras la insistencia del director, pasó los requerimientos de Chicho y del coreógrafo y fue elegida. Naomi Unwin fue elegida en el casting de Palma de Mallorca; Chicho supo ver en ella el talento para los musicales y sabía que su acento británico podría dar lugar a divertidas situaciones cómicas en el programa. La quinta fue Mari Luz Lence; Chicho se fijó en ella una noche que asistió a uno de los musicales que se representaba en un teatro madrileño; intuyó que podría encajar como azafata del programa y la contrató.
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La nueva “parte negativa” |
Como ya anunciamos anteriormente, la influencia de las versiones extranjeras y el paso del tiempo hicieron que Narciso Ibáñez Serrador se decantara por suprimir la figura de “las Tacañonas” en el nuevo «Un, dos, tres...». En las versiones del concurso que se hacían en otros países no existía la figura de la “parte negativa”; en ellos no se hubiera comprendido; “los Tacañonas” eran sucesores de “don Cicuta”, que no era sino una caricatura de la censura del régimen franquista, lo cual tenía sentido en la España de 1972; pero ni Europa ni la España de 1984 comprendían unos personajes que encarnaban una censura que ya no existía.
Aun así, Chicho no quiso suprimir la “parte negativa”, y en lugar de “esas que ustedes saben”, en la cabecera del programa indicaba a los espectadores que “ya lo verán”. En efecto, el veterano y sabio director sabía que no podía prescindir de un personaje contrario a los concursantes que permitiera un diálogo cómico con Mayra antes de comenzar la tanda de preguntas; algo que había sido seña de identidad del «Un, dos, tres...» y elemento diferenciador de otros concursos: era el único en el que había un jurado claramente en contra de los concursantes.
Aprovechando que sólo había cinco azafatas, Chicho vio la oportunidad perfecta de incorporar una “sexta”, más entrada en años, antítesis totalmente de lo que se esperaba de una chica secretaria del programa, pero que había llegado al programa (y no lo ocultaba) por enchufe. Se trataba de “Eugenia Enchufols del Tot”, interpretado por la veterana actriz Eugenia Roca.
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La nueva mascota: el Chollo |
Que el «Un, dos, tres...» pudiera cambiar de mascota ya no era ninguna novedad ni sorpresa puesto que la mítica calabaza Ruperta había sido sustituida en la etapa anterior por la bota Botilde. Ambas compartían la particularidad de que cuando los concursantes se hacían con ella en la subasta se iban a casa con las manos vacías.
Para esta cuarta etapa Chicho se inventó un nuevo personaje mascota, pero a diferencia de los anteriores, no era negativo para los concursantes; más bien al contrario, podía ser un auténtico chollo para ellos si lo encontraban en la subasta, porque les daba la posibilidad de elegir cualquiera de los regalos que habían aparecido en la subasta. De ahí que el nombre no fuera otro que “el Chollo”. A diferencia de las mascotas anteriores, el Chollo no era ningún elemento conocido, como una calabaza o una bota; bien podría decirse que era una berenjena, con sombrero y que fumaba puros.
Para no restarle suspense y emoción a la subasta, Mayra Gómez Kemp anunció en el primer programa que Chicho le había ordenado que intentara -siempre con limpias y honradas técnicas- que ninguna pareja de concursantes llegara a ganar el Chollo. |
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El regreso de “las Tacañonas” con el Antichollo |
Chicho sabía que no podía suprimir la “parte negativa”, y también sabía, pero se dio cuenta tarde, que no debía sustituir a “las Tacañonas”, ya que eran unos personajes muy queridos por los espectadores y la excelente interpretación de “Las Hurtado” las hacían prácticamente imprescindibles. De esto último se dio cuenta tarde pero antes de grabar el primer programa, por lo que invitó a las hermanas Hurtado a estar presentes en el debut de su sustituta con la excusa de darle ánimos, aunque en realidad era para anunciarles que seguirían en el programa, y que tras algunas emisiones volverían con sus personajes de “las Tacañonas”; y que, hasta entonces, tendrían intervenciones actuando en la subasta.
De esta manera, “Las Hurtado” lograron aun más popularidad en esta etapa, ya que además de en la tanda de preguntas como “Tacañonas” era habitual que aparecieran en la subasta, con su muletilla “hala vamos, hala venimos”, que llegaron a convertir en single de gran éxito.
En el quinto programa, dedicado a los sueños, “Eugenia Enchufols” anunciaba que definitivamente la habían “desenchufado” y que la semana entrante ya no estaría en el programa. En el sexto programa regresaban triunfantes “las Tacañonas” para sorpresa de Mayra, y con ellas debutaba una nueva mascota que no venía a sustituir al recién estrenado Chollo, pero sí a complementarlo. Se trataba del Antichollo, y a partir de entonces en la subasta podían salir alternativamente uno u otro. El Chollo sería bueno para los concursantes, pero el Antichollo les haría regresar a casa con las manos vacías. De esta forma, aumentaba el suspense de la subasta, ya que los concursantes tendrían la certeza de que siempre habría mascota en uno de los regalos, pero no sabrían si sería el Chollo bueno o el Chollo malo.
Con estos nuevos cambios, Chicho fue mitigando la influencia inicial que nuestro «Un, dos, tres...» había recibido de Europa; las preguntas dejaron de hacerse en el decorado y regresaron los tres tradicionales sets: el de “las Tacañonas”, con sus campanas y relojes, el de las azafatas, presidido por la máquina de cilindros (que también era una novedad de esta etapa para que el azar decidiera por qué cantidad multiplicarían los concursantes sus respuestas a la primera pregunta), y el de los concursantes, con los tres podium, uno para cada una de las parejas. |
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Sin cambios significativos en la mecánica |
Además de los ya indicados, que no fueron pocos, el «Un, dos, tres...» experimentó pocos cambios en su mecánica y estructura; seguía contando con sus tres partes bien diferenciadas: preguntas, eliminatoria y subasta. En la eliminatoria se introdujo a partir del cuarto programa un nuevo juego de consolación, que acabó comercializándose también como juego de mesa: “La carrera del Chollo”.
En la subasta siguieron existiendo los sufridores, y sí pudo observarse un aumento de las dosis de espectáculo, ya que era extraño el programa en el que no hubiera dos números musicales protagonizados por las azafatas.
Los cómicos de la subasta fueron los habituales: Arévalo, Beatriz Carvajal (que regresaba al programa con el nuevo personaje de “Gafancia”), Raúl Sénder (aunque tuvo que abandonar el programa a la sexta semana por la incompatibilidad que imponía TVE por embarcarse en una campaña publicitaria) y Bigote Arrocet (que se incorporó a la semana siguiente para ocupar el hueco dejado por Sénder).
Junto a ellos hubo otros cómicos que también participaron habitualmente en la subasta, como los hermanos Calatrava, Antonio Ozores, Fernando Esteso o Eugenia Roca, que, una vez que el personaje de “Eugenia Enchufols” fue suprimido, se incorporó a la subasta con diversos personajes. |
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“El show del Un, dos, tres...»” |
En esta etapa el equipo de «Un, dos, tres...» volvió a grabar un disco en el que participaban todos: Mayra Gómez Kemp, las hermanas Hurtado (con su éxito “Hala vamos, hala venimos”), Raúl Sénder, Beatriz Carvajal y las azafatas. Algunos de esos temas fueron interpretados en diversos programas a lo largo de la etapa.
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Continuidad en la quinta etapa |
Tras los veintiséis programas anunciados, el 3 de mayo de 1985, terminaba la cuarta etapa de «Un, dos, tres...»; tras el consabido descanso (que no llegó a durar seis meses), el 4 de octubre de 1985 se estrenó la quinta etapa, que vino a ser una continuación de la cuarta etapa, sin apenas cambios significativos. El más llamativo de todos fue la sustitución de Mari Luz por una nueva azafata, Nuria Carreras, que pronto se granjeó el cariño, no sólo de sus compañeros de equipo, sino de los espectadores.
Otro cambio a destacar fue la sustitución del juego de “La carrera del Chollo” por el de “El país del Antichollo”, para los concursantes que perdían en la eliminatoria.
Y quizás el más relevante de todos los que afectaron a la mecánica del programa fue la creación de la figura de los “sufridores en casa”, que escribían al concurso con una prueba de compra de productos OKEY, señalaban un número en un círculo, que determinaba el regalo, de los que habían aparecido en la subasta, que les correspondía. Al final de la subasta, Mayra llamaba al sufridor o sufridora en casa y le anunciaba el premio que había ganado. |
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El “entierro” del «Un, dos, tres...» |
La etapa concluyó, tras los veintiséis programas contratados, el 28 de marzo de 1986. El «Un, dos, tres...» gozaba de un gran éxito de audiencia y Chicho podría haberlo dejado descansar seis meses y regresar con otra etapa de veintiséis emisiones; sin embargo, quiso dar un golpe de efecto y despedir rotundamente la etapa guardando en un cajón los elementos más representativos del programa: las barbas y chistera de “don Cicuta”, las gafas de las secretarias, guiones, la calabaza Ruperta, la bota Botilde, el Chollo...), y ordenó clavarlo bien para que nadie pudiera abrirlo... aunque la sintonía original del programa, que sonaba suavemente de fondo, le hizo reconsiderar su decisión y mandó que no lo clavaran demasiado “por si acaso...”. |
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