Inicio > Un recorrido por la historia de «Un, dos, tres...» > Índice > La gran revolución en «Un, dos, tres...»: la llegada de Botilde y nuevas azafatas |
La gran revolución en «Un, dos, tres...»: |
Preparando el gran cambio |
El gran cambio que Narciso Ibáñez Serrador había anunciado al comienzo de la tercera etapa de «Un, dos, tres…» se iba a producir en mayo de 1983. El concurso había cumplido más de diez años desde su estreno y Chicho había ido haciéndolo evolucionar paulatinamente, incorporándole cada vez más dosis de espectacularidad, y los espectadores eran conscientes de ello desde agosto de 1982, fecha en la que el programa había vuelto a las pantallas. Pero la gran transformación de «Un, dos, tres...» aún no se había producido.
Para prepararla, Chicho solicitó a TVE una semana sin emisión de «Un, dos, tres...» para contar con quince días para preparar un programa especial; la solicitud le fue concedida y el 29 de abril de 1983, antes de comenzar el programa dedicado a la hostelería, Chicho se dirigió a los espectadores para anunciar que la siguiente semana no habría programa y para desmitificar las expectativas que la prensa había creado acerca de las novedades que iban a suceder próximamente en «Un, dos, tres...».
De ese modo, el 6 de mayo de 1983 no hubo programa y el 13 de mayo de 1983 se emitió el programa especial dedicado al adiós de Ruperta con el que se producía un punto de inflexión en esta tercera etapa. |
|
La nueva mascota |
El 20 de mayo de 1983 el programa comenzó con una cabecera distinta a la habitual hasta entonces. Nacía así una nueva mascota que venía a sustituir a la célebre calabaza Ruperta, a la que se había despedido la semana anterior. El nuevo personaje era una bota de río, a la que se bautizó como Botilde, y que, igual que su antecesora, implicaba que los concursantes que se quedaban con ella al final de la subasta se iban a casa con las manos vacías.
Narciso Ibáñez Serrador convocó una rueda de prensa para presentar los dibujos de la nueva mascota y para despedir a las cuatro azafatas que quedaban del sexteto inicial que había debutado con Mayra Gómez Kemp.
El diseño de Botilde fue obra de José Luis Moro, que le dio vida en sus estudios de animación, aunque se encontró con la dificultad de dotarla de movimiento al no contar con pies; aun así consiguió que se moviera y cantara y bailara en la nueva cabecera; fue Chicho el que le prestó la voz, como ocurrió con Ruperta.
|
|
El debut de las secretarias |
Aquel programa del 20 de mayo de 1983 se tituló “El debut de las secretarias” y la subasta comenzó de un modo especial. Fue Narciso Ibáñez Serrador el que, desde el control de realización, explicó lo que íbamos a ver en los próximos minutos, y no era otra cosa sino un casting que se había realizado en el propio plató del «Un, dos, tres...» en los Estudios Roma, y en el que Chicho y su equipo de colaboradores (entre los que se encontraban el coreógrafo Ricardo Ferrante y el ayudante de realización Gregorio Quintana) sometían a las aspirantes a distintas pruebas para elegir a las seis nuevas azafatas.
Durante el programa vimos imágenes reales del proceso de selección de las nuevas chicas, junto con imágenes de ficción rodadas expresamente para el programa, y debidamente montadas e insertadas con las reales. Chicho supo captar, a través de cuidados primeros planos, las sensaciones de ilusión de las chicas al comenzar las pruebas, y la decepción de aquellos que fueron siendo eliminadas.
Algunas de las chicas elegidas ya habían sido previamente seleccionadas por Chicho por haberlas visto bailar en salas de fiestas, fundamentalmente en la “Belle epoque” y en “Muntaner, 4”, de Barcelona, o porque habían resultado seleccionadas en pruebas previas realizadas en la capital catalana. Es el caso, por ejemplo, de Silvia Marsó, a quien vimos incluso entre el público en el programa dedicado a la Feria de Sevilla, o de Kim Manning.
Finalmente, las seis nuevas azafatas del «Un, dos, tres...» fueron Silvia Marsó, Kim Manning, Gloria Fernández, Ivanka Marfil, Pat Ondiviela y Maite de Castro.
|
|
Convirtiéndose en un gran show |
Estas chicas compartían con sus antecesoras de etapas anteriores la belleza, pero tenían algo más; habían sido elegidas porque llevaban en sus venas el showbusiness, y todas ellas tenían un talento especial para el espectáculo que demostraron en los números musicales del programa, aunque en aquel entonces las chicas aún cantaban en playback. Se consagra definitivamente el show del «Un, dos, tres…», que dejaba de ser un concurso con espectáculo, para ser un espectáculo con concurso.
Esta gran transformación fue puesta en escena a través del cambio de uniformes que realizaron las nuevas chicas después de presentarse; tiraron sus gafas al suelo, se desabrocharon las botas, se quitaron la falda, y se quedaron en maillots y calentadores, protagonizando así su primer número musical.
Tras él, fueron hacia Mayra para presentarse, saludar a las azafatas relevadas, ya sentadas en las gradas como unas espectadoras más, y dejar como regalo en la mesa de la subasta uno de sus calentadores.
Ése sería el primer número de muchos que estas nuevas secretarias protagonizarían a partir de entonces. Para ello, se preparaban duramente junto con el resto de bailarines del programa (entre los que destacaban, Giorgio Aresu y John OʼBrien, entre otros muchos), bajo las órdenes del coreógrafo Ricardo Ferrante.
|
|
Nuevos cómicos |
Con las nuevas azafatas también se incorporaron al programa nuevos cómicos, como Gabriela Acher, y su personaje de “Charito Muchamarcha”, una dicharachera charlatana que siempre utilizaba palabras que contenían la letra CH y que pretendía cautivar a Chicho para ser contratada en el programa.
Otra actriz que también se incorporó en esta época en el «Un, dos, tres...» fue Fedra Lorente, que interpretó al personaje de “la Bombi”, una jovenzuela ingenua pero con un físico espectacular que provocaba que los señores quisieran aprovecharse de ella.
Paco Arévalo, que triunfaba con la venta de cassettes con sus chistes, también se incorporó al nuevo equipo de humoristas del programa, y solía interpretar a diversos personajes como el gangoso, el mariquita y el chuleta.
|
|
Ofrecieron continuidad al espacio |
Pero no todo iban a ser cambios en el programa; hubo personas y personajes que se mantuvieron, como es el caso de la presentadora, Mayra Gómez Kemp, que fue presentada en agosto de 1982 como presentadora sustituta provisional de Kiko Ledgard, pero que se había ganado por méritos propios el título de digna sucesora con vocación de permanencia. Así lo demuestra el hecho de que en 1982 ganara el Premio TP a la mejor presentadora y que Chicho le hiciera entrega, al comienzo del programa dedicado a los cuplés (2 de marzo de 1984) del Premio TP al mejor programa de 1983, que había ganado el «Un, dos, tres...», para que ella lo custodiara en su casa, por considerar que era la “mamá” del espacio.
También continuaron en el programa las hermanas Hurtado como “Tacañonas”, papel que representaban con enorme éxito y que también les había permitido ganar el Premio TP a los personajes más populares de 1982.
Junto a ellas, otro cómico que continuó en esta segunda parte de la tercera etapa fue Raúl Sénder, sorprendiendo cada semana con un personaje distinto.
Así como Bigote Arrocet, que en ocasiones aparecía solo y en otras acompañado por otros compañeros, como Arévalo o Fedra Lorente, y que siempre terminaban sus intervenciones haciendo el famoso “piticlineo” .
Quien no participó en esta segunda parte de la tercera etapa de «Un, dos, tres...» fue Beatriz Carvajal; tras la supresión del personaje de “la Loli” Chicho había pensado para ella un nuevo personaje llamado “Gafancia”, caracterizado por su mala suerte. Sin embargo, habría que esperar a la cuarta etapa para ver a este personaje.
|
|
El juego de Botilde |
Resultó extraño que en los treinta y siete primeros programas de esta tercera etapa, que tuvieron a Ruperta como mascota, no hubiera habido un juego de consolación para la pareja de concursantes que perdían en la eliminatoria; en cambio, lo había en la segunda etapa (recordemos los juegos de “La Ruperta fantasma” y “El juego de la Pera”).
Pero con la nueva mascota Chicho recuperó el juego de consolación y lo llamó “El juego de Botilde”; se trataba de un espacio en el que quería que las nuevas azafatas tomaran protagonismo presentando las pruebas a las que se sometía a los concursantes.
El juego de Botilde no sólo sirvió para la televisión sino que se comercializó como artículo de merchandising con gran éxito de ventas; la misma mecánica del juego que se emitía en televisión servía para que toda la familia se divirtiera en casa con el juego de mesa. |
|
Los sufridores |
Otra de las novedades que experimentó el programa en esta segunda parte de la tercera etapa fue la introducción de los sufridores. Los sufridores era una pareja de concursantes a los que se presentaba al comienzo de la subasta y que observaban el programa desde la primera fila de la grada, identificados con una S en el pecho, y, sin poder decir nada, a los concursantes de la subasta, compartían con ellos el mismo premio.
Avanzados algunos programas, Chicho decidió que los sufridores se situaran en una cámara, encerrados, y seguían el programa a través de un monitor; conforme llegaban objetos a la mesa de Mayra, las azafatas les anunciaban el regalo que escondían, por lo que “sufrían” por las decisiones que tomaban los despistados concursantes de la subasta.
|
|
El disco del «Un, dos, tres...» |
Aunque en las dos etapas anteriores del concurso ya había contado con discos a la venta, éstos eran singles; los miembros del renovado equipo de esta tercera etapa grabaron el primer LP de la historia del «Un, dos, tres...».
En él intervinieron Mayra Gómez Kemp, las hermanas Hurtado, Bigote Arrocet, Raúl Sénder, Beatriz Carvajal y las azafatas.
En el disco, además de diversas canciones relacionadas con los personajes del programa, podíamos escuchar las sintonías de entrada y salida, así como la fanfarria de premios. |
|
Éxito de audiencia, de premios y comercial |
El programa siguió gozando del favor del público, situándose entre los espacios más vistos de la semana, y como lo demuestra el hecho de que nuevamente consiguiera el premio TP al mejor programa musical y de entretenimiento en 1983.
Los productos de merchandising del «Un, dos, tres…» se vendieron masivamente; además del juego de Botilde y del disco, la bota sirvió de imagen para infinidad de productos de merchandising, como, puzzles, rompecabezas, muñecos, llaveros, la “boti-bota”, huchas, etc.
|
|
El circo de «Un, dos, tres...» recoge una vez más su carpa |
Y en pleno éxito, tras cuarenta y cuatro programas con Botilde de mascota, que unidos a los treinta y siete anteriores con Ruperta hacían un total de ochenta y una emisiones, Ibáñez Serrador decidió poner fin a esta etapa del programa, con la satisfacción de haber triunfado a pesar (o quizás gracias) a los cambios que había introducido en el mismo.
El 13 de abril de 1984 el circo del «Un, dos, tres…» recogió una vez más su carpa, y aunque no estaba confirmado su regreso, el público confiaba en que el programa volvería a las pantallas. |
www.lawebdelundostres.es |
undostres@lawebdelundostres.es |