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Las audiencias del «Un, dos, tres...» El «Un, dos, tres...» siempre ha sido un programa de éxito |
La medición de la audiencia de los programas, tal y como la concebimos hoy en día, comenzó a utilizarse con el nacimiento de las televisiones privadas; la finalidad era eminentemente comercial: a más espectadores, más ingresos por publicidad.
Para ello, se seleccionaron unas dos mil familias de todas las poblaciones y estratos sociales y se les instaló en su casa un audímetro, que es un aparato que registra en cada momento el canal de televisión que está sintonizado y el número de miembros de la familia que lo están viendo. De ahí que pueda conocerse, minuto a minuto, y con un margen de error ínfimo, cuál es la audiencia de cada programa y la evolución de entradas y salidas de espectadores según el contenido que se emita en cada momento.
Antes del nacimiento de las televisiones privadas, el Estudio General de Medios (E.G.M.) hacía encuestas para determinar el número de espectadores de un programa y se elaboraban, igualmente, tablas de aceptación de los programas.
Además, algunos programas encargaban encuestas privadas para testar los gustos de la audiencia y conocer cómo reaccionaban a los contenidos; es el caso de Narciso Ibáñez Serrador que semanalmente recibía en su despacho los resultados de estas encuestas, lo que le servía para adaptar los contenidos a los deseos de los espectadores, potenciando las actuaciones que gustaban más, y restándole tiempo a aquello que no había sido bien recibido por el público. |
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