“Al
principio
el propio Chicho se ocupaba de mis “trapos”.
El quería que yo diera una imagen sencilla y familiar, dentro de
una línea clásica. Más adelante llegamos a un consenso: yo
también opinaría sobre el estilo de ropa; no en vano, la
“percha” era yo. Me gusta ir clásica, aunque
no tanto como Chicho pretendía. Y siempre con un toque actual y
deportivo.
La sastra del programa, Carmen
de la Casa, y yo íbamos
cada seis semanas a la boutique. Entre las dos
comprábamos
pantalones, faldas, blusas y vestidos; siempre en colores
básicos para hacer combinaciones. Ropa
que una vez utilizada por mí quedaba en propiedad del programa.
También aportaba cosas mías: una chaqueta, unas
botas, algunos detalles. Y a veces me ponía prendas y adornos
que me cedían mis compañeras del programa, como unos zapatos
comodísimos que me regaló
Paloma Hurtado.
En cualquier caso, no siempre estuve contenta
con el vestuario que me tocó llevar. Y es que el público ignora
que me vestía condicionada por el sonido. En efecto, debido a
que no pertenecía sentada ni quieta, tenía que utilizar un micro
inalámbrico. El artilugio
es un cajetín con pilas y antena del tamaño de un transistor
normal. Va sujeto a la espalda con un cinturón, como si fuera
una chepa baja que es preciso disimular
con ropa ancha y suelta. De ahí que a veces diera la impresión
de estar gorda; es más llegó a rumorearse que estaba embarazada”.
Mayra Gómez Kemp, 1986
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