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Los sufridores |
La figura de los sufridores fue una de las novedades que «Un, dos, tres...» incorporó en la segunda parte de la tercera etapa, ya con la bota Botilde como mascota. Se trataba de una pareja cuya única función era permanecer en silencio viendo el desarrollo de la subasta, mientras sufrían viendo cómo los concursantes en la mesa iban perdiendo un regalo detrás de otro, sin que ellos pudieran hacerles la menor indicación. El sufrimiento quedaba compensado al final de la subasta, ya que ganaban exactamente el mismo premio que los concursantes.
En un primer momento los sufridores aparecían sentados en la primera fila del público; diecisiete semanas después de la creación de esta figura, en el programa dedicado al descubrimiento de América (7 de octubre de 1983), comenzaron a ser encerrados y encadenados en la llamada “cámara de los sufridores”, desde la que seguían el desarrollo del programa a través de un monitor; las secretarias iban informándoles de los regalos que se escondían en cada uno de los objetos de la mesa, para incrementar su sufrimiento.
En esta tercera etapa (1983-1984) para poder concursar como sufridor había que enviar una tarjeta de participación que podía encontrarse en diversos productos, como las revistas Pronto y Tele-radio, Bimbo, Avecrem y Codán, entre otros.
La figura de los sufridores no permaneció durante toda la etapa; ya en los últimos programas se suprimió.
En la cuarta etapa (1984-1985) no hubo sufridores desde el inicio, sino que se incorporaron ya comenzada la etapa; fue en el programa dedicado a Drácula (23 de noviembre de 1984) cuando Mayra Gómez Kemp anunció a los espectadores que podían enviar sus cartas para participar como sufridores junto con una prueba de compra de productos Bimbo.
En esta etapa, los concursantes aparecían encerrados en una celda; ellos podían ver el programa a través de un monitor, pero ni Mayra ni los concursantes de la subasta podían verlos a ellos. Como en la etapa anterior, las azafatas les iban informando de los premios que se escondían en cada uno de los regalos de la mesa.
En la quinta etapa (1985-1986) también hubo pareja de sufridores en la subasta con la misma modalidad que en la etapa anterior; los batidos Okey fueron la marca patrocinadora.
Pero en esta etapa además se incorporó la figura del “sufridor en casa”, que era un concursante que escribía una carta con una etiqueta de Okey y ponía en un círculo un número del 1 al 8. Al final de la subasta, Mayra Gómez Kemp abría la carta seleccionada, llamaba por teléfono al sufridor o sufridora en casa, y le comunicaba el regalo que le había correspondido según la numeración de regalos que había hecho el Notario.
Fue en el programa dedicado a la magia (18 de octubre de 1985) cuando Lydia Bosch, Naomi Unwin y Nuria Carreras anunciaron a los espectadores el apartado de Correos al que tenían que remitir sus cartas para participar como sufridor en casa o en el plató.
En la sexta etapa (1987-1988) también hubo sufridores, tanto en casa como en el plató, la única diferencia es que al haberse recortado la duración del programa y suprimido uno de los regalos de la subasta, el sufridor en casa debía poner en el círculo un número del 1 al 7 (en vez de al 8, como en la etapa anterior).
Los batidos Okey volvieron a ser una vez más los patrocinadores; además, si en la carta se adjuntaba un posavasos de Okey, el dueño del establecimiento donde se hubiera obtenido, también ganaba el mismo premio que los sufridores.
Las azafatas, en algunos de los programas, eran las que recordaban a los espectadores qué debían hacer para participar como sufridores en casa; así, por ejemplo, en el programa dedicado a Madrid (7 de diciembre de 1987), Victoria, Kim y Nina nos explicaron que había que mandar pruebas de compra de los batidos Okey.
En la séptima etapa (1991-1992) el espacio de los sufridores estuvo patrocinado inicialmente por Ariel, por lo que estaban colocados en una lavandería regentada por unos chinos que obligaban a los concursantes a lavar a mano, mientras ellos sufrían, no sólo por ver perder los regalos de la subasta, sino también por no poder alcanzar el bote de detergente de Ariel.
Ariel patrocinó el regalo de los sufridores hasta el programa dedicado a Italia (27 de diciembre de 1991).
El patrocinador sustituto fue la marca de caramelos Victors; el set de los sufridores cambió y se convirtió en una selva tropical donde los concursantes sufrían los rigores del calor tropical, pero eran aliviados por los refrescantes sabores de los caramelos. El programa dedicado a Londres (6 de marzo de 1992) fue el último de esta etapa que contó con concursantes sufridores.
En la octava etapa (1992-1993) el patrocinador de los sufridores fue Gallina Blanca y sus menús. Los concursantes preparaban los platos y sufrían porque cuando los tenían listos llegaba una secretaria y se los llevaba, sin que ellos pudieran probarlos.
Además, en esta etapa se recuperó la figura del sufridor en casa, pero de forma distinta a las etapas de Mayra Gómez Kemp. En esta ocasión, el concursante cuya carta resultaba seleccionada podía ganar uno, dos o tres millones de pesetas según el número que apareciera en un sobre que abría Mayte Navarrete después de presentar a los sufridores del plató.
El último programa donde hubo sufridores fue el dedicado al paso del Ecuador de las Facultades de Medicina (12 de febrero de 1993).
En las etapas de Mayra Gómez Kemp, era antes de la eliminatoria cuando la presentadora daba paso a una azafata que anunciaba la identidad de la pareja que participaría como sufridores en el siguiente programa. Después Mayra charlaba con los sufridores y les preguntaba si habían enviado muchas cartas y cuál era el premio con el que soñaban.
En cambio, en las etapas séptima y octava Jordi Estadella los presentaba al comienzo de la subasta, y aunque solía hacerles las mismas preguntas que Mayra, añadía otras nuevas como qué caramelos les gustaban más, si los que tenían azúcar o los que no la tenían, o qué plato precocinado de Gallina Blanca era su favorito.
Terminaremos esta sección comentando que los sufridores dieron imágenes memorables, sabiamente seleccionadas por el realizador Narciso Ibáñez Serrador, que intercalaba las caras de angustia de los sufridores cuando veían que los concursantes de la subasta rechazaban los mejores premios y se empecinaban en los peores.
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Agradecemos a Joan Josep, David, Cándido, Juan y Jorge las fotos que nos enviaron |
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