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La calabaza Ruperta |
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La calabaza Ruperta es posiblemente la mascota más recordada y emblemática del «Un, dos, tres...». No en vano, fue la que más tiempo estuvo en el programa, concretamente en las tres primeras etapas (1972-1973, 1976-1978, 1982-1983) y posteriormente durante las tres etapas de los años noventa (1991-1994), y en «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» (2004).
En la primera etapa ni era considerada una mascota propiamente dicha, ni tenía nombre. Simplemente era uno de los premios que podían aparecer en la subasta para desgracia de los concursantes, ya que suponía irse a casa sin nada. En el programa aparecieron todo tipo de cucurbitáceas enviadas desde huertos de toda la geografía española.
En el programa dedicado a la comedia musical (12 de febrero de 1973) pudimos ver el germen de lo que años más tarde llegaría a ser Ruperta, ya que en el decorado se puso una enorme calabaza, con boca y ojos y unas enormes gafas de secretaria.
La calabaza se despidió de los espectadores por todo lo alto en el primer programa, ya que el regalo que eligieron los concursantes fue una enorme calabaza, que contenía otras más pequeñas en su interior, hasta llegar al premio final, que era una calabaza de oro de 24 quilates.
En la segunda etapa de «Un, dos, tres... responda otra vez» (1976-1978) la calabaza estuvo presente desde el primer momento, ya que aparecía en los promociones que anunciaban la vuelta del programa.
En aquel anuncio las nuevas azafatas portaban una nueva calabaza hecha de plástico, pero todavía sin signos visibles de vida. Fue en el estreno de la etapa, cuando tras las palabras iniciales de Chicho Ibáñez Serrador, vimos por primera vez a la calabaza moverse y cantar en la cabecera del programa. El movimiento fue obra del dibujante José Luis Moro, que le dibujó ojos, mejillas y esa sonrisa tan entrañable, y la animó en sus Estudios Moro.
La voz era del genial Ibáñez Serrador; el truco era el siguiente: Chicho grababa la canción del programa y después los técnicos de sonido aceleraban la velocidad de reproducción y se conseguía el efecto. Además, Chicho la bautizó en esta etapa como Ruperta.
La calabaza Ruperta apareció en la subasta de muy diversos tamaños. Hubo calabazas enormes, como la del programa dedicado al propio «Un, dos, tres... responda otra vez» (9 de abril de 1976) o la del programa dedicado a los errores (8 de julio de 1977).
Otras calabazas fueron de un tamaño más mediano, aunque todas con la simpática sonrisa característica, como la del programa dedicado al circo romano (28 de mayo de 1976).
Pero también hubo otras calabazas de un tamaño más reducido, que permitían a las azafatas acercarlas a la mesa de la subasta sin dificultad, como la del programa dedicado a la equitación (25 de junio de 1976).
Como en esta segunda etapa también se decoraba la zona de las gradas, los dibujos de Ruperta aparecieron varias veces tanto en la mesa de la subasta como en las paredes del público.
Podríamos citar varios ejemplos, como el dedicado a la programación de TVE (30 de abril de 1976), en el que la mesa se convirtió en un televisor con el rostro sonriente de Ruperta en la pantalla, y las gradas se llenaron de caritas de la calabaza en distintos tonos y colores.
También en el programa dedicado a las Fallas de Valencia (18 de marzo de 1977) la imagen de la Ruperta la pudimos ver dibujada en la mesa y en los paneles de la grada.
En esta etapa la calabaza no sólo cobró vida en los dibujos animados de la cabecera, sino que el actor y diseñador de muñecos Alejandro Milán hizo que apareciera en diversas ocasiones en la subasta por su propio pie, como ocurrió en los programas dedicados a los amigos de Ruperta (30 de julio de 1976) o los comics (7 de enero de 1977).
La Ruperta también inspiró uno de los juegos de consolación a los que los concursantes podían jugar tras perder en la eliminatoria: “La Ruperta fantasma”. Había que tratar de encontrar la Ruperta escondida en uno de los casilleros, sorteando a las casillas de “don Resbalón”, que obligaban a responder correctamente a una pregunta de cultura general.
La imagen de la querida, aunque también temida, calabaza la pudimos ver asimismo en las camisetas que en ocasiones lucieron las azafatas, en las que podíamos leer, debajo del dibujo, “doña Ruperta”.
En la tercera etapa la calabaza Ruperta también fue la mascota del «Un, dos, tres...», pero Chicho Ibáñez Serrador, ya en las palabras que dirigió a los espectadores antes de comenzar el primer programa, anunció que la calabaza le había dicho que se sentía mayor y que le había pedido ser relevada; por eso, cuando pasaran algunas semanas, sería sustituida por otro personaje.
Lo cierto es que, a pesar de eso, fueron treinta y siete semanas las que Ruperta acompañó a los espectadores, y en los que apareció de muy diversas formas, tamaños y caracterizaciones. Hubo calabazas pequeñas y otras enormes, como ésta con la que posa Mayra Gómez Kemp en la foto.
Como en la etapa anterior, Ruperta fue convertida en falla en el programa emitido el 11 de marzo de 1983), y también apareció caracterizada, fundamentalmente en programas con temática terrorífica, como el dedicado al infierno (17 de septiembre de 1982) o al terror (19 de noviembre de 1982).
La Ruperta también apareció en la portada de la revista TP junto a los humoristas “Martes y 13”.
Pero Chicho Ibáñez Serrador ya había anunciado al comienzo de la etapa que Ruperta sería sustituida, y tras treinta y siete programas, llegó el momento de decirle adiós con un programa especial dedicado a los amigos de Ruperta (13 de mayo de 1983).
Ruperta y el resto de productos de la huerta fueron los protagonistas de este programa en el que la calabaza se despedía de los espectadores.
Y lo hizo quizás de una forma no demasiado deseada por los concursantes de la subasta, siendo el premio del programa, en concreto treinta y siete calabazas, una por semana de emisión.
Esta pareja y las de los programas dedicados a las novelas famosas (27 de agosto de 1982), al infierno (17 de septiembre de 1982) y a los piratas (28 de enero de 1983), fueron las que se llevaron la calabaza a casa. |
Con el tiempo, la calabaza Ruperta volvería a nuestros hogares la noche de los viernes. Después de varias etapas en que se habían sucedido diversas mascotas, el 13 de septiembre de 1991 (séptima etapa), la calabaza volvió a ponerse al frente de la cabecera del programa, dando lo mejor de sí misma, con un aspecto más rejuvenecido y acompañada de unas calabacitas que le hacían los coros.
La introducción de radicales cambios en el programa en esta séptima etapa, como los presentadores y azafatas, quizás llevó a Chicho Ibáñez Serrador a considerar que había que volver a los orígenes y recuperar a la calabaza Ruperta como mascota.
La idea fue un éxito y la calabaza seguía siendo recordada por la mayoría de los espectadores a pesar del tiempo transcurrido desde su última aparición en el programa.
En las etapas de los años noventa, Ruperta adquirió un tamaño más reducido y a la mesa de la subasta a veces llegaba con sombrero y otras sin él. Y en ocasiones, debajo de ese sombrero o de una tapa superior, se abría un hueco que escondía en su interior nuevas tarjetitas o regalos variados, de modo que no siempre la calabaza era un premio negativo para los concursantes. De hecho, el mayor premio dado en la historia de «Un, dos, tres...», dado en el programa dedicado al Renacimiento (23 de octubre de 1992) vino escondido en la Ruperta.
La calabaza Ruperta fue el premio final de la subasta en varias ocasiones durante la séptima etapa, pero en todas no fue negativa, ya que traía consigo otros premios fantásticos. Así, en el primer programa dedicado a la sexología (22 de noviembre de 1991), los concursantes ganaron gracias a Ruperta el Libretón del BBV con diez millones de pesetas en su interior; en el segundo programa dedicado a la sexología (29 de noviembre de 1991), el regalo que Ruperta escondía en su interior era un Peugeot 605 y un apartamento en Almería; y en el programa dedicado a los periódicos (17 de enero de 1992) los concursantes se encontraron con la sorpresa de que la Ruperta venía con otro Peugeot 605 y un apartamento en Jávea (Alicante).
En la octava etapa (1992-1993), además del programa dedicado al Renacimiento, con el mayor premio de la historia de «Un, dos, tres...», al que ya aludimos anteriormente, la calabaza Ruperta fue el premio final de la subasta en cuatro ocasiones más, aunque no siempre con la misma suerte. Así, por ejemplo, en el programa dedicado al balneario (27 de noviembre de 1992), los concursantes ganaron unas Rupertas de plástico. En el programa dedicado a la crisis (4 de diciembre de 1992), los concursantes ganaron seis millones de pesetas con el juego de la Ruperta.
En el segundo programa dedicado a Tailandia (26 de febrero de 1993) la Ruperta también fue el premio final de la subasta, totalmente vacía y sin nada en su interior. También en el programa dedicado a las Fallas (19 de marzo de 1993) el premio de los concursantes de la subasta fue la Ruperta, pero en esta ocasión, no venía vacía, sino acompañada de un coche descapotable, un apartamento en Cullera y los diez millones de pesetas del azulejo de Porcelanosa.
Fueron muchos los artículos de merchandising que se hicieron con la imagen de Ruperta, entre los que destacan las figuritas de plástico que regalaban al comprar los chicles del «Un, dos, tres...» o las Rupertitas de chocolate con regalos en su interior.
La calabaza Ruperta fue la mascota de «Un, dos, tres...» tanto en las etapas que presentaron Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca, como en la que presentó Josep María Bachs. En esta etapa, la calabaza fue el premio de la subasta únicamente en el programa dedicado a la Navidad (24 de diciembre de 1993), pero la Ruperta no quiso ser mala con los niños y escondía en su interior dos ordenadores portátiles.
En el resto de los programas de la novena etapa (1993-1994) los concursantes consiguieron esquivar a la calabaza Ruperta, que apareció —como no podía ser de otro modo— en todos los programas.
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En 2004, con la renovada versión del concurso, Ruperta volvió a todos los hogares de los españoles con un libro debajo del brazo. La calabaza, símbolo icónico del programa, no podía faltar en el «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!». Chicho Ibáñez Serrador era consciente de ello y no quiso inventar ningún personaje nuevo que pudiera ser la mascota del programa.
La calabaza Ruperta se convirtió así en la única mascota que conoció a todos los presentadores de «Un, dos, tres...».
Chicho volvía a prestarle su voz a la calabaza para que apareciera cantando en la cabecera animada, con la clásica sintonía que en 1976 compuso Adolfo Waitzman, aunque con alguna variación en su letra.
En esta etapa, la Ruperta que se construyó para que apareciera en la subasta era de un tamaño algo superior a la de las etapas anteriores, pero, por supuesto, mantenía su clásica mirada y sonrisa entrañables.
En algunas ocasiones apareció en la subasta caracterizada acorde al tema del programa, como en “Las mil y una noches” (9 de enero de 2004), en el que apareció con velo, o en “Sandokán” (23 de enero de 2004), en el que lució una tiara.
Y en un par de ocasiones en «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!», Ruperta mutó su aspecto físico y apareció transformada. Fue en los programas dedicados a Frankenstein (2 de abril de 2004), en el que apareció con el aspecto del monstruo de la novela, con tornillos y todo, y en “Drácula” (16 de enero de 2004), en el que adoptó un aspecto terrorífico de color verde con enormes colmillos.
Incluso apareció en formato peluche, como la que llevaba Luis Roderas cuando daba paso a la pausa publicitaria después de la tanda de preguntas en el programa dedicado a “Robin Hood” (23 de abril de 2004).
En esta etapa la Ruperta fue el premio final en dos ocasiones. En el programa dedicado a “Cuento de Navidad” (6 de febrero de 2004), las concursantes celebraron con alegría llevarse a la calabaza, ya que con ella venían un cheque de 10.000 euros, un Ford Fusion y un apartamento en Marina D’Or.
En el programa dedicado a “Narraciones extraordinarias” (27 de febrero de 2004) los concursantes ganaron, junto a la Ruperta, un apartamento en Marina D’Or. Peor suerte corrieron los concursantes de “Robin Hood” (23 de abril de 2004), que se fueron con las manos vacías en el juego de la ruleta de Ruperta. |
Y aunque originariamente en «Un, dos, tres...» llevarse a Ruperta era algo negativo, porque suponía irse a casa con las manos vacías, con el paso del tiempo la calabaza se convirtió en un símbolo entrañable; por eso, en los años noventa, Narciso Ibáñez Serrador se inventó una especie de “Mr. Hyde” de Ruperta, y la bautizó como Ruperta Malos Pelos, y era la mascota del juego de consolación de “Vidal Sassoon”, la cual tenía que ser evitada por los concursantes para no perder todo el dinero que hubieran acumulado coleccionando botellas de champú y acondicionador.
A juzgar por la imagen, el nombre le hace plena justicia...
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El periodista
Javier de Montini tuvo la oportunidad |
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