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 Miguel Herrero hace resumen
de «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!»
Capítulo 3

 

 

 

   

El programa llegaba a su octava emisión y yo volvía por aquellos lares de la compañía, cómo no, de Santi y de un grupo de amiguetes que nos encontrábamos de nuevo, Manolo de Cádiz y Rafa AW con el que me senté plácidamente, pues es otro súper-fan del concurso de la calabaza. Además, llevé a una amiga para que viviera la experiencia de estar en el «Un, dos, tres...», aunque los fans, cuando nos juntamos somos como esos freakys de «Star Trek» que se saben lo que pasaba en cada capítulo al detalle.

 

La tarde empezó mal ya que Chicho contrató al hipnotizador Ricard Bru para dormirnos a todos y convertir a un espectador en su “pelele” haciendo de cuervo. El programa estaba dedicado a Edgar Alan Poe. Después de tenernos media hora con el puño en el brazo y haciéndonos creer que estábamos en Babia, sólo unos pocos (y me consta que varios eran freakys de inventarse rollos en todos los programas de nuestra tele nacional) se fueron con él para “soñar” más profundo. El caso es que a comienzos de la subasta, el “elegido” no respondía a lo que el Sr. Bru le pedía y harto de tantos retrasos, Chicho le despidió con rotundidad ante todos, teniendo que marcharse con la cabeza baja igual que la mascota de «El semáforo» cuando era abucheado Cañita Brava.

 

Lógicamente, el espacio tenía que cambiar respecto a lo previsto. Lo que debería haber cambiado don Narciso era los números musicales, pues el de “Narraciones extraordinarias” era exacta copia del programa del 91.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004
En el número musical de “La hora feliz”
se utilizó el mismo playback de 1991

 

   

Todo era “copiar y pegar”, lo cual restó interés para los fans que ya sabíamos lo que se venía encima. Un ataúd. Y no sólo la señora portuguesa, los negros, la impresionante caja de madera sostenido por hierros eran repetidos; el guión de Luis comenzaba aludiendo a un espacio que se había emitido recientemente en TVE sobre los zombies. Desde luego no se había emitido nada en torno a ese temas pero el guión que dijo Mayra en 1987 en el programa dedicado al terror así lo decía palabra por palabra, respecto a un reportaje emitido ¡en 1987! en «En portada». Menos mal que, sin salir en cámara, mientras los negros recitaban sus oraciones con las que no podían evitar una leve sonrisa, el ojeroso regidor se aseguró que los enganches estuviesen bien sujetos ya que el ataúd era gigantesco y pesadísimo y la desgracia que hubiera podido ocurrir hubiese sido de grandes dimensiones. Que era lo que nos quedaba, por cierto. Durante la subida del arcón se nos ve a Rafa y a mí medio tronchados de risa por el camelo que estábamos presenciando. A Sor Mariana de la Concepçao no se le ha caído la cara de vergüenza aún, pero la imagino en una próxima etapa en los años veinte haciendo el mismo truco.

 

En este vídeo vemos la broma que Elena Liz en el papel de “Sor Mariana de la Concepçao” gastó a todos los espectadores.

 

 

 

Se nos avanzó el cambio importante: la eliminatoria. Volvería a ser física... cuando pudieran, ya que no la hicieron cuando se anunció, por problemas técnicos.

 

Durante toda la subasta se jugó con la posible caída de unas piedras de corcho (me guardé una para el recuerdo) sobre tres cintas que fueron cortadas pausadamente. El efecto era que la sorpresa venía en el momento menos insospechado, no cuando creemos que va a caer.

 

En este vídeo vemos a Luis Roderas cortar la cinta que provocaba la caída de las piedras.

 

 

 

Lo que siguió cayendo fue la audiencia, pero las noticias eran que podía renovar pese a que las críticas iban a llover. Sobre todo con el tema de Tati y Quieti, que desaparecieron del plató por culpa de un presunto defensor de los enanos que únicamente consiguió crear una polémica absurda y dejarlos en paro antes de lo que se iba avecinando. La noticia de la burla que se hacía de unos enanos apareció en todos los periódicos y revistas, se denunció al programa y sirvió para caldear un ambiente ya calentito y para que la gente nos quedáramos bastante tristes. Se utilizó al «Un, dos, tres...» de cabeza de turco y los enanos siguieron haciendo “pasillos” y así les veíamos con cara de resignación cuando íbamos a entrar en el plató.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004
Melvi y José se vieron obligados
a no aparecer en pantalla

   

 

Pero a Chicho pronto se le ocurrió poner una mujer horrorosamente divertida, Paca “la Carricoche”, que, además de ser fea, era muy simpática. El público la acogió con mucho cariño. Cuando iba sin la peluca y el bigote no era tan fea pero resultaba muy entrañable y cosechaba grandes aplausos en las presentaciones de Luis a la gente del plató. Eso sí, Manolo Sarriá no se cortaba en echar indirectas sobre el caso entre aspavientos y giros inesperados.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004

 

 

La novena emisión iría sobre las “Rimas y Leyendas” de Bécquer mostrando un «Un, dos, tres...» más desarrollado. Chicho nos preguntó en un descanso qué opinábamos acerca de lo que le había dicho su hijo: si el humor tenía que cambiar a otro estilo un poco más inteligente; no tanto el de la risotada vulgar como el de la ironía y la sátira política y social. A un mismo grito dijimos que sí. Nos preguntó si lo que había hecho Llum Barrera en su primera actuación nos gustaba y dijimos que sí. Atrás iban a quedar sketches más propios de los 80, chistes zafios y ese trío que apareció en varios programas haciendo de piratas.

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004
Javier Sáenz, Pablo Sánchez y “Sacris” habían interpretado a
unos piratas borrachos en un programa emitido anteriormente

 

 

Eduardo Aldán - «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» (2004)

Llegaban al «Un, dos, tres...» varios humoristas de reconocida calidad, de la escuela de «El club de la comedia», para hacer otra versión más renovada del programa. Eran Llum toda vestida de blanco, como su propio nombre, metiéndose con los hombres e intentando resumir el libro sin haberlo leído; Eduardo Aldán, un vendedor de enciclopedias y de lo que hiciese falta, que analizaba la realidad para convencer a Luis de sus productos pero que acababa reconociendo que era el típico listo que se enrolla para no comprar nada al final; y Quique San Francisco, un vividor que llegaba maltrecho al plató pero rodeado de bellas enfermeras al más puro estilo Pajares y Esteso. No convenció la musiquilla de fondo que le pusieron y que parecía más bien salida de un club de alterne.

 

Quique San Francisco - «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» (2004)

 

 

A todo ello habría que añadir la incorporación regular de Pepe Viyuela y su personaje don Erudiciano, un académico despistado que acababa tirándose por el suelo y cayéndose de mil maneras. Chicho se empeñaba en darle unas actuaciones larguísimas donde continuamente era lo mismo y que hacía muy pesados unos sketches muy simples.

 

Pepe Viyuela - «Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» (2004)

 

 

Las tardes de grabación del programa se convirtieron en debates acerca de los contenidos, de lo que pondríamos o de lo que quitaríamos. Pequeños errores, pero que se podrían haber arreglado, como usar para los juegos la sintonía de El golpe, que siempre había tenido el «Un, dos, tres...».

 

En este espacio dedicado a Bécquer se volvió a utilizar un tema de Chenoa para los números musicales de las azafatas. Quedaba patente que, aparte de las repeticiones, les gustaba coger músicas recientes. Sonó el “Moulin Rouge” aunque la palma se la llevó la novia de Bisbal, que además fue la anfitriona del primer espacio. En esta ocasión actuó Noa con el precioso tema de “La vida es bella” y dio la casualidad de que en la primera fila había una chica con un parecido impresionante con la cantante. Luis hace alusión a que es la doble y se acerca a ella. La joven agradece los aplausos y los dedica en plan “pelota” al regidor, que era su cumpleaños. Todos cantan el “Cumpleaños feliz” y... se cortó tan ricamente en postproducción. Y es que, como decía la Viuda de Paco, Chicho era como Eduardo Manostijeras.

 

La otra gran anécdota de la tarde llegaba cuando la azafata Gloria viene del número musical del cementerio y deja el objeto. Como no ensayaban la frasecita que decían al dejar el regalo en la mesa sólo se le ocurre decir: “ahí os lo dejo y... que os den”. Sigue todo tan normal pese al estupor de la gente por si habíamos oído bien, pero al poco se oye un “¡Corten!” y todo el mundo se troncha de la risa. Poco después se graba de nuevo pero Luis no se resiste a hacer alusión a que “os den... tanto trabajo”, aunque en casala gente no se enterara de las risas del público por este comentario.

 

 

La doble de Noa se ganó un juego del programa y es que pronto apareció todo tipo de merchandising, desde muñecos y juegos, hasta fundas para el móvil o todo tipo de golosinas. En pantalla se nos ve tirar de los objetos de Laura. Pesqué un puzzle con el que me tapé la cabeza cuando nos tiraron una especie de crema transparente terrible que nos puso perdidos y que simulaba ser la defecación de las “oscuras golondrinas” del famoso poema de Bécquer. Se entiende que el «Un, dos, tres...» lo patrocinaba cada semana un anunciante de limpieza por cómo acabábamos el público asistente. Otro planito en esas circunstancias. Luego unas gominolas de recompensa, para sacarme masticando. En el de Poe, unos ojos de gominola muy buenos, por cierto. Aquella grabación transcurrió en la divertida compañía de Jorge de Zaragoza, Julio Dragonkhan y el incombustible Santi.

 

La semana siguiente no podíamos ir, pero el de Bécquer nos dejaba muy buen sabor de boca con actores y actrices nuevos pero con mucho talento. La décima emisión era “La máquina del tiempo” y todos esperábamos una especie de resumen de la historia del «Un, dos, tres...» pero apenas se hizo alguna alusión. Eso sí, la promo de TVE esa semana, bajo la voz de Joan Manuel Serrat, nos llamaba a la nostalgia. Kiko, Mayra, los Cicutas, las Tacañonas... El viejo y querido «Un, dos, tres...» marchaba haciendo camino...

 

«Un, dos, tres... ¡a leer esta vez!» - 2004
Las bailarinas en el programa dedicado a “La máquina del tiempo”
 

 

 

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