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 Miguel Herrero hace resumen
de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!»
Capítulo 2

 

 

 

   

Durante las Navidades del 2003 aparecen las promociones del reencuentro de Ruperta con Chicho en TVE a todas horas. La expectación era máxima el 9 de enero. Yo me había dedicado a promocionar el espacio diciéndole a todo el mundo la hora y día de emisión. Lo cierto es que aquel 9 de enero todo el mundo estaba a la espera de la vuelta del concurso más popular. No ha habido viernes en muchos años antes y después que se hayan obtenido los casi siete millones de espectadores de ese día y que se batiera el récord de consumo televisivo dejando por los suelos a sus competidores, el espacio «¿Dónde estás, corazón?» de Antena 3 y el estreno de «Shrek» en Telecinco.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

 

 

Posiblemente, el fatídico regalo de las botellas de laxante hizo entender una moraleja no muy positiva: “lea usted, responda con acierto a todo y se llevará el peor regalo”. El domingo 11 de enero todos los periódicos de tirada española anunciaban en titulares el éxito masivo del retorno de un clásico. Todos los periódicos excepto uno, El País, que no reseñó su audiencia sino que hizo una crítica más bien adversa. La opinión había sido muy favorable hacia el presentador y colaboradores como Juan Tamariz pero ni los bomberos ni la duración del espacio convenció. Pero los fans ya teníamos lo que queríamos: la noche de los viernes volvía a ser de «Un, dos, tres...».

 

Luis Roderas - «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» (2004)
Luis Roderas recibió críticas muy
positivas tras el primer programa

 

 

Tocaba la grabación del segundo programa y ya me hice con el hueco para ir en uno de los autobuses que puso la productora. Valladolid era una de las ciudades elegidas para ir frecuentemente por su cercanía. Y en el trabajo mis compis me consiguieron los martes como día de descanso rechazando los fines de semana, lo cual les alegró suficientemente. Con Santi nos fuimos para Madrid de nuevo y ya de paso conocimos a una chica de Pucela llamada Aída (no la chiflada de “la casa”) con la que nos sentamos junto a otro fan, Iván. A los cuatro nos pusieron directamente en la grada superior derecha donde nos quejamos abiertamente. Al final nos bajaron al lateral derecho junto a Nieves, la azafata, sentada en su butaca durante la subasta. Aquella tarde yo iba con chaqueta y camisa blanca, lo cual hizo fijarse a Chicho en mí para una prueba de iluminación. Se quedó mirándome fijamente como enfadado porque no le respondía a lo que me preguntaba y que yo no oía. Al final no tuve que hacer nada pero lo cierto es que el blanco les traía locos. No querían poner ese color en los planos principales de cámara. Eso sí, lo que iban a poner a gusto eran chicas tras Luis Roderas, que entraban con ligereza por delante de todos a petición del propio hijo de Chicho, Álex, y de los responsables del público, Nuria y Sergio.

 

Al tener esa buena relación con Nieves, nos contaba muchas curiosidades del programa, la reunión que hacían los domingos para comentar los resultados, etc., aunque en una ocasión Chicho la reclamó gritando su nombre cuando hablaba con nosotros y pensamos en un próximo viaje al país de Asunción Embuena, Magda, María Togores... Y es que el genio le podía al Jefe, que llamó “desgraciadas” a las azafatas en su primera grabación, aunque lo decía con el sentido de “desagraciadas” (es decir, sin gracia).

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004
Santi, Nieves y Miguel

 

 

Se grabó muchas veces la entrada de la chica por las escaleras justo al principio del programa, esta vez dedicado a “Drácula”, de Bram Stoker.

 

La bajada por las escaleras de esta chica precedió al número musical inicial del programa, emitido antes de la tanda de preguntas.

 

 

 

Veíamos pamplonicas por los alrededores del plató y pensamos que sería de otro programa (también paseaba tan ricamente el locutor Carlos Herrera) pero no, iban a salir relacionándolo con un encierro de vampiros al más puro estilo de San Fermín. Y es que así era el «Un, dos, tres...». El tema podía ser cualquiera que Chicho nos metía a las falleras a toda costa.

 

Rosario Pardo - «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» (2004)

En esta edición iban a hacer presencia algunos de los humoristas que estaban pendientes por salir como Rosario Pardo, Víctor Carretero o Dani Martínez, un joven imitador de RNE, haciendo de Boris aunque sin mucha relación con el programa.

Rosario Pardo en el papel de “Draculona”, la madre del conde Drácula

 

 

No parecía muy relacionada con la novela de “Drácula” la figura de Boris Izaguirre, aunque la imitación de Dani Martínez estuvo muy conseguida.

 

 

 

Sorprendió la aparición de Antonio Ozores, lo cual alegró mucho pero no hizo reír demasiado y se suprimió de la edición final. Estaba subido a una tarima que, sin embargo, sí aparecía en la subasta y desde casa no se comprendía para qué era. En términos cinematográficos, era un fallo de racord.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004
Ésta fue la actuación que nunca se vio de Antonio Ozores

 

 

Tampoco dejó buen sabor de boca Víctor Sandoval haciendo de un paparazzi poco convencional y con excesiva pluma.

 

Afortunadamente, no nos cayó ningún ajo de los que tiraba Sacris, el hijo de José Sacristán, por estar alejados de las escaleras. Sin embargo, los laureles se los llevó Manolo Sarriá con las pequeñas Tati y Quieti, que pronto se convirtieron en lo más popular del espacio.

 

En pantalla quedaban patentes muchos cortes como en las justificaciones de Roderas acerca de que los bomberos no eran tales, debido a las quejas del sector debido a que manchaban su imagen al decir que estaban en contra de la lectura.

 

Como anécdota, una de las preguntas para acceder al regalo de la subasta no fue acertada y se tuvo que repetir porque lo del regalo que se iría de la mesa sin leer siquiera la tarjeta no era cierto. Hubo una gran presencia de freakys vestidos del Conde ya desde sus casas y haciendo acto de presencia en el metro bajo ese tétrico aspecto. Incluso, el que aparecía en la primera fila de arriba de las escaleras a la izquierda llegó a dormirse y tragarse la dentadura de colmillos que masticaba sin darse cuenta. Nos valió unas cuantas risas, eso sí.

 

Esta vez me tocó ir vestido de biblioteca del Conde Drácula, que constaba de todos los libros de esta etapa, para pelotear un poquillo.

 

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

La emisión obtuvo casi 6 millones de espectadores siendo un rotundo éxito de nuevo pese a que varios medios se hicieron únicamente eco de que había bajado casi un millón. La botella medio llena-medio vacía.

Las chicas del ballet vestidas de vampiresas

 

 

Por trabajo no pude acudir a la cita con Sandokán” aunque cuando pude fueron los del público los que dijeron que no se podía asistir porque estaba lleno. Costaba mucho poder ir ya que ni siquiera colaba ser grandes fans para sus perspectivas de programación de autobuses e invitaciones. La familia de Luis iba ese día y recibieron los cañonazos del barco pirata. La audiencia volvió a bajar aunque siguió siendo líder con casi 5 millones.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

 

 

En el cuarto programa me dejé a Santi en Valladolid porque no podía ir y únicamente vivimos “El retrato de Dorian Gray” Guy David y yo. Aunque casi nos sentamos en tercera fila, magnífica posición, otros vallisoletanos nos desplazaron dejándonos apartados en el lateral derecho. Esta vez el silencio fue mayor ante la actuación de McPhantom acerca de la guerra de Irak por su contenido y por su duración. Tampoco aportaba nada el forzudo Kowalsky que había cambiado de actor en el segundo espacio.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004
El “sargento Kowalsky” y el “coronel McPhantom”

 

 

E incluso tampoco alcanzó grandes risas el genial Ozores, que necesitaba chuleta paquidérmica para poder soltar sus eruditos comentarios. Parece ser que la memoria le fallaba y no retenía su tradicional retahíla verbal. Esta vez sí apareció en pantalla por lo menos.

 

Otro clásico del «Un, dos, tres...» hizo su aparición sorprendente con salacot incluido, Arévalo. Tampoco llegó a convencer si bien otros humoristas ganaban terreno. Víctor Carretero se afianzaba en un humor más inteligente, algo que faltó en Ruth Arteaga. Predominaban sus pechos ante la mesa ilustre del «Un, dos, tres...» y sacó del armario a una troupe de policías que pasaron detrás nuestro entre los asientos. Pero la gracia se la dejó dentro del armario.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004
Ruth Arteaga aportaba sensualidad y erotismo

 

 

Esa gracia fue para nosotros ver enredarse en nuestro pelo los gusanos que cayeron del “cielo” televisivo, lo cual me valió un primer plano sacudiéndome esas larvas ocultas entre soja. Daba más asco pisar miles de bichos moviéndose continuamente.

 

Nieves Aparicio - «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» (2004)

El disfraz fue para una señora que apañó una peluca y unas gafas rollo Bartolo incrustada en un marco vacío. Muy poco logrado para ganar el premio que ahora daban Nieves y Esther en sustitución de Magda y con un atuendo aun peor que el del primer día. Pasaron de unos shorts negros y camiseta con el nombre del programa, a una especie de picardías negro con una corbata blanca.

 

Ese día conseguí una tarjetita que cayó casualmente (aunque con esfuerzo en pillarla) haciendo alusión al número musical del opio y al protagonista de la obra de Oscar Wilde.

 

El premio final volvió a ser malo dejando patente que un regalo de esas características tan al comienzo de etapa no resultaba muy agradecido a la audiencia, que volvió a bajar, esta vez de manera preocupante.

 

 

Descanso durante dos semanas, en las cuales los temas iban a ser Cuento de Navidad, de Charles Dickens, y “La isla del tesoro” de Stevenson, el primero no muy acorde con el mes de emisión, febrero.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004
La Navidad invadió el plató de «Un, dos, tres...» en pleno febrero

 

 

Pese a que los espectadores ya no sobrepasaban demasiado los tres millones, seguía obteniendo el minuto más visto del día y uno de los mayores de la semana. Por lo menos, en algo seguía resistiendo.

 

Ozores ya no siguió más, Sandoval reducía sus apariciones, el descubrimiento del joven imitador se quedaba en el éter y los bomberos no daban más de sí. Más aun cuando descubro en el canal Paramount Comedy que el actor que hacía de McPhantom ya había utilizado sus chistes y ruidos con exactitud en todas sus apariciones.

 

Cuando regreso al plató es en el programa número 7 de la etapa; se trata de “La vuelta al mundo en 80 días”. junto a mi compi inseparable Santi y a Cándido. Nos refugiamos en el lateral izquierdo centro apareciendo bastante en pantalla y consiguiendo que al día siguiente nos reconocieran muchísimo en trabajos y vecindades, además de llamadas de parientes lejanos que no recordábamos.

 

Cuando llegamos ya se habían producido grandes cambios en el programa. Ahora eran bomberos en toda ley interpretados por Roberto Mosca y Alberto Papa Fragomén, que recogían el estilo más puro de don Cicuta con dos secuaces de largas barbas tras ellos.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

 

 

Las carcajadas florecieron con distinción clara respecto a sus antecesores. Y es que Chicho no se salió con la suya aunque insistiese en los anteriores personajes y debido a no poder fichar a Cruz y Raya en su parte negativa, como fue aconsejado, dado el alto caché del dúo. Eso sí, hicieron un medio pacto para hacer un cameo en el concurso interpretando a sus dos ancianos a cambio de poder hacer parodias con los sets, músicas, enseres y presentador del «Un, dos, tres...» en su espacio, ahora trasladado a los domingos para ocupar el «Un, dos, tres...» el prime time con holgura.

 

El público del concurso reaccionó muy favorablemente con ellos aunque no tanto con McPhantom ahora en la subasta y con aires más guerrilleros aun. Los efectos fueron tan buenos que las metralletas soltaban balas de verdad sin pólvora. Al compi de al lado le cayó una en la cara y le hizo un poco de sangre. Yo me quejé desde el foro del «Un, dos, tres...». A la semana siguiente creí que no habían caído más balas y que me habían hecho caso y puse un mensaje de agradecimiento. Luis Roderas me dijo después que seguían cayendo y, de hecho, que le había caído alguna a él mismo.

 

Arévalo volvió a hacer su show soporífero con negros esclavizados incluidos, cuyos tópicos no aportaban demasiado al concurso.

 

En el programa dedicado a “La vuelta al mundo en ochenta días” se produjo la segunda y última aparición de Arévalo en «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!».

 

 

 

El público se esforzó en llevar trajes monumentales que tenían que ser guardados en la bajada de las escaleras por donde salían los humoristas. Ahora, Nieves y Esther ya no eran las secretarias del presentador y las funciones eran repartidas a partes iguales ya que las otras seis se quedaban claramente a la zaga en la parte final. Se dejan de hacer preguntas para cada regalo en esta tercera parte y los números musicales vuelven a ser más corales tras varias semanas centrándose en figuras masculinas.

  

El comienzo, además, suponía una entrada inédita de Luis bajando hasta el centro de las escaleras y presentando al dúo Estopa con una de las canciones más radiadas del año: “Fuente de energía”.

 

Luis comentó que se estaban haciendo esfuerzos para traer a grandes figuras internacionales como Anastasia o Janet Jackson, en el punto de mira por el pecho rebelde de la Super Bowl. Lamentablemente, ninguna de las cantantes anunciadas visitó el espacio y no hubo estrellas de relieve que hubiesen lanzado la estela del «Un, dos, tres...». La actuación de “Paco y Veva”, en el programa dedicado a “La máquina del tiempo” fue más bien un reclamo de autopromoción de la cadena pública que un atractivo para los oídos.

 

En el espacio sobre la obra de Verne hubo un desfile de bailes internacionales y regionales, siempre presente Zaragoza maña de Luis, aunque poco tenían que ver con las ciudades que visitó el señor Fogg.

 

Unas chicas brasileñas pusieron el
toque sensual y erótico de la noche

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

 

 

Curiosamente, comentarios simpáticos que hice a mi alrededor aparecieron en un resumen de la visita que hizo un grupo de Zaragoza para el diario El Heraldo de Aragón.

 

Y tampoco se emitió el desquiciado corte de pelo a la chica que estaba a mi lado a cambio de unos cuantos euros. Como estaba con una pierna escayolada y la imagen desde que salía del centro de las butacas no daba mucho glamour, se volvió a destrozar el pelo a otra chica más accesible por estar en la primera fila y que sí apareció en el montaje final.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

 

 

Nosotros ya no dábamos más vueltas a los resultados del temido sábado por la mañana: el share. Sabíamos la respuesta...

 

 

 

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