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¿Cómo se grababa el «Un, dos, tres...»? Capítulo 2 |
GRABACIÓN DE LOS PLAYBACKS DE LOS MUSICALES
No siempre fue necesario, ya que en las dos primeras etapas de «Un, dos, tres...» las azafatas no protagonizaban números musicales, pero a partir de la segunda parte de la tercera sí, y, sobretodo a partir de la cuarta etapa, las azafatas empezaron a cantar con su propia voz en los números musicales, por lo que tenían que acudir previamente al estudio de grabación para cantar sobre las bases musicales.
ENSAYO DE LAS COREOGRAFÍAS
Una labor previa a la grabación que comenzó a ser fundamental a partir de la segunda parte de la tercera etapa de «Un, dos, tres...» fue el ensayo de las coreografías. Las azafatas y bailarines se ponían a las órdenes del coreógrafo de turno (según las etapas, Ricardo Ferrante, Giorgio Aresu, Sally Oʼneill o Carolina Rodríguez, entre otros) para aprender los pasos de cada uno de los números musicales.
Los primeros ensayos se hacían en una sala de baile delante de un espejo para ir corrigiendo los movimientos.
En un segundo momento, la coreografía se ensayaba ya en el decorado, para marcar perfectamente las posiciones de cada uno de los miembros del ballet y para seleccionar los planos y los encuadres idóneos.
GRABACIÓN EN DOS JORNADAS
Salvo en las dos primeras etapas, en las que el programa se grababa íntegramente en una única jornada, y las interacciones entre la zona de las gradas y el decorado temático se realizaban en tiempo real, el «Un, dos, tres...» necesitaba dos días de grabación.
En efecto, a partir de la tercera etapa, cada programa de «Un, dos, tres...» se grababa en dos jornadas, normalmente los lunes y martes. En el primero de ellos se rodaba todo aquello que tenía lugar en el decorado, como los números musicales de las azafatas o las actuaciones de los artistas invitados.
GRABACIÓN DE LOS NÚMEROS MUSICALES
La grabación de los números musicales resultaba especialmente duro para las azafatas y el cuerpo de baile, ya que Narciso Ibáñez Serrador, gran perfeccionista, quería que la actuación quedara inmejorable, por lo que hacía repetir infinidad de veces las tomas hasta conseguir que los planos quedaran como pretendía.
Era habitual ver a Chicho en el plató dirigiendo a las azafatas y bailarines y dando las instrucciones oportunas.
GRABACIÓN DE ACTUACIONES EN EL DECORADO
En la primera jornada de rodaje también se grababan las actuaciones de artistas invitados que tenían lugar en el decorado. Éstas requerían menos tiempo de rodaje, aunque también se repetían varias veces hasta que el resultado era satisfactorio a juicio de Ibáñez Serrador.
GRABACIÓN DE LAS ENTRADAS DE REGALOS
Una vez concluida la grabación de los números musicales y de las actuaciones, que era lo que más tiempo requería, se grababan las entradas de los regalos en el decorado, que si bien se repetía alguna toma, no presentaba mayor dificultad.
Aprovechando que el coche estaba en el decorado tras grabar su entrada para proyectarlo cuando los concursantes de la subasta decidieran dejarlo, se grababa también la tradicional despedida que las azafatas hacían subidas al coche.
Además de los regalos que aparecían directamente en el decorado, como los coches, los barcos o los animales, en este primer día también se grababa la presentación de los regalos que aparecían detrás de las puertas laterales. Es decir, la apertura de la puerta tras el famoso “¡arriba, chicas!” que pronunciaba Mayra Gómez Kemp estaba grabado un día antes de que los concursantes dejaran el regalo en cuestión durante la subasta.
GRABACIÓN DE LAS TRANSICIONES
En las dos primeras etapas de «Un, dos, tres... responda otra vez» no se grababan las transiciones desde el decorado hasta la zona de las gradas porque todo el programa se rodaba en una única sesión.
Pero a partir de que cada programa se grababa en dos jornadas, en el primer día de grabación también se dejaban rodadas las imágenes de transición desde el decorado hasta la zona de las gradas; es decir, si algún invitado aparecía en el decorado y después debía desplazarse hasta la mesa de la subasta, se grababa su desplazamiento, de modo que se dirigía a la zona donde estaban las cámaras, para que diera la sensación de que caminaba realmente hasta donde estaban el presentador y los concursantes.
Al día siguiente, se retomaba el movimiento justo desde el lado contrario, de modo que caminaban de espaldas a la zona de cámaras (ya enfocando a las gradas), de modo que diera la impresión de que venían del decorado en ese mismo momento.
Lo mismo se hacía con las azafatas que acercaban el regalo de cada actuación a la mesa de la subasta. Lógicamente, había que cuidar los detalles y hacer que la azafata que grabara la transición el primer día fuera la misma que la que acercara el regalo el día siguiente, y que fuera vestida con el mismo traje, con el mismo peinado y los mismos complementos; algunas veces, no obstante, ocurrían fallos de raccord, y la azafata aparecía en la mesa con gafas, cuando del decorado venía sin ellas, por ejemplo.
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