El sueño de los
concursantes de la subasta del «Un, dos, tres...» era llevarse un buen
premio, a ser posible el coche o el apartamento. Después de haber pasado
por la tanda de preguntas y haber superado la prueba eliminatoria,
seguramente haciendo un gran esfuerzo físico o pringándose con diversos
líquidos y tintas, era lo menos que podían esperar.
Pero para llegar a ganar
un buen premio debían tener buena intuición e ir descartando los premios
malos que junto a los buenos se le ofrecían a lo largo de la subasta; no
siempre era fácil, ya que las tarjetitas no siempre eran claras; al
contrario, cuando las pistas parecían indicar que el objeto en cuestión
escondía un buen regalo, la redacción de la tarjetita daba un vuelco y
resultaba ser un fiasco o al revés.
En esta sección
pretendemos hacer un recorrido no exhaustivo ni excluyente por los
mejores y los peores premios que se dieron en las subastas del «Un, dos,
tres...» a lo largo de su historia.
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