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Los sets de las |
Guardando una estética muy similar a la de la temporada anterior, en la séptima etapa del «Un, dos, tres...» (1991-1992) el set de las azafatas volvía a simular una hoja de cuaderno con lápices de colores y gafas. Las chicas se sentaban en un enorme tintero y un sofá alusivo a las enormes gafas de las chicas.
La máquina de las pesetas, si bien distinta a la utilizada en 1987, era muy parecida y las cantidades que podía arrojar oscilaban entre 111 pesetas y 599. En el especial veinte aniversario de «Un, dos, tres...» (10 de abril de 1992), Miriam Díaz-Aroca consiguió, haciendo una pequeña trampa, sacar de la máquina la cifra máxima.
En la octava etapa de «Un, dos, tres...» (1992-1993) el set de las secretarias adoptó la estética característica de la etapa, con colores rosas, morados, magentas, dorados... Unas enormes gafas rosas eran las grandes protagonistas del set, en el que también veíamos números en distintos tonos de burdeos y azules.
La máquina de las pesetas, exactamente la misma que la de la etapa anterior, aparecía en esta ocasión pintada de color oro.
En la novena etapa del programa (1993-1994) el set de las azafatas en cada emisión no era igual al de la semana anterior. El set de las chicas consistía en una tarima situada en el decorado construido para cada programa en cuestión; en el fondo se situaba la máquina de las pesetas engalanada de acuerdo con la temática a la que estuviera dedicado el programa.
Por primera vez, la máquina se componía de cuatro cilindros. Los tres de la derecha nos indicaban la cantidad por la que se multiplicarían las respuestas de los concursantes. En el cilindro de la izquierda podían aparecer una calabaza o una estrella; si salía una calabaza, la cantidad no variaba, pero si salía una estrella se doblaría la cantidad que hubiera marcado la máquina.
Pasados unos programas, se decidió recortar la duración de la tanda de preguntas suprimiendo la tercera ronda, con lo que se aumentaron las cantidades por las que podían multiplicarse las respuestas para que los concursantes no se vieran perjudicados. Así, el cuarto cilindro de la máquina podía arrojar o ceros o unos, con lo que la cantidad inicial podía llegar a superar las 1.000 pesetas.
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En «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» (2004), el set de las azafatas contables estaba compuesto, como no podía ser de otra manera, de una serie de libros en los que las chicas se sentaban. Como fondo, y en consonancia con la estética aplicada a los decorados en esta etapa, se colocaron unos paneles iluminados en colores amarillo y rosa.
La máquina de los cilindros, metálica con formas redondeadas, por primera vez daba el dinero en euros y durante los primeros programas la cantidad podía oscilar entre 1 y 2,99 euros. Posteriormente, se decidió subir los premios y la cantidad a multiplicar las respuestas de la primera pregunta podía alcanzar los 5,99 euros.
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